Los hermanos Balcázar, son conocidos por producir películas eróticas y sórdidas de baja estofa, y por ser los dueños de los estudios Balcázar, donde se rodaron infinidad de películas allá en la Barcelona de los 60, 70 y 80. De hecho en estos tiempos reivindicativos, son conocidos por ser los productores de esa maravillosa trufa que lleva por título “Los Violadores”.
Pero claro, como hombres de cine, cada uno tenía sus inquietudes, y el que nos ocupa, Alfonso Balcázar, además de lucrarse a base de producir morbo, también dirigía, sobretodo Spagetti Westerns tan en boga en el cine popular de aquellos años.
Y por supuesto, la comedia era un género rentable.
En 1969, el revienta taquillas Ramón Fernández, rodó una película títulada “El Señorito”, que funcionó a la perfección en taquilla, en la que un galán tenía que lidiar con un montón de bellas señoritas. Un par de años después, teniendo en cuenta los Balcázar el tirón de Arturo Fernández, y más concretamente de esta película, decidieron contratar al galán y confeccionar una película para que este se luciera, y para asegurarse el éxito de esta, decidieron hacerla pasar por una secuela bastarda, titulando a la película “Las juergas del señorito”, con la particularidad de que esta no tiene absolutamente nada que ver con la de Ramón Fernández. De hecho, ni siquiera aparece en la película el mentado “señorito”, ya que estamos ante una película de sketchs, en los que efectivamente Arturo Fernández se luce, ni siquiera sale de plano en ningún momento, pero que, interpretando a un personaje distinto en cada sketch, resulta una estafa para aquellos que decidieron ir al cine a ver las correrías de “El señorito”. Por otro lado, las prometedoras “Juergas” a las que se hacen alusión en el título, no hacen acto de presencia en toda la película. En definitiva, un timo de los gordos, que sería la máxima de los Balcázar en el cine que les hizo populares.
En cuanto a la película, pues eso, doce sckechts de duración variable y vodevilescos, en los que Arturo Fernández hace su rol de galán en unos, de perdedor en otros, y que funciona, supongo que en medida de lo bien o mal que nos llevemos con el. A mi me gusta mucho, pero la película solo me resulta divertida en algunos momentos. En la mayoría flojea por todas partes y los skechts son de puro tonto, incluso infantiles a pesar del tono picante de la mayoría. Eso si, y en contra de lo que se promete, ni una sola teta aparece en pantalla.
Junto a Arturo Fernández, aparecen en la película en varios papeles Teresa Gimpera, Rafaél Alonso, Fernando Sancho (que interpreta a un detective en un skecht con un ligero y casual parecido a mi corto “Mi mujer me pone los cuernos... o no”) o Monica Randall.
Para la ocasión, y como en otras muchas ocasiones, Alfonso Balcázar firma la película con seúdonimo, esta vez como I. Bagran.