jueves, 29 de abril de 2010

GHOULIES

Tras ver anoche por enésima vez esta película, me quedó una sensación absolutamente nostálgica de “Caray, ¡qué tiempos los de la "Empire"!” y es que, casi en exclusiva, estas producciones son las que logran sacarme sensaciones tales como sabores, olores y sobre todo terrores. Da igual si algunas son pestilentes, forman parte de mi vida, mi formación como persona y, por lo tanto, son obras maestras.
A lo que me enfrentaba era al asqueroso factor “resistencia del paso del tiempo” que tanto temo, eso que hace que cierta peli con la que lo flipabas en la infancia, vista ahora, resulte ser poco menos que una patata hervida… Bien, las de "Empire" están por encima de eso. Es tanta la nostalgia y el buen rollo que al final desprenden, que no afectan en absoluto un visionado actual. Y, ¿saben por qué? Por la fotografía. Es una apreciación. Tienen un tono, una textura que las hace atemporales. Yo al menos lo percibo así.
El hijo de un hechicero es salvado de un ritual de magia negra, hasta que años más tarde hereda la casa de su progenitor y con ella todos los libros sobre hechizos y tal. Se fascina con el contenido y da rienda suelta a toda esa magia insalubre, trayéndose del infierno a su padre, a dos enanos y, como no, a los "Ghoulies". El festín está servido.
Dejando a un lado el famoso film del que esta es consecuencia, sin duda, con "Ghoulies" estamos ante la mejor película de bichejos de cuantas se han hecho. No es que los muñecotes sean un alarde de movilidad, pero tampoco son peluches sin vida como los de "Hobgoblins". Disponen de una cualidad que los hace destacar por encima de los otros: Son criaturas del infierno que fueron concebidas con el fin de provocar el terror. Y echando una vista retrospectiva, ¡vaya si lo conseguían! Recuerdo que "Ghoulies" me aterrorizaba, quizás no tanto los bichos como ese resucitamiento del padre del prota, el ambiente espiritista y, sobre todo, la escena en que una jamona seduce a uno de los cachondos que acuden a los rituales del colgado del prota, para pronto estrangularle con