Se ha hablado ya mucho sobre el descenso de calidad y talento que el cineasta Tobe Hooper sufrió a lo largo de los años, hasta el día de su muerte. Es algo sumamente trágico. Sin embargo, hay un aspecto en todo ello que me parece incluso más deprimente que el mero hecho de rodar cada vez con menos dinero y peores guiones: La pérdida de valores personales. Ver como un joven, rebelde y melenudo Hooper acabó convertido en el artesano incapaz de incorporar nada personal a su cine. Cómo dejó de luchar (míticas son las historias que se cuentan sobre sus enfrentamientos con los ejecutivos de los estudios) para asumir el rol de director de encargo. Y, encima, hacerlo en el peor momento. Cuando más acabada estaba su carrera. Digo yo, pienso, opino, que tal vez ese era, justamente, el momento adecuado para actuar de forma opuesta, teniendo en cuenta que arriesgaba mucho menos que en los tiempos de "Poltergeist" o sus productos para la "Cannon". Pero imagino que a esas alturas ya estaría cansado, hastiado, y no le quedaban fuerzas. La irrebatible frustración de alguien que comenzó desde el hippismo, filmando manifestaciones y debutando con una película totalmente experimental / arty, y terminó abocado a tener que considerarse un especialista en el género del terror. Sí, cierto, en parte fue culpa suya cuando decidió hacer "La matanza de Texas" con fines estrictamente comerciales. Creo que ni él se esperaba que le quedaría tan bien y condenaría de por vida. En realidad, es algo por lo que han pasado todos los cineastas legendarios del fantástico. Personas frustradas del primero al último, aunque siempre he creído que Hooper era el caso más flagrante... peleando por el puesto con Wes Craven.
Esa "lamentez" (de lamentable) puede discernirse sin complicaciones en los extras que acompañaban a "Mortuary" en su respectivo DVD, donde asistíamos al rodaje de la misma y veíamos a un ya avejentado Hooper aprovechando el parón para hablar al equipo de sus tiempos de hippie luchando contra el sistema. Y es que no cuesta darse cuenta de que, en esencia, andaría más interesado en rememorar batallitas que rodar lo que tenía entre manos, totalmente consciente de su pasmosa mediocridad.Una madre viuda con dos retoños recala en un pueblucho donde pretende ejercer de tanatpractora.... es decir, maquillar cadáveres. Para ello se agencia una vieja y sucia funeraria con un secreto. Bueno, dos. Por un lado, la muerte del antiguo dueño y la desaparición de su hijo deforme. Por otro, una especie de sustancia negra que recorre el lugar y reaviva a los muertos. Será el hijo adolescente -como no- el que se vea obligado a desentrañar el misterio y combatir el mal.
Hooper venía de rodar justo el año previo "La masacre de Toolbox" que, sin ser la repanocha, era de lo más digno que había parido los últimos tiempos. Tan contentos estaban todos con el resultado, que los mismos guionistas y el productor decidieron rejuntarse con el amigo Tobe para parir otra de terrores, y eso es "Mortuary", que comparte un poco cierta estética con "La masacre de Toolbox", pero nada más. En general, anda muy por debajo. La historia es mucho más previsible, los personajes nos interesan una mierda, la truculencia es casi inexistente y el clímax final roza el más absoluto de los ridículos. Ver a los chavales corriendo por la casa combatiendo a torpes zombies lanzándoles sal es sumamente patético. Además, facturado todo ello de forma caótica y desganada, algo muy lógico si tenemos en cuenta todo lo antes expuesto con respecto a su director.
El protagonismo recae en Dan Byrd (que al año siguiente de "Mortuary" se desquitó participando en el remake de "Las colinas tienen ojos") y Denise Crosby (la madre de "El Cementerio Viviente").
Aburrida y jodidamente mala.