Supongo que usar el término "muy dosmilera" puede considerarse perfectamente legítimo a estas alturas. "Los ojos del mal" ("See no evil" en v.o.) encaja como un guante en dicha etiqueta. No ya porque sea del 2006, que también, sino por muchos de sus "tics".
Aunque el "nuevo slasher" catapultado a raíz del éxito de "Scream, vigila quien llama" diez años antes ya agonizaba, aún le quedaba algo de oxígeno. Más si lo mezclabas con la tendencia entonces imperante: "Saw" (o torture porn) Así pues, "Los ojos del mal" combina un poco de cada y, de paso, se apunta a esa ambientación sucia -aunque muy Hollywoodiense, es decir, artificial- que pretendía "recuperar" el horror setentero en contraposición al rollo mega-limpio e inofensivo impuesto durante demasiado tiempo por el mentado "hit" de Wes Craven. Aquí cabrían un mayor uso del elemento truculento -tampoco excesivo- y algo de sexy-ismo, aunque no tanto como para poder MOSTRAR un par de tetillas, lo que me parece ridículo (más teniendo en cuenta la peculiar naturaleza del director, como luego veremos) Otros "tics" recurrentes son la sobredosis de hip-hop en la banda sonora, el abuso de imágenes fragmentadas, flashes y otras pijadas tan irritantes como habituales, y que todos los teenagers protas estén de rechupete -especialmente ellas- aunque pertenezcan al lumpen (no hay cosa más desquiciante que la típica actriz mona interpretando a una chica mala a base de poner morritos) Todo ello amparado por Lionsgate (distribuidores oficiales de, yes!, la "Sawga") y "WWE", productora surgida del mundo de la lucha libre emperrada en parir vehículos de lucimiento para algunos de sus hostiadores profesionales. En este caso hablamos de un armario llamado Kane, cuyo aspecto le va de perlas al psycho-killer protagonista de sonoro pero ridículo nombre: Jacob Goodnight. Por lo demás, "Los ojos del mal" es tan trillada que da dolor de cabeza. Ni siquiera tenía pensado incluirla en este blog, hasta que vi que mi compañero no lo había hecho. Y aquí ando.
Un grupo de delincuentes juveniles son reclutados para limpiar un viejo hotel pasto de las llamas. Resulta que un chalado enorme vive oculto entre las paredes y se pirra por agenciarse los ojos de todos los presentes. Puesto que cualquier psycho-killer que se precie debe disponer de su arma "cool" reglamentaria, este se vale de un enorme gancho que lanza para atrapar a sus víctimas. Los últimos supervivientes de la escabechina tendrán que enfrentarse a la bestia y vencerla.
Es cierto que "Los ojos del mal" pretende alejarse de algunos tropos propios del "slasher", pero se queda en un nada llamativo y loable intento. Por ejemplo, que el "final boy" sea el más odioso de todos y, por tanto, aquel al que pensabas iban a destripar primero. O cierta mala uva, como que la chica vegetariana amante incondicional de los animales -en especial los perros- sea devorada en vida por una manada de estos. El elemento truculento está presente, pero poco. Cuando el asesino arranca ojos, no lo vemos en plan gráfico (únicamente si procede con un cadáver) y, siguiendo los cánones del Hollywood más cobarde, es en el palmamiento del malo donde está la chicha. Ya saben, recrearse con la muerte del villano -sea pyscho killer, monstruo o, sobre todo, zombie- se supone menos traumático que si hablamos de inocentes -independientemente de lo aborrecibles que sean- Obviamente, y por año, los CGI comienzan a dar la tabarra, aunque todavía queda sitio para trucajes prácticos.
Hablaba antes de la peculiar naturaleza del director. Pues bien, se trata de Gregory Dark, un señor mucho más conocido por sus aportaciones al cine abiertamente pornográfico. Uno de tirón mainstream -siendo metesaca-, así como bien considerado, estilizado y, por tanto, tremendamente aburrido. Veneno para la libido. Dark se había pasado a la realización de video-clips y su asociación con Britney Spears le otorgó cierto lustre y respetabilidad.
A diferencia de otros de sus compañeros, Kane no logró dar el salto y siguió atrapado en la lucha libre hasta hoy. En 2014 bajó unos peldaños al retomar a Jacob Goodnight en "Los ojos del mal 2" que, seguramente, llegaría directamente en formato doméstico (la primera sí se estrenó en salas) Dirigieron entonces las incapaces -aunque sorprendemente reputadas- Soska Sisters, lo que es sinónimo de mucho malo y nada bueno (¿han visto su horrendo remake de "Rabia"?) El típico e hipócrita caso de alabar dos pavas únicamente por ser pavas, independientemente de sus capacidades, aunque los "fricardos" que así proceden las usen como materia para aligerar el abundante sobrepeso de sus testículos.
El día que llegue la nostalgia de los dosmiles, seguro que a algún cazurro se le ocurre hacer una tercera.
Lo sé, ha sido una reseña desapasionada y funcional... pero, pal caso, va en perfecta consonancia con "Los ojos del mal". Se ve, se soporta y se olvida.