Cando tocó desmarcarse del personaje, vino la película “Casi
un Ángel”, que aunque era de un humor similar a las del Australiano fuera de su
hábitat, ya no resultó lo mismo en cuanto a la venta de entradas se refiere,
sino en Australia, dónde Hogan siempre funcionó de perlas, en el resto del
mundo. Por lo que había que renovarse como fuera, con un producto nuevo. Pero
claro, el personaje de Dundee es tan grande, que superó al actor; esto es, que
el público quería a Cocodrilo Dundee, no a Paul Hogan, por lo que, teniendo
este capricho de hacer un Western, decidió que tenía que hacerlo lo más
parecido posible a su personaje estrella. Por eso, el título es un nombre
acompañado de un apelativo; Si “Cocodrilo Dundee” funcionó, “Relámpago Jack”
tenía que hacerlo. Relámpago, al igual que Cocodrilo, era de Australia pero
operaba en el lejano Oeste, el aspecto no deja de ser relativamente parecido y
el humor empleado es exactamente el mismo. Así que estamos ante un “Cocodrilo
Dundee en el Oeste”. De hecho, la película es de 1994, pero si hubiera sido de
diez años antes, estoy seguro de que algún avispado distribuidor hubiera
utilizado ese título sin despeinarse, y hubiera colado. Pero en los noventa, no
coló Paul Hogan en si mismo. “Relámpago Jack” fue el mayor fracaso de la
carrera de Paul Hogan. Solo funcionó en Australia. A nuestros cines llegó,
llevando a tan solo 254.000 espectadores a la taquilla.
Sin embargo, la película es pionera en la manera de
financiarse. A Paul Hogan se le ocurrió hacerlo de una manera única y
arriesgada que le sirvió para operar de esta manera hasta 2001. Hogan creó una
empresa, la Lightning Ridge Ltd. que puso a circular en la bolsa australiana.
Con los inversores que compraban acciones sobre la empresa, que aún no había
rodado un solo fotograma del producto que vendía, pudo sacar el dinero
necesario para rodarla. Y se ve que la cosa le fue más o menos bien.
“Relámpago Jack” cuenta la historia de un ladrón de bancos
Australiano, que en una mala operación, no solo no consigue robar el dinero que
tenía previsto, sino que además toma como rehén a un negro mudo del que se hará
amigo durante el periplo que durará su intención de se seguir delinquiendo por
el Far West.
Básicamente, la película es, por un lado, un alarde del
tonto e infantiloide humor Australiano del que Hogan es abanderado, y por otro,
un monólogo de Paul Hogan, ya que el co-protagonista, interpretado por Cuba Gooding Jr cuando hacía películas –dos años después ganaría el Oscar y dejarían
de llamarlo- al ser mudo, no es más que una excusa para que Paul Hogan pueda
hablar el solo todo el rato, soltar sus chascarrillos y gags a costa del negro
mudo. Que por cierto, por un quítame allá esas pajas, la película fue incluso
acusada de racista. No creo que haya nada de ello en toda la cinta, pero ya
saben, la corrección política.
Sin embargo, el humor tontorrón, el ambiente de Western y
una blancura casi pornográfica, convierten la película en algo de visionado muy
agradable, muy entretenido, a la par que intrascendente. Es verla, y al segundo
olvidarla. Cosa que en absoluto lo veo un defecto.
Por otro lado, decir que el director de la película, Simon
Wincer, mano derecha de Hogan y director de títulos tan emblemáticos como por
ejemplo “Dos duros sobre ruedas” o “¡Liberad a Willy!”, acabó del rodaje de
“Relámpago Jack” hasta los mismos cojones por motivos puramente logísticos; De
habla mucho ahora del Neo-Wester con Tarantino a la cabeza del subgénero, pero
en realidad, la época de mayor auge del mismo fueron los noventa. De hecho, si
el rodaje de esta película fue un coñazo, fue porque si estaban en Santa Fe
rodando exteriores, a la vez que ellos, coincidieron los rodajes de los Neo-Westerns
“Tombstone”, “Gerónimo”, “Wyatt Earp” o “Cowboys de Ciudad 2”, todo ello sin
salirnos de 1994. Por lo que los
equívocos, malentendidos y desastres, fueron comunes en las cinco películas.
Verdaderamente, “Relámpago Jack” es un buen complemento de
sobremesa. Comemos, nos tumbamos a la bartola, y entramos en fase rem para la
siesta, pocos minutos antes de los títulos de crédito ¿No es eso maravilloso?