sábado, 7 de agosto de 2021

ENTERRADO VIVO (MORTUARY)

Una de aquellas raras películas de terror que, adornando como adornaban los estantes de los video-clubs en mi adolescencia, nunca jamás alquilé. Jamás. No hay muchas de estas, pero de vez en cuando alguna cae y, en fin, que es una alegría para las entrañas y el espíritu sentarse virgen ante la pantalla. En este caso hablamos de un producto del año 1983, originalmente titulado "Mortuary" (nada que ver con la ñordilla posterior de Tobe Hooper) y que en España se conoce como "Enterrado Vivo".
Pues bien, aquí de enterrados vivos, nada de nada. Tampoco manos saliendo de sus tumbas. En realidad la cosa gira en torno a una chavala traumada por el asesinato de su padre. El novio y un colega un día se cuelan en el mortuorio del pueblo y presencian una misa negra, o una sesión de espiritismo, no está del todo claro. En su huida, el colega es asesinado por una siniestra presencia vestida de negro -capa incluida- y el rostro pintado de blanco. El novio se salva y vuelve a los brazos de su pareja -aún traumada-. A esta le echa los tejos el rarito del pueblo, que no es otro que el hijo del dueño del mortuorio. Y sí, todo este caos al final converge en un desenlace más o menos clarificador, incluida sorpresita.
En realidad "Enterrado Vivo" es -por mucho que lo quieran revestir de "algo más"- un slasher. Uno que me senté a ver con tanta predisposición a disfrutar que, en fin, no puedo decir que mis impresiones sean muy fiables. Y lo disfruté, ya lo creo. Por su estética, por esas escenas en la roller disco, por el escaso pero llamativo gore y por el look del asesino, realmente inquietante... al menos durante un ratillo. Hasta que descubres claramente quien se oculta tras el maquillaje -que luego resulta ser una máscara-. Digamos que le perdoné todas las cagadas, como la trama confusa, algunos momentos risibles (los chavales que, a pesar de vivir intensos momentos de terror, no tienen problema alguno en quedarse solos, reír alegremente y bailar música disco en cuanto se les presenta la ocasión), actores malos y, cómo no, esa modorra tan afín al subgénero. Pero comparada con todo lo que se hace y veo últimamente, pues joder ¿qué quieren?.
El reparto es bien llamativo, sobre todo por la presencia más que notable de un jovencito Bill Paxton interpretando al "rarito" (o al "nerd" según se mire) o la de Lynda Day George - menudos mondongos gastaba- y Christopher George, ambos pareja en la vida real y que, un año antes, habían asomado el careto en "Mil gritos tiene la noche". Por desgracia, él murió tras "Mortuary", cosa llamativa teniendo en cuenta que, ejerciendo de dueño de la funeraria, suelta unos pocos "speechs" sobre las inevitables fatalidades del fenecimiento.
La fotografía se la debemos a toda una leyenda, Gary Graver, señor que no tenía manías en currar para Orson Welles, luego Fred Olen Ray y, encima, dirigir sus propias chapuzas zetosas.
El máximo responsable/culpable de "Enterrado vivo" es Howard Avedis, director de otros títulos más o menos emblemáticos como "Jugando con fuego", comedia teen con regusto a thriller, o la que sería su última película, "Venganza Final", cuyo llamativo reparto venía encabezado por David Naughton y Barbara Crampton.
En cuanto a "Enterrado vivo"... bueno, pasable si le quitamos el filtro nostálgico. Gozable si se lo dejamos. Allá ustedes.