
La acción se traslada de nuevo a la academia. El Comandante Lassard prepara un programa, en el cual los ciudadanos serán instruidos con el fin de defenderse de la criminalidad y facilitar el trabajo a la policía, plan este que aprueba todo el mundo, excepto el Capitán Harris (recuperado de la primera peli) y al Teniente Proctor (que estando en la tercera película en la academia del Comandante Mauser, no entiendo que cojones hace otra vez en la de Lassard… se pasaban la continuidad por el forro, eso está claro) quienes, como no, intentarán desmoronar el plan.
El cast sigue sin tocarse desde la anterior película y la estructura, idéntica en toda la saga. La academia intenta hacer algo innovador, y los pelotas con ansias de poder pretenden joderlo. Es a,e,i,o,u. Pero esta cuarta, seguramente, sea la mas divertida de todas, e intenta adaptarse a los nuevos tiempos, sustituyendo en los títulos de crédito la mítica banda sonora por un rap de tercera categoría e incluyendo en el metraje escenas de skaters, patinando por las calles, pues en aquellos momentos estaban muy de moda. Para ello, contrataron a los grandes del skate, como pueda ser el mítico Tony Hawk.
Por otro lado, se hace un guiño a Jason Voorhees, en una escena en la que, con el fin de gastarle una broma a dos chicos del programa de Lassard, los protas fingen una detención y en el camión blindado, tras una ridícula sesión de voodoo a cargo de Hightower, de un saco en el que se supone que hay un cadáver surge un violento Tackelberry con una mascara de hockey y sierra mecánica. Los chavales salen disparados.
No faltan los ingredientes recurrentes: Trama casi nula, gags estúpidos y final espectacular del que los protagonistas salen airosos, siendo este el más espectacular, por los aires, con especialistas saltando de avioneta en avioneta, o de avioneta a globo.
Localizamos a una muy jovencita y apetecible Sharon Stone, que después de esta se vino a España a rodar un bodriaco sobre el toreo, en el que se la ven hasta las amígdalas, llamado "Sangre y Arena".
Muy entretenida, quizás la mejor de la franquicia en mi opinión. Llegados a este punto, estalló la “policeacademymanía” que se tradujo en una floja serie de dibujos animados, merchandising de todo tipo y muchos chavales que querían ser policías. Incluso recuerdo haber tenido, fruto de aquellos días, una cinta de la banda sonora de la serie con canciones escritas para la ocasión que daban bastante vergüenza ajena ("Van de azul"… ¿Se acuerdan?) y que lamento no haber conservado.
La saga continuaría, pero por unos derroteros ya muy tristes.
La dirección esta vez corre a cargo de Jim Drake, que, como es habitual, tiene una larga trayectoria televisiva, carente de todo interés.