viernes, 23 de abril de 2021

EL ÚLTIMO PROCESO EN PARÍS

De lo peorcito de la cosecha de Los Calatrava, esta vez producidos por George Martin y dirigidos por José Canalejas según un guion del propio Manolo Calatrava.
En realidad, más que una película con los hermanos Calatrava, se trata de una película protagonizada por Paco Calatrava y María José Cantudo en la que Manolo Calatrava tiene un papel secundario, sin dejar de ser, obviamente, un producto made in Calatrava bros que siempre tendrían algo de poder, al menos, en sus películas producidas por George Martin.
El film, con una incoherencia narrativa como pocas he visto, cuenta la historia de Dupont y Dupont, el abogado más eficaz de todo parís que al verse inhabilitado en un caso de asesinato, no le queda más remedio que aceptar  a su hijo recién licenciado como sustituto (Paco Calatrava), un auténtico inútil que más que resolver el caso, lo complicará. El resultado de esta infamia, rodada como sin ganas, es un continuo ir y venir de la Cantudo con el feo de los Calatrava  para arriba y para abajo, que mientras resuelven el caso nos ofrecen un recital de gags cómicos que muy poquitas veces funcionan. No obstante, el valor de esta película —y de toda la filmografía de los Calatrava— reside en ese sello casi autoral y con olor a cochambrosa serie Z  y naftalina que despide toda su filmografía.
La acción está ambientada en París como podía estar ambientada en Badajoz y, para ello, el equipo viajó hasta la ciudad del Sena con el cometido de rodar exteriores. El productor George Martin y María José Cantudo viajaron en el vehículo del primero y, como la Cantudo no tenía pasaporte, cruzó la frontera dentro del maletero del coche del productor.
Por supuesto, el equipo se trasladó a París sin gestionar las pertinentes autorizaciones para rodar allí, por lo que rodaron todos los exteriores en plan guerrilla, sin permisos, con cámara oculta e incluso interactuando con los viandantes, así, habiendo una escena ambientada en el ministerio de justicia, se posicionó la cámara a la salida del mismo y, director y actores tuvieron que aguardar a que se celebrase algún juicio  real para que, cuando salieran por la puerta los letrados en toga, ponerse Paco Calatrava y la Cantudo su toga de atrezzo y salir detrás de los abogados para ser filmados a la salida de un litigio. Del mismo modo, otra escena transcurre en un local de striptease. En la escena, Manolo Calatrava escapa de un hombre armado del local. Se escondió la cámara detrás de una cabina telefónica cercana al Strip Club y el actor armado entró en el recinto con una pistola de fogueo escondida. El itinerario era filmar la entrada y salida de Manolo Calatrava al local, por lo que se filmaron ambas del tirón, con el inconveniente que suponía el portero del establecimiento que estaba en la puerta. Manolo solucionó esa inclemencia de la mejor manera posible, improvisando, por lo que al filmar la entrada al local, Manolo entra saludando al portero como si lo conociera de toda la vida como queda registrado en la película, del mismo modo que podemos ver la cara de asombro de este cuando Manolo Calatrava sale corriendo del Strip Club y, a continuación, el actor que le persigue con la pistola de fogueo. Con sus dos cojones.
También es conocida la incompetencia y divismo de la Cantudo que hizo perder a la producción muchos metros de metraje al no ser capaz de guiñar un ojo a cámara y que, posteriormente, en una entrevista para la prensa rosa, afirmó, de manera muy despectiva,  que ella jamás había hecho una película con cómicos españoles. Los Calatrava no la perdonan eso.
Por otra parte, cuenta Manolo Calatrava que, a diferencia con la experiencia cinematográfica anterior junto a Manuel Esteba, en esta película si cobraron por su trabajo, además de ser una de sus películas con mayor afluencia de público ya que congregó en salas de cine a más de medio millón de espectadores del año 74, lo que es una cifra no del todo despreciable, pero nada que ver con trabajos anteriores.
Ahora, la película es mala a rabiar. Prácticamente, sentarse ante ella, se convierte en un pequeño suplicio. Pero son Los Calatrava y merecen el esfuerzo.