Es muy probable que a Paul Talbot se le recuerde en el futuro más por su estupendo libro "Bronson´s Loose!" (recientemente secualizado) que por su faceta como director de cine. He visto dos de las tres películas que ha hecho. Una la reseñé no muy positivamente en su momento, "Freak Show". La otra es esta de la que les vengo a hablar hoy. Ambas dirigidas a pachas con William Cooke. Y sí, tras verla sigo pensando lo que comentaba al inicio, pero también es verdad que a pesar de todo "Campfire Tales", que así se llama la interfecta, tiene su gracejo.
La conocía por las páginas del añorado y estupendo fanzine yankee "Draculina", de cuando era feo y cutre pero chorreaba pasión y no se interesaba únicamente por las tetas y los coños. El propio Paul Talbot firmaba un ameno e interesante artículo de varias páginas sobre el "making of" de "su" película, una antología con cuatro historias de terror narradas a unos chavales por un siniestro individuo durante una acampada. Talbot quería alguien importante en el mundo del cine de terror para que le pusiera rostro, y tuvo el acierto de fichar al "Leatherface" original, Gunnar Hansen. Debieron caerse muy bien porque el actor aparecería también en las siguientes películas del cineasta.
"The Hook" es la primera historia, muy sencilla y básica, cosa que tiene una explicación: Talbot y Cooke eran dos fans del cine de terror que hacían sus cortos en súper 8 y vídeo, y un día decidieron unir fuerzas y echar adelante un proyecto en 16mm, este del que hablo. La clásica trama de la parejita en el coche que escucha la radio y se enteran asustados que un maníaco peligroso ha huído del manicomio. Contentos con la experiencia, Talbot y Cooke decidieron que aquel fuese el germen de un largometraje compuesto de distintos cortometrajes. Durante los siguientes tres años se liaron a rodar todos ellos, siempre en 16mm y con medios más que escasos.
El que sigue, "Overtoke", es bastante simpático y por lo visto el más popular. Un par de fumetas compran droga a un tipo algo siniestro. La consumen y ven cómo sus cuerpos empiezan a mutar. Sin embargo el deseo por seguir drogándose puede más, así que adquieren otra ración y se la cascan entera, lo que causará la descomposición a toda velocidad de sus personas en un artesano y divertido festival de jugos verdes, amarillos y pus.
La que hace tres es una historia ambientada en Navidad, "The Fright Before Xmas". Como el anuncio de turrones, un tipo llega a casa de sus padres en fiestas navideñas, solo que este lo que hace es matar a su madre. Afortunadamente tan vil acto no quedará impune gracias a la existencia de un Santa Claus diabólico llamado Satan Claus cuya función es castigar muy severamente a los que se han portado extremadamente mal. Y eso hace. Comentaba Talbot que este fue el corto más fácil de hacer, y se nota, es de lo más elemental.
Algo que uno capta viendo "Campfire Tales" es que cada nuevo capítulo es más ambicioso que el anterior. Sensación esta que explota con la historia que cierra la película, "Skull and Crossbones", más que nada porque está ambientada en la época de los piratas... eso sí, en una isla y con no muchos personajes, por aquello de encomonizar. Hay cuantioso amor y artesanía puesta en ella, lo malo es que todo lo demás está muy por debajo de lo esperado. Es, en esencia, el peor capítulo. El más largo, el más aburrido y el menos interesante, con un malvado pirata que desentierra un tesoro maldito y ve cómo la tripulación a la que él mismo mató regresa de la tumba para vengarse, luciendo maquillajes bastante chapuceros.
Evidentemente con un final así el regusto que nos deja es amargo. No obstante, no sería justo ignorar los elementos positivos de "Campfire Tales", que los tiene. Gore casero a un lado, el formato, el tufo amateur y el indudable cariño puesto en la empresa juegan mucho en su favor y, a pesar de las sonoras carencias, termina siendo una película simpática que merece una oportunidad.