Poco antes de que
las terceras partes de "Viernes 13" y "Tiburón" pusieran
temporalmente en el mapa el formato del 3-D (hasta el punto de que en algunos
países se llegaría a reestrenar la clásica "Los crímenes del museo de cera",
también para aprovechar la segunda juventud que por aquella época vivía la
carrera de Bronson gracias a sus films para la Cannon), antes de todo esto,
decíamos, existió una propuesta pionera en lo que a las tres dimensiones se
refiere que, además, llegaría de la mano de los autores más insospechados: en
concreto de dos individuos que a lo largo de sus irregulares trayectorias
habían intentado suplir su obvia falta de talento con una osadía sin límites y
de carácter prácticamente kamikaze; es decir los intérpretes/ guionistas/ productores
Gene Quintano y Tony Anthony.
Centrándonos en este último, Anthony (que en realidad atiende al mucho más racial apelativo de Roger Petito) decidió emigrar a Italia a mediados de los 60 con el objetivo de estelarizar su propio spaguetti western y, quizás, emular así la suerte que había corrido su compatriota Clint Eastwood al protagonizar "La trilogía del dólar". A pesar de ser un actor de lo más negado, y de carecer del más mínimo carisma, Anthony tiene la fortuna de escribir, producir y protagonizar su propia trilogía del oeste (la del "Straniero" compuesta por "Un dólar entre los dientes", "Un uomo, un cavallo, una pistola" y "Lo straniero di silenzio"), terceto de películas éste que, si bien no logra convertirle en una estrella, sí que cosecharía en cambio el éxito suficiente como para que su protagonista tuviera la ocasión de llevar el género un paso más allá con la heterodoxa "El justiciero ciego", film que, por cierto, comparte más de un punto en común con este "Yendo hacia ti": y es que, además de estar localizados en nuestro país y de ser dirigidos por Ferdinando Baldi ("Carambola"), ambos títulos coinciden a la hora de desestimar los duelos al sol y los tiroteos consustanciales al subgénero en favor de un muy particular concepto del western mediterráneo (entre gótico y espectacular, infantil y aventurero) el cual incluiría peleas cuerpo a cuerpo, espectaculares explosiones y torturas más dignas de un serial de Fu Manchú que de un film de Sergio Leone.
Anthony & Baldi continuarían expandiendo esta misma línea excéntrica con su siguiente colaboración, la aún más insólita "Get Mean", película que en plena decadencia del género proponía un revulsivo en forma de anacrónico cóctel: un spaguetti tan delirante como imposible situado en la España medieval que mezclaba moros, cowboys, vikingas lesbianas, bandoleros a lo Curro Jiménez, jorobados, villanos homosexuales e, incluso, a un hombre lobo, rematado todo ello además con música country al más puro estilo hillbilly. Como era de prever tal disparate no logra igualar los resultados en taquilla de los esfuerzos previos de sus responsables, hasta el punto de que en nuestro país "Get Mean" no llegaría a conocer estreno comercial en salas de cine.
Centrándonos en este último, Anthony (que en realidad atiende al mucho más racial apelativo de Roger Petito) decidió emigrar a Italia a mediados de los 60 con el objetivo de estelarizar su propio spaguetti western y, quizás, emular así la suerte que había corrido su compatriota Clint Eastwood al protagonizar "La trilogía del dólar". A pesar de ser un actor de lo más negado, y de carecer del más mínimo carisma, Anthony tiene la fortuna de escribir, producir y protagonizar su propia trilogía del oeste (la del "Straniero" compuesta por "Un dólar entre los dientes", "Un uomo, un cavallo, una pistola" y "Lo straniero di silenzio"), terceto de películas éste que, si bien no logra convertirle en una estrella, sí que cosecharía en cambio el éxito suficiente como para que su protagonista tuviera la ocasión de llevar el género un paso más allá con la heterodoxa "El justiciero ciego", film que, por cierto, comparte más de un punto en común con este "Yendo hacia ti": y es que, además de estar localizados en nuestro país y de ser dirigidos por Ferdinando Baldi ("Carambola"), ambos títulos coinciden a la hora de desestimar los duelos al sol y los tiroteos consustanciales al subgénero en favor de un muy particular concepto del western mediterráneo (entre gótico y espectacular, infantil y aventurero) el cual incluiría peleas cuerpo a cuerpo, espectaculares explosiones y torturas más dignas de un serial de Fu Manchú que de un film de Sergio Leone.
