viernes, 2 de octubre de 2020

SWAYZE DANCING

Durante los 80 era muy común, en los videoclubes estadounidenses, encontrar en alquiler cintas de carácter promocional, vídeos corporativos, deportivos, de prevención de las drogas y, sobre todo, los vídeos de gimnasia. Era común, asimismo, que para que estos vídeos tuviesen un mínimo de interés, se contara en los mismos con una estrella hollywoodiense que atrajera a propios y extraños y así garantizar los alquileres. Este tipo de cintas es a día de hoy la joya de la corona de cualquier coleccionista debido a que su distribución era menor que la que podía tener una película y, por lo tanto, al haber menor número de copias, difíciles de encontrar años después de sus lanzamientos. Los americanos se vuelven locos con este tipo de cintas. En España, sin embargo, se estiló bastante menos, pero de rebote, sí que llegaron unas cuantas de estas delicatessen americanas, sirvan como ejemplo “Las drogas no lo son todo” o el vídeo que vengo a comentarles hoy, este “Swayze Dancing”, distribuida nada menos que por Warner Brothers. Se trata de un vídeo de baile cuyo máximo atractivo reside en que, por un lado, es un vehículo promocional para la escuela de danza de la madre de Patrick Swayze y, por otro, un vídeo destinado a bailarines practicantes de los estilos latinos en los que se centra, que les servirá también como herramienta con la que instruirse. También sería una consecuencia del éxito apoteósico que en 1987 tuvo la película “Dirty Dancing”, con la que Patrick Swayze se convirtió en un icono, un sex symbol y una estrella. Así, se presenta la cinta como un interesante documento en el que Patrick desvelará todos los secretos de los bailes que ejecutó en la película que le hizo mundialmente famoso, pero su presencia —porque su caché, supongo, sería elevado—se reduce a los 20 primeros minutos de vídeo, para luego desaparecer y no volver a aparecer más. Así, a modo de ficción, se nos presenta a un grupo de bailarines que participan en un programa de baile de corta duración impartido por la madre de Swayze, Patsy, con el que pretenden ganar un concurso. Y al ingresar en la escuela, piden consejo a Patrick, experimentado bailarín, que anda por ahí ensayando sus pasos matutinos. Más simpático que unas pascuas les sentará en un despacho bastante amplio, donde los aspirantes a bailarines le coserán a preguntas que el actor responderá con entusiasmo. Toda esta primera parte puede tener su gracia, ya que vemos a Patrick Swayze en su salsa contestando a las preguntas y marcándose bailecitos con otras estudiantes de la escuela, pero en el momento que se marcha, la cosa se convierte en una mamarrachada supina que consiste en hacer testigo al espectador del programa de baile de corta duración, donde los bailarines practican coreografías al más puro estilo Eva Nasarre. Después, y en cosa de cinco minutos, asistimos al concurso de baile por el que los muchachos se han apuntado al programa, y, a tomar por culo la bicicleta. Menos mal que tan solo dura una hora… Pero está bien. Siempre es curioso sentarse delante de una pantalla y ver este tipo de productos tan de su época, tan inútiles en su totalidad y tan engañabobos, porque de lo que te venden solo te dan una porción y, además, son de unas cotas tan ínfimas de calidad, que casi le dejan a uno subnormal. Dirigen el invento la propia Patsy Swayze (verdadera protagonista de este pestiño) y Marc Lemkin, que se sacó de la manga, en calidad de productor, otros tantos vídeos de la misma índole, entre los que destacan uno de fitness con Traci Lords como reclamo, y otro muy extraño titulado “How to get… Revenge” que explica cómo vengarse de las personas que te han puteado, cuya presentadora es una Linda Blair en decadencia, y del que ya les hablaré otro día.