El placer de ver una película del todo desconocida sin que, afortunadamente, se salde con posterior arrepentimiento. Un juego cada vez menos habitual, sobre todo en estos tiempos de sobreinformación que sufrimos. Por ello, cuando ocurre, uno lo celebra alegremente y, durante un rato, recupera su fe en el cine y, también, la humanidad (pero solo un rato). En este caso, hablamos de una comedia de tintes negros, negrísimos, que en versión original se titula "Cottage Country" y que por aquí es conocida como "Una boda sangrienta".
Una pareja de enamorados va a pasar el fin de semana a una bonita cabaña junto al lago. Ella lo espera con delectación ya que él tiene previsto pedirle matrimonio, y no hay cosa más importante para la chica que subirse al altar. Pero cuando llegan, se encuentran que el irritante hermano del novio -y su no menos irritante pareja- ha decidido hacer lo mismo, por lo que la movida casi perfecta que en un principio pintaba que iba a ser, se va al traste. Encima, ambos machos se llevan fatal. Por exigencias de la novia, nuestro protagonista tendrá que plantar cara a su igual y echarlo, pero la cosa se pondrá fea y el "intruso" acabará muriendo de un accidental hachazo, lo que desencadenará una serie de líos, y crímenes, a cada cual más retorcido.
De entrada, cuando uno se pone a ver "Cottage Country", encuentra poco verosímil que su orondo protagonista tenga por pareja a la rubia y muy morbosa Malin "Watchmen" Akerman. Pero claro, a medida que avanza la trama vamos descubriendo la razón. Una que no desvelaré, pero que, digamos, otorga muchos argumentos a un misógino moderado como yo. Y resulta que el trayecto se desarrolla de manera perfectamente consumible. La peli gasta buen ritmo, goza de momentos de humor bastante solventes y se marca un desenlace de campeonato, por lo que, así, sin comerlo ni beberlo, resulta que acabas de digerir una de lo más amena. Libre de pretensiones y complicaciones. Y estas, al final, son las más agradecidas.
Su director, Peter Wellington, era y es un auténtico especialista en series de televisión. Es decir, en dirigirlas.
Pa pasar el ratico nomás.