Anthony & Baldi continuarían expandiendo esta misma línea excéntrica con su siguiente colaboración, la aún más insólita "Get Mean", película que en plena decadencia del género proponía un revulsivo en forma de anacrónico cóctel: un spaguetti tan delirante como imposible situado en la España medieval que mezclaba moros, cowboys, vikingas lesbianas, bandoleros a lo Curro Jiménez, jorobados, villanos homosexuales e, incluso, a un hombre lobo, rematado todo ello además con música country al más puro estilo hillbilly. Como era de prever tal disparate no logra igualar los resultados en taquilla de los esfuerzos previos de sus responsables, hasta el punto de que en nuestro país "Get Mean" no llegaría a conocer estreno comercial en salas de cine.
Pero, como suele
decirse, las desgracias nunca vienen solas: tras este fracaso Anthony entra en
contacto con Gene Quintano, actor y aspirante a escritor - además de gran
aficionado al western - cuyas únicas credenciales hasta el momento habían sido
el haber trabajado en cafés teatro y en cortos educativos para televisiones
regionales de quinta fila. A Quintano y a Anthony se
les ocurre que estaría bien rodar un western en 3-D, precisamente para intentar combatir la pujanza del relativamente novedoso invento del video doméstico.
De esta manera, y sin tener ni idea del tema, se trasladan junto a Baldi a Almería para realizar una serie de pruebas con cámaras que alquilan en nuestro país y a las que ajustan una lente proveniente de los Estados Unidos, un prototipo sin patentar llamado Optimax III. Sin embargo, las pruebas resultan ser desde el principio un absoluto desastre: en consecuencia nuestro trío de la muerte (Anthony, Baldi y Quintano) se ve obligado tras más de un mes de trabajo a despedir al director de fotografía italiano para contratar en su lugar a Fernando Arribas, uno de nuestros profesionales más dúctiles, especializado además en fotografiar producciones internacionales - o coproducciones rodadas en nuestro país - como pudieran ser "Virus", "Diez negritos" o "Escarabajos asesinos". Según declaraba Arribas en el libro "Almería, plató de cine", "Cuando Anthony y Baldi conectaron conmigo estaban bastante desanimados ya que al ponerse las gafas polarizadas para ver la proyección solo se veían imágenes borrosas y desenfocadas. El objetivo era un prototipo, no estaba fabricado industrialmente, sino que era puramente artesanal y se patentaría a partir del resultado de la película […] Gracias a un par de ideas mías, que lograron corregir los problemas de la convergencia en cada plano, las pruebas empezaron a mejorar hasta conseguir resultados sorprendentes. Con los buenos resultados empezó a llegar el dinero de los Estados Unidos y la producción se puso en marcha.”
Lo peor de "Yendo hacia ti" es que, una vez resueltos estos problemas con la lente, sus responsables se olvidaron por completo de idear una historia que sirviera de base a tanta tecnología, siendo así el guión resultante una versión sintetizada de sus anteriores libretos, ya de por sí bastante simples. Así, la película nos cuenta la historia de H. H. Hart (encarnado por un Tony Anthony con su habitual cara de estreñimiento), un forajido que es atacado el día de su boda por los hermanos Thompson (interpretados por Gene Quintano y nuestro Ricardo Palacios), los cuales le dejan malherido para, a continuación, secuestrar a su esposa (una jovencita Victoria Abril) con la intención de venderla posteriormente en algún burdel mexicano. El resto de la película se centraría en el intento del personaje de Hart por liberar a su mujer de las garras de esta familia de puteros y violadores. Y esta sería toda la premisa: en realidad la película no tiene más.
De este modo, y con el fin de explotar al máximo el gimmick de las tres dimensiones, "Yendo hacia ti" se compone básicamente de una sucesión de escenas aleatorias metidas con calzador dentro de la trama con el propósito de, en teoría, sacarle el máximo partido posible al invento. Así las cosas, en pro de una pretendida espectacularidad y venga o no a cuento, a lo largo de la película serán arrojados todo tipo de objetos a cámara, desde flechas a murciélagos de goma, pasando por balas, dardos, hachas, machetes, cucharones, ratas e, incluso y por si no fuera suficiente, los propios especialistas; además, nos encontraremos con una secuencia de 5 minutos en la que los villanos de la función no pararán también de tirar cosas hacia el objetivo como, por ejemplo y entre otras cosas, un Yo-yo (¿?) o una monda de manzana (¿¡!?)
La película de Baldi se acerca así, suponemos que sin pretenderlo, más a una parodia del superficial uso que en la década de los 50 se le daba al 3-D antes que a un intento serio por renovar y resucitar el ya agotado filón del cine del oeste. Por desgracia, y aunque méritos no le falten, "Yendo hacia ti" se ve ralentizada y limitada en cuanto a ritmo por culpa del formato en el que está rodada, resultando así demasiado coñazo como para merecer ser incluida siquiera en la categoría de "buenas/malas películas": y es que si como curiosidad o como experimento cinematográfico puede tener un pase, como película termina siendo un verdadero suplicio. Y por si "Yendo hacia ti" no fuera ya suficientemente insoportable tal y como es, Anthony optó hace un par de años por ofrecernos con motivo de su salida en Blu-ray un nuevo montaje en el que se alteraba el color de algunas escenas, o se dejaban secuencias completas en blanco y negro para después insertar a los actores en color: tal y como hizo Robert Rodríguez en "Sin City", para entendernos.
A pesar de que en España apenas congregó a 50.000 espectadores Anthony y Quintano declararían en su momento que la película recuperó de largo la inversión incluso antes de estrenarse gracias al dinero que, en la preventa, habían adelantado los distribuidores, volviendo de este modo a reincidir el mismo equipo tiempo después en "El tesoro de las cuatro coronas", película nuevamente filmada en 3-D pero esta vez en colaboración con la Cannon.
En cuanto a "Yendo hacia ti", y aunque sea rara como ella sola, también es uno de los westerns más inconexos que puedes echarte a la cara además de, en términos generales, una de las películas más soporíferas: y es que no hay nada peor que un film efectista que no produce absolutamente ningún efecto... salvo aburrimiento. Eso sí, si tienes mucha curiosidad por verle las tetillas a Victoria Abril (que aquí también las enseña... para variar) supongo que siempre podrás echarle un ojo.
De esta manera, y sin tener ni idea del tema, se trasladan junto a Baldi a Almería para realizar una serie de pruebas con cámaras que alquilan en nuestro país y a las que ajustan una lente proveniente de los Estados Unidos, un prototipo sin patentar llamado Optimax III. Sin embargo, las pruebas resultan ser desde el principio un absoluto desastre: en consecuencia nuestro trío de la muerte (Anthony, Baldi y Quintano) se ve obligado tras más de un mes de trabajo a despedir al director de fotografía italiano para contratar en su lugar a Fernando Arribas, uno de nuestros profesionales más dúctiles, especializado además en fotografiar producciones internacionales - o coproducciones rodadas en nuestro país - como pudieran ser "Virus", "Diez negritos" o "Escarabajos asesinos". Según declaraba Arribas en el libro "Almería, plató de cine", "Cuando Anthony y Baldi conectaron conmigo estaban bastante desanimados ya que al ponerse las gafas polarizadas para ver la proyección solo se veían imágenes borrosas y desenfocadas. El objetivo era un prototipo, no estaba fabricado industrialmente, sino que era puramente artesanal y se patentaría a partir del resultado de la película […] Gracias a un par de ideas mías, que lograron corregir los problemas de la convergencia en cada plano, las pruebas empezaron a mejorar hasta conseguir resultados sorprendentes. Con los buenos resultados empezó a llegar el dinero de los Estados Unidos y la producción se puso en marcha.”
Lo peor de "Yendo hacia ti" es que, una vez resueltos estos problemas con la lente, sus responsables se olvidaron por completo de idear una historia que sirviera de base a tanta tecnología, siendo así el guión resultante una versión sintetizada de sus anteriores libretos, ya de por sí bastante simples. Así, la película nos cuenta la historia de H. H. Hart (encarnado por un Tony Anthony con su habitual cara de estreñimiento), un forajido que es atacado el día de su boda por los hermanos Thompson (interpretados por Gene Quintano y nuestro Ricardo Palacios), los cuales le dejan malherido para, a continuación, secuestrar a su esposa (una jovencita Victoria Abril) con la intención de venderla posteriormente en algún burdel mexicano. El resto de la película se centraría en el intento del personaje de Hart por liberar a su mujer de las garras de esta familia de puteros y violadores. Y esta sería toda la premisa: en realidad la película no tiene más.
De este modo, y con el fin de explotar al máximo el gimmick de las tres dimensiones, "Yendo hacia ti" se compone básicamente de una sucesión de escenas aleatorias metidas con calzador dentro de la trama con el propósito de, en teoría, sacarle el máximo partido posible al invento. Así las cosas, en pro de una pretendida espectacularidad y venga o no a cuento, a lo largo de la película serán arrojados todo tipo de objetos a cámara, desde flechas a murciélagos de goma, pasando por balas, dardos, hachas, machetes, cucharones, ratas e, incluso y por si no fuera suficiente, los propios especialistas; además, nos encontraremos con una secuencia de 5 minutos en la que los villanos de la función no pararán también de tirar cosas hacia el objetivo como, por ejemplo y entre otras cosas, un Yo-yo (¿?) o una monda de manzana (¿¡!?)
La película de Baldi se acerca así, suponemos que sin pretenderlo, más a una parodia del superficial uso que en la década de los 50 se le daba al 3-D antes que a un intento serio por renovar y resucitar el ya agotado filón del cine del oeste. Por desgracia, y aunque méritos no le falten, "Yendo hacia ti" se ve ralentizada y limitada en cuanto a ritmo por culpa del formato en el que está rodada, resultando así demasiado coñazo como para merecer ser incluida siquiera en la categoría de "buenas/malas películas": y es que si como curiosidad o como experimento cinematográfico puede tener un pase, como película termina siendo un verdadero suplicio. Y por si "Yendo hacia ti" no fuera ya suficientemente insoportable tal y como es, Anthony optó hace un par de años por ofrecernos con motivo de su salida en Blu-ray un nuevo montaje en el que se alteraba el color de algunas escenas, o se dejaban secuencias completas en blanco y negro para después insertar a los actores en color: tal y como hizo Robert Rodríguez en "Sin City", para entendernos.
A pesar de que en España apenas congregó a 50.000 espectadores Anthony y Quintano declararían en su momento que la película recuperó de largo la inversión incluso antes de estrenarse gracias al dinero que, en la preventa, habían adelantado los distribuidores, volviendo de este modo a reincidir el mismo equipo tiempo después en "El tesoro de las cuatro coronas", película nuevamente filmada en 3-D pero esta vez en colaboración con la Cannon.
En cuanto a "Yendo hacia ti", y aunque sea rara como ella sola, también es uno de los westerns más inconexos que puedes echarte a la cara además de, en términos generales, una de las películas más soporíferas: y es que no hay nada peor que un film efectista que no produce absolutamente ningún efecto... salvo aburrimiento. Eso sí, si tienes mucha curiosidad por verle las tetillas a Victoria Abril (que aquí también las enseña... para variar) supongo que siempre podrás echarle un ojo.