“La muerte del escorpión” sería un thriller que transcurre
en torno a un triangulo sexual que ocurre, a su vez, dentro del equipo de
producción de una productora cinematográfica.
Una actriz que está casada con el
productor, se tira a un abogado y al guionista de las películas que
produce su marido, mientras que alguien le hace chantaje; le pide quinientas
mil pelas o se chiva a su marido de que es un poco golfilla ¿Qué pasará? Pues
no queda muy claro, porque la película, a pesar de estar técnicamente cuidada, está contada y montada con el puto culo.
Parece como si estuviéramos viendo un collage de imágenes
que tienen conexión entre si, pero en ningún momento sabemos exactamente que es
lo que está ocurriendo. Si somos conscientes de que la prota anda de cama
en cama, y que por ahí se desarrolla el asunto turbio. Y, por supuesto, el malo
es quien en un principio parece ser, porque solo falta que le pongan una mano
señalando, cada vez que abre la boca.
Verdaderamente, un bodrio, pero uno que visualmente está
interesante.
Protagonizan el pifostio Teresa Gimpera, a la cual no le
sientan nada bien los primeros planos que en esta peli le dedica el director,
Eusebio Poncela antes de volverse un pedante, José María Blanco (“El enigma delYate”, “Hola… señor Dios” o “99 mujeres”), Antonio Casas (“Disco Rojo”, “Hijosde papá”) y Jorge Bofill (“Los Bingueros”, “Perros Callejeros II” o “Los
últimos golpes del Torete”).
Muy mala.