lunes, 6 de agosto de 2018

UN BIGOTE PARA DOS

Acercarse a estas alturas a la denominada “La otra generación del 27” es una labor que requiere paciencia. Y la requiere porque si en Tono, Poncela, Mihura, encontramos unos antecedentes históricos —y maestros— que preceden a todo el humor que se desarrolla en España posteriormente (España, gran tierra de humoristas, que algo bueno teníamos que tener) también es cierto que estamos hablando de un tipo de humor surrealista  fabricado por una generación que en pocos años va a cumplir 100.  ¿Qué quiero decir con esto? Pues que este humor que se debate entre el más puro cafrerío  y la intelectualidad más elevada, puede que se rija por unos códigos a veces difíciles de descifrar para un cuarentón como yo. No digamos para un Millenial, por avezado que sea. Vamos, que se hace durillo. Digamos que, en mi incursión —o intrusión— en el universo de los otros del 27, me encuentro con que, o no entiendo bien los gags, o no me hacen gracia, o no asimilo el ritmo de esas comedias, ya sea de forma escrita, ilustrada o filmada. Sin embargo, y es aquí es dónde radica la grandeza de estos autores, cuando el gag escrito en, pongamos, los años 30 perdura por la calidad del mismo y en pleno 2018 soltamos una carcajada, es cuando nos damos cuenta de que estamos ante algo muy especial y genuino. Una genialidad, no obstante, con el paso del tiempo como enemigo, pero que asimismo, y como pasa con Buster Keaton, Harold Lloyd o Chaplin en el cine mudo, llega a nuestros días con rompedora fiereza. Y eso hay que reconocerlo, o al menos, hacer un esfuerzo por intentar comprenderlo. Si lo conseguimos, merece la pena.
Entonces, las incursiones de esta gente en el cine no dejan de ser, también, pioneras y genuinas. Como la película que nos ocupa, idea loca y gamberra de Tono y Mihura que se inventaron —en realidad, se lo inventó Jardiel Poncela con “Celuloide rancio”,  ellos se lo robaron. Pero como eran todos colegas, no pasaba nada— el doblaje humorístico. Vamos, que lo de doblar otras películas en plan cachondeo, no es consecuencia de lo que hiciera en su día Woody Allen o aquellos franceses que también doblaron no se que pollada. Incluso, algún pedazo de subnormal descubre esto con "La hora chanante" y le saca parecidos con lo que nos ocupa... En los albores del sonoro, estos señores, entre libros, comedias y teatro, se les ocurrió doblar una película.
Así, como a principios de los años 30, con la llegada del sonoro se facturaron tropecientas películas cuyo único valor cinematográfico consistía en que sonaban, los otros del 27, compraron una película  del año 35 de procedencia austriaca, “Unsterbliche Melodien”, un soso biopic sobre el músico Johan Strauss, en el que el ritmo brilla por su ausencia y donde las canciones suenan estruendosamente, mientras que el guion resultaba de lo más insulso.
Tono y Mihura se cargaron toda la banda sonora de la misma, y sobre esas imágenes se escribieron desde cero un guion con diálogos aún más estúpidos que los originales. También, sustituyeron las toscas canciones austriacas por tonadillas y cuplés castizos y al gusto popular, convirtiendo aquél bodrio en una chorrada mayúscula, una película doblada de cachondeo que tuvieron a bien llamar “Un bigote para dos” y cuya trama gira en torno a un señorín que se siente atraído por una bella muchacha, a la que al mismo tiempo desprecia porque tiene voz de barítono. Las cosas se van enredando entre actuación  musical y actuación musical, al mismo tiempo que el bigote de uno de los protagonistas sirve de mofa constante.
La película, se estrenó con gran éxito en los años 40, pero antes de llegar a 1950, las copias existentes fueron destruidas, por lo que la obra de Tono y Mihura quedaba perdida.
Sin embargo, sesenta años después, gracias a Santiago Aguilar, uno de los miembros de “La Cuadrilla”, quienes dirigieron, por ejemplo, “Justino, un asesino de la tercera edad”, que resulta que es un apasionado de la comedia, un estudioso, y al escritor e historiador Felipe Cabrerizo, biógrafo de Tono y experto en “La otra generación del 27”, podemos disfrutar a día de hoy de algo bastante parecido a lo que debía ser aquella película.
Obviamente, no han encontrado una copia visible y para restaurar de “Un bigote para dos”, pero si que han encontrado el guion original de Tono y Mihura así como han localizado  una copia de la versión original de la película Austriaca “Unsterbliche Melodien”.  Y sobre esa versión original los dos expertos han subtitulado el guion que concibieron Tono y Mihura, dando así a luz una versión apócrifa del “Un bigote para dos” original. Obviamente, pierde todo el sentido, pero no deja de tener gracia y sirve para hacernos una idea de lo que los otros de 27 hicieron. Aquí no hay doblaje, sino subtítulos, ni suenan las coplas y canciones a la española que utilizaron, sino los valses originales. Al margen de eso, es lo más parecido que podremos ver jamás, a lo que Mihura y Tono concibieron.
El resultado de esto es tosco y abigarrado, cuesta entrar de esta manera en la película, pero también es cierto que, como hombre de conceptos que soy, el de esta versión, y el de esta película en general, me resultan del todo fascinantes por mucho que me cueste entrar en el humor de la película, sin duda ya lejano a mi concepción de la comedia.
Los estudiosos del cine de humor no pueden dejar de verla, sin duda.
Por otro lado, me gustaría reseñar a modo de anécdota, las declaraciones de un cenutrio que se ha descargado la película por internet (la única forma de verla a día de hoy) y se lamentaba de que una película de su admirado Mihura, estuviera tan solo en Alemán y no en castellano, intuyendo de que se trataba de la única copia existente, pero ignorando lo que en realidad es la cinta. Mucho no lo admiraría cuando no sabía la coña de todo este asunto, ni le estaba juzgando con justicia, ya que si no sabemos que la película original es en realidad un doblaje humorístico, y esta, una aproximación al mismo realizada por dos expertos, la verdad es que esta versión a partir de la película Austriaca  de  Aguilar y Cabrerizo, es bastante, bastante ladrillo.
Como siempre digo; Internet da margaritas a los cerdos.
Acérquense a ella, merece la pena.