viernes, 30 de abril de 2021

CRAWLSPACE (EL ÁTICO)

Pequeña producción de la Empire en horas más o menos bajas que, reaprovechando los escenarios ya utilizados en “Torok, el Troll”, cuenta con el protagonismo de Klaus Kinski como el mayor de sus reclamos.
Se trata de la historia del hijo de un cirujano nazi que, teniendo un edificio de viviendas en propiedad, alquila pisos del mismo únicamente a estudiantes jóvenes y de buen ver. Al tiempo que hace experimentos con humanos en el ático, se dedicará a espiar a las jóvenes inquilinas, y también se llevará por delante a todo aquel que ose inmiscuirse en su trabajo.
Realmente es una película tirando a floja, pero con todo el encanto de una película Empire de la época y repleta de asesinatos, ratas y sangre bien rojita salpicándolo todo como si fuera acuarela. Quizás peca de aburridilla en algunos momentos y de hacer gala de una lentitud exasperante, pero, Klaus Kinski es, en sí mismo, un aval más que suficiente para ver la película. Kinski estaba como una puta cabra y, en su interpretación siempre grandilocuente, el espectador nota esa chifladura y, en consecuencia, la recibe con hilaridad. Por otro lado, también resulta gracioso el contraste de ver a Kinski, todo un reputado actor, interactuando con una serie de actores y actrices tan del montón. La cosa queda rara y, en su conjunto, “Crawlspace (El ático)” resulta una película bastante peculiar. A eso hay que añadirle  lo muy molona que es la fotografía de las películas Empire de la época, y el ambientillo de serie B made in Charles Band que se respira, por lo que, sí, es malilla, tirando a horrorosa, pero contiene otros muchos elementos que la vuelven interesante. A mí, me cae simpática.
Asimismo, a estas alturas hablar de que el rodaje fue un completo desastre por culpa de la locura y la presión a la que sometió al equipo el hijo de puta loco de Kinski, no sería nada nuevo; Sería lo obvio en cualquier película en la que trabajara el actor en aquella época. Esta vez, no solo renegó todo lo renegable, si no que, según el director, David Schmoeller, en tres días de rodaje, Kinski, se pegó seis veces con miembros del equipo, mientras que, por otro lado, no hacía ni puto caso a las indicaciones del director. Kinski hacía lo que le salía del rabo. Como no le gustaba el vestuario que se le había asignado a su personaje, un día, cogió y se fue de compras, eligió nueva ropa que a él le parecía más adecuada para su rol, y pasó los gastos a producción. Al finalizar el rodaje, cuando todo el equipo devolvía el vestuario y demás enseres utilizados al personal de atrezzo, Kinski decidió quedarse con la ropa que había comprado por la patilla.
El actor se comportaba fatal, no hacía más que soltar soflamas, criticar la producción y agredir a todo el que se cruzara en su camino. La cosa se volvía insostenible y tanto Schmoeller como el productor Robert Bessi decidieron que lo mejor era despedir a Kinski y contratar a cualquier otro actor y hacer del rodaje algo llevadero, sin embargo, Charles Band se negó en rotundo a despedirle, ya que consideraba que lo único que podía hacer que esta película atrajera a los espectadores al cine, era la presencia del actor, toda una leyenda. Así que se jodieron y apechugaron.
Sin embargo, Schmoeller, vio el cielo abierto cuando observó que Kinski se había encaprichado de una de las actrices — no se ha desvelado cuál podría ser de la que se encoño, pero todo apunta a que, probablemente, fuera Tané, actriz con la que en la película interactúa poco— y que, siempre que la actriz estaba en el set, con el fin de seducirla, Kinski se comportaba de manera caballerosa y educada, llegaba incluso a obedecer las órdenes del director, por lo que este pidió a la actriz que permaneciera en el set el mayor tiempo posible, incluso después de sus sesiones, ya que así conseguía domarle. La actriz se quedaba el tiempo que buenamente le fuera posible, pero, cuando ella no estaba, Kinski volvía a su estado natural, que era el de cagarse en dios continuamente, romperlo todo y hostiar al personal.
En consecuencia de este rodaje en el que casi todo el equipo acabó siendo agredido por el insoportable actor, en 1999, David Schmoeller rodó un pequeño documental en el que narra todo esto que yo he resumido aquí y en el que se desquita de lo que supuso su rodaje más complicado, para una película que, en resumidas cuentas, no deja de ser una mierdecilla. Su título es “Please, Kill Mr.Kinski” y, desde luego, es un estupendo complemento para visionar en programa doble con “Clawspace (El Ático)” y que el posible disfrute, sea mayor.
En el reparto de la cinta tenemos, co protagonizando con Kinski, a Talis Balsam, que no tiene ningún tipo de parentesco con Martin Balsam, pero sí que fue esposa de George Clooney durante algún tiempo, y a la que hemos podido ver en películas como “Trans-Gen, Los genes de la muerte” o “Ellas los prefieren jóvenes”, película para lucimiento de Patrick Dempsey que pasó bastante inadvertida en nuestros cines.
“Crawlspace (El Ático)”, no llegó a estrenarse en nuestras salas, pero al igual que la mayoría del catálogo de la Empire, y  distribuida por la mítica Lightning Vídeo, sí que es un clásico de videoclub absoluto.
En cuanto a David Schmoeller, su película más popular, también a las órdenes de Charlie Band esta vez para la Full Moon, sería “La venganza de los muñecos”, franquicia a la que dio el pistoletazo de salida y a la que, casi, casi, pone el broche, ya que suya es también la dirección, a medias junto a propio Charlie Band, Jeff Burr  y David DeCoteau de una de las últimas entregas de la saga, “Puppet Master: Blitzkrier Massacre”, aunque también se le pueden reconocer títulos como “Trampa para turistas”, sin duda su mejor película, o, también bajo el seno de la Full Moon, “El otro mundo”.