sábado, 1 de abril de 2017

HANGMAN

Cuando me puse "Hangman" y me topé de morros con su traqueteo de cámara y su efecto infrarrojo, maldije a todos los demonios y le di al "stop". Un poco lo mismo que la semana pasada les contaba con respecto a "Creep". E igual que en ese caso, y en parte por el regusto positivo que me dejó aquella, hace un par de noches decidí darle una oportunidad a esta.
Un tipo misterioso, siniestro y desperado, se cuela en las casas de familias que se van de vacaciones. Instala cámaras en cada una de las habitaciones y se encierra en el desván donde monta su centro de operaciones. Así, cuando la familia regresa al hogar, siguen haciendo sus vidas sin saber que un extraño y perturbado comparte paredes con ellos. Les vigila, les observa mientras duermen, come su comida, escupe en sus bebidas y, poco a poco, se va enamorando de la madre, tanto que decide intervenir para romper el matrimonio. Primero por la vía sutil, luego a lo bruto.
¿Inquietante, verdad?. Bueno, inquietante si tienes una casa enorme con desván y un montón de recovecos en los que esconderse. Los demás, lo tenemos crudo para identificarnos con las angustias que sufre la familia en cuestión. No obstante, y ahí quería yo llegar, "Hangman" se ve incapaz de sacarle verdadero jugo a tan atractivo concepto. El miedo es nulo, el suspense muy modesto, los sustos inexistentes y la violencia escasa. En realidad, la peli resulta bastante monótona, aburrida, y casi acaba convertida involuntariamente en un documental sobre las inocuas cotidianidades de una familia de clase media/alta norteamericana. Como "Gran Hermano" pero sin mongolismos. Tal vez lo mejor sea cuando el padre descubre que su hija adolescente esconde un consolador. Pero poco más.
Sus responsables, Adam Mason y Simon Boyes, han compartido o no capacidades creativas en otros títulos reconocibles como "Broken" o "Pig". Del reparto, que está todo él muy bien, destaca por conocido Jeremy Sisto.
"Hangman" es un "found footage" prescindible y que no aporta nada. Un paso atrás en mi cura por intentar aceptar de nuevo el formato, pero no uno definitivo.