Cuando un estudiante de cine aborda su primer corto, a no
ser que este sea un espécimen raro y con personalidad propia que haya visto
algo de cine, SIEMPRE, intentará plagiar, con menos arte que una rata, al señor
Lynch. Que les guste el señor Lynch, les hace creer que son cinéfilos
especiales. Algunos de los que leen estoy y yo sabemos, sin que obste, que eso
no es así.
Y en particular, maldita sea la serie “Twin Peaks”, que a
tantos directores profesionales les hizo pensar que también podían hacer algo
similar con los presupuestos con los que cuenta el fantástico en este país – a
Dios gracias, imagínense lo que haría esta gente con grandes presupuestos-
errando en esa idea, como erraron en la mayoría de decisiones que tomaron en su
miserable vida.
Y Joaquim Jordá, documentalista y guionista catalán (el de
aquella cosa con prestigio titulada “Monos como Becky”) que perpetró esta
infamia, sabe perfectamente que la película que rodó para esa “Filmax” pre “Fantastic Factory”, es una puta
mierda espantosa, y que se le ocurrió tras devorar esa otra serie espantosa que
era “Twin Peaks”.
Así, tenemos un asesinato raro en el bosque, de una chica a
la que todos parecen conocer. Unos cazadores de híbridos de cerdo y Jabalí
encuentran el cuerpo, van a dar parte, y cuando regresan comprueban que el
cuerpo está manipulado y con la cabeza reventada debajo de una piedra en la que
pone “Puta” (no se con que objeto, pero resulta bastante cómico). Entra en
escena la teniente de la guardia civil interpretada por Rossy de Palma, y
comienzan los flashbacks, las conversaciones eternas e insustanciales, las
incongruencias, las mamarrachadas y las escenas de relleno, todo ello para
justificar una investigación chorras para, en el meridiano de la película, esta
dar un estúpido giro argumental contándonos lo que de verdad pasó, que nada
tiene que ver con lo que se nos contaba en un primer momento – “como voy a
engañar al público” debió pensar el director cuando escribía el guión-. Todo
ello servido con la energía y la pericia de alguien que está pidiendo
Eutanasia. Un rollo macabeo, del que ni te puedes reír a mala idea. Y su
director, vive Dios que lo sabe.
Eso si, los pajeros que leéis esto, que sois muchos y muy
pajeros, tenéis la pajilla asegurada, en el momento en que Nuria Prims
(“Historias del Kronen”) nos muestra su huesuda anatomía, incluyendo ahí
tetillas de cabra y poblado felpudo. Pero para los más fetichistas les diré,
que la vemos pegándose una meada de más de un minuto sobre unas brasas, que
parece no acabarse nunca y que lo hace de pie, con las piernas abiertas, mientras se ríe la muy
puerquilla. Por lo demás, basura infame para la cual, además, despedazan a un
pobre jabalí delante de las cámaras. Como si eso fuera necesario para esta
mierda de película- no es necesario para ninguna, que coño-. Ni que fuera un Mondo.
Eso si, Filmax la rodaría para blanquear dinero o algo así,
porque pasó por los cines sin pena ni gloria, mal distribuida y congregando en
salas unos nimios 17.000 espectadores. Menos merecía.
Malditos años 90. Maldito cine español.