sábado, 8 de febrero de 2020

CREEPSHOW TV (2ª PARTE / CAPÍTULOS 1 y 2)

"Gray Matter" / "The house of the head": El peso de este primer capítulo era mucho, porque se trataba de mi desvirgue con respecto al "Creepshow" televisivo. Lo vimos Víctor y yo juntos. Y ambos nos quedamos igual, profundamente decepcionados. Es más, a mi incluso me costaba permanecer despierto y pasé parte de la segunda historia luchando contra unos pesados párpados. Tanto fue el trauma que me convencí de que mis impresiones se habían visto afectadas por la falta de sueño, así que las vi de nuevo. Esta vez el suplicio fue menor... pero tampoco mucho. La primera, "Gray Matter", sobre un padre borrachuzo que se transforma en un bicho pringoso, es una chorrada que aún ahora no acabo de pillar. La segunda, con una casa de muñecas embrujada, tiene su gracia, pero carece del "punch" propio de "Creepshow".
Al final lo más doliente es que con todo lo tontuna que es la historia number one, resulta que está basada en un relato de Stephen King. Desde luego no fue un buen augurio.

"Bad Wolf Down" / "The Finger": Para la siguiente tanda de historias ya me preparé. Había sufrido el descalabro de la primera intentona y esta vez no permitiría que el sueño me hiciera malas pasadas. Así que la vi perfectamente lúcido. Esta vez no me aburrí tanto... pero la sensación que me dejó fue distinta. La primera historia, en la que unos soldados yanquis se convierten en hombre lobo para poder combatir a los nazis, me pareció una -otra!- solemne chorrada propia de "The Asylum" y me disgustó el tufo digital que gastaba toda ella (a pesar de usar un efecto tan recurrente -y maravilloso- en el "Creepshow" original como situar tras el actor una imagen comiquera de rayos o líneas distorsionadas, incrementada por una iluminación a base de rojo, azul o verde). La siguiente, "The Finger" era algo más sobria, con un perdedor que se hace muy amigo de un pequeño monstruo (que huele a muñecote, pero eso mola) dispuesto a asesinar a todos aquellos individuos que se enfrenten con su amo. Pero finalmente dicha sobriedad termina volviéndose en su contra y haciendo de ella una cosa sosa como una Fanta sin chorrocientos quilos de azúcar.