viernes, 21 de agosto de 2020

KILL THAT BITCH

Directo de la escudería del horror underground de Ohio, cuna de este tipo de películas de presupuestos bajos (aunque con los 250.000 $ que ha costado “Kill That Bitch” yo me hubiera comprado un pisazo), Dustin Mills, podríamos decir que representa a los millenials de esta corriente. Lleva haciendo películas de este tipo apenas desde 2010 y sin embargo se ha granjeado una horda de fans en los USA, sobre todo, en los recónditos parajes de esa américa blanca de parques de autocarabanas y viviendas prefabricadas de la clase baja trabajadora. Tiene su nombre en ese nicho. También es de ley decir, que este tipo de público consume todo lo que le echen sin ningún tipo de opinión formada ¿es una película de terror de bajo presupuesto? Pues la vemos. Así, no es extraño encontrarse en Internet reseñas que le califican directamente de genio o de gran esperanza blanca del cine de terror.
Sin embargo, “Kill That Bitch” no les gustó, váyanse ustedes a saber.
No creo que “Kill That Bitch” sea una de las peores muestras del género que me haya echado a los ojos, he visto auténticas aberraciones, pero sí que es una película que, raudo, he corrido a escribir su respectiva reseña porque como espere a mañana la voy a olvidar completamente.
La cosa es un batiburrillo de los géneros que en los 2000 fueron potentes, no exento de guiños ochenteros y otro tanto de lo que hubo en la década de 2010, en la que situamos esta película. Así, tenemos un slasher que tontea duramente con el torture porn y con elementos del cine de terror japonés. Como colofón, tenemos una fuerte intención por parte de Mills de provocar, solo que no lo consigue.
Así, tenemos un señor con máscara de carnaval, al que para hacerlo más retorcido se le han añadido unas gafas de piloto. Por otro lado, tenemos a un grupo de señoritas jamonas, algunas de ellas con peluca, a las que el señor va a dar matarile de variopintas formas; A una la tortura con tenazas y cortacables, a otra la acuchilla, incluso a otra la mata directamente a puñetazos en encarnizada pelea. La gracia del asunto está en que las muchachas están prevenidas porque antes de asesinarlas les manda un SMS en el que les avisa de que van a morir. Y a partir de ahí, una serie de giros y subtextos, hacen perder el hilo al espectador (olviden la barrera idiomática en esta ocasión porque la película tiene poco diálogo), en su meridiano tontea con el rape & revenge, para después de los créditos continuar la película un rato más en un sinsentido. Por lo que, llegados a ese punto, perdemos también el interés.
Una mención especial merecen las espantosas actrices, incapaces de reaccionar con dolor ante torturas tales como la disección de un dedo. Impávida se queda alguna de ellas. Por otro lado, no dejaré de mencionar que cada dos por tres, y de la manera más gratuita, estas aparecen en pelota picada, lo cual da especial morbo porque son chicas normales y corrientes, con físicos normales y corrientes, de Ohio.
Quizás no sea la película más adecuada para desvirgarse con Dustin Mills, pero mientras que cualquier otra de su filmografía me dejaban frío, esta, solo por el título, “Kill That Bitch” (“Mata a esa zorra”), me llamaba potentemente la atención. Claro que uno se entusiasma con cualquier cosa políticamente incorrecta.
Veredicto: Mala, estúpida, fría, pero no tanto como se pudiera esperar.