jueves, 1 de marzo de 2018

TREPANATOR

Siempre es un placer reencontrarse con "viejos amigos" como el francés Norbert Moutier, ex-contable fan del cine fantástico que, además de una activísima vida como faneditor, abrió una tienda de "friquismo" en las calles de París -hoy ya chapada por jubilación- y se dedicó algunos años a realizar películas usando mayormente el alias de N.G.Mount (aquí pueden saber más). Hace un tiempo reseñamos su obra más popular y apreciada, las correrías inmortalizadas en súper 8 del mutilador loco Ogroff. Después de este, su debut, Moutier quiso seguir pariendo películas, pero el celuloide se había vuelto muy caro y tuvo que recurrir a lo que era moneda común entonces, el costroso vídeo de la época. En este formato hizo otras tantas locuras que tuve ocasión de ver en versión original, por lo que no las pude apreciar debidamente ya que, a diferencia de la casi muda "Ogroff/Mad Mutilator", todas ellas iban sobrecargadas de diálogos. Y yo el francés, que sé leerlo medianamente y me encanta que me lo practiquen, vía auricular no pillo una. Sin embargo, recientemente accedí con sumo gusto a una de las Moutier-Video-Movies con subtitulos en castellano, concretamente "Trepanator", su afectuoso y evidente guiño a "Re-Animator", la historia de un científico que ha descubierto el poder de revivir a los muertos y se le da muy bien transplantar cerebros. El tipo responde al nombre de Herbert East y, a diferencia de su tocayo el Dr.West, únicamente se mueve por dinero. Es el sucio lucro lo que le empuja a seguir adelante con sus experimentos aunque queden fuera de la ley, matando, mutilando por doquier y robando el cerebro de un político conservador muerto de infarto que finalmente no sirve para mucho. Y es que la trama de "Trepanator" es un puñetero caos. Viéndola te percatas de que te cuentan muchas cosas diferentes, pero que al final no te han explicado nada. O han dejado colgadas todas las subtramas, por lo que lo que queda es simplemente un catálogo de las correrías del mentado Herbert East, el único personaje bien interpretado de toda la función.
No nos engañemos, el verdadero motivo por el que esencialmente vemos y sufrimos "Trepanator" desde el principio hasta el final, es la simpatía que sentimos por ese personaje eternamente fascinante que es Norbert Moutier, porque si hemos de ser honestos, la peli resultante queda lejos de aportar algo realmente interesante. Es genuinamente amateur, desde esos títulos de crédito a base de cartulinas y letrasset en el que no faltan incluso las faltas de ortografía, hasta el absurdo intento de hacerla pasar por una producción norteamericana, con nombres y más nombres de técnicos de habla inglesa que apestan a puro relleno. De por medio, pues un montaje zopenco, absoluta ausencia de nada parecido a ritmo y, encima, escaso gore. "Trepanator" va cargadita de todos los elementos propios de una producción casera en su menos lustrosa categoría.
El gag más celebrado de todos es aquel que incluye un cameo del mismísimo señor William Lustig (que andaría por allá visitando algún festival de cine, según las páginas de la prensa especialzada local y la coincidencia de fechas), interpretando a un paciente aquejado por pesadillas en las que es oportunamente perseguido por un policía maníaco. No aporta nada a la trama, pero mola. Como también molan los numerosos guiños al género, los cameos de fanzineros colegas y, por supuesto, la intervención del bueno de Jean Rollin en un papel principal, cosa que ya solía hacer en las obras de su amigo Norbert. El director de "Requiem por un vampiro" es un actor pésimo, pero resulta inevitablemente gracioso verle.
Cuando, años después de abandonar la creación audiovisual, le preguntaban a Norbert Moutier si pensaba volver, el tipo comentaba que no, que estaba hasta el coño del desprecio general aunque ello no le privaba de seguir escribiendo guiones con la felicidad y tranquilidad de saber que nunca jamás los produciría. ¡Chapeau!.