Guillermo Francella es uno de los comediantes más populares
en Argentina que, habiendo aparecido como secundario en algunas de las
películas de Olmedo y Porcel, en la década de los 90 ganó una popularidad tal,
que se convirtió en uno de los actores más queridos del público argentino, que
lo veían en películas para el cine y distintas formas de televisión. La
evolución natural de los tiempos propició que su labor haciendo reír durante
lustros al público se viera recompensada luciéndose también en papeles dramáticos
en películas de prestigio, llegando a aparecer en, por ejemplo, la oscarizada
“El secreto de sus ojos”. Entre eso y sus películas de consumo, a saber; “Papá se volvió loco”
o las sagas de “Bañeros” o “Los Extermineitors”, Francella, y con permiso de
Ricardo Darín, es a día de hoy una de
las celebridades más respetadas de Argentina, en resumidas cuentas.
Por otro lado, y como vengo diciendo desde hace ya tiempo,
la evolución del cine argentino es muy similar a la del cine español, por lo
que con el auge del vídeo doméstico, quizás unos años después que aquí,
surgió lo que los argentos denominarían
“Videometrajes” y que no son otra cosa que películas rodadas en vídeo y cuya
finalidad es el ser explotadas única y exclusivamente en dicho formato. En esta
tesitura, y para el total y absoluto lucimiento de Francella, aparece en 1991
en los videoclubles argentinos la película “El Travieso”. El equivalente
español de estos videometrajes serían los popularmente conocidos como “directos
a vídeo” y que encuentran su zénit en cintas que, igualmente, servían para el
lucimiento de la estrella de turno, con largometrajes como “Yo quiero ser torero” con el Dúo Sacapuntas y dirigida por Miliki o, anterior a esta incluso,
la inefable “Zocta: Sólo en la tierra se puede ser extraterrestre” con Joe
Rígoli como principal reclamo.
Así, “El Travieso” es una comedia de lo más básica y barata,
con textura de vídeo cámara handycam de la época, que con un montaje de lo más
tosco nos cuenta la historia de un tipo llamado Julio Mustafá que alardea de
ser un experto en ligar y da consejitos a sus amigos al respecto, para luego
dar paso a una sucesión erótico festiva de sus conquistas. La cosa se pone
seria cuando la pareja de una de las mujeres a las que ha seducido, descubre
con quién le ha puesto los cuernos.
Humor zafio, jerga argentina, mucha lencería y diálogo
atropellado, es lo que nos ofrece esta película en vídeo de poco más de una
hora de duración y cuya único interés radica en que se trata de una rareza que
ni tan siquiera aparece en las filmografías oficiales de Francella, pese a que,
en su momento, cuando esta película iba a ser lanzada, el actor decía estar
entusiasmado con el resultado de esta bazofia. La verdad es que, a pesar de su
corta duración, hay que echarle paciencia a su visionado. Por un par de momentos,
estuve tentado a darle al stop.
Por supuesto, el director de este artefacto responde al
nombre de Ismael Hasse, conocido en la profesión como Paco (¿?) y, lejos de ser
uno de esos directores que abordaron uno o dos trabajos, se trata de un
reputado dramaturgo y hombre de teatro (de ahí el tono teatral de la cinta que
nos ocupa) cuya carrera audiovisual, al margen del teatro, se reduce
exclusivamente a la televisión, teniendo como única película para cines la
titulada “Sapucay, mi pueblo”. “El Travieso”, sería su ignoto, raro, misterioso
y desperado pecadillo de la mediana edad.
Como curiosidad que es, “El Travieso”, funciona. Pero sólo
como eso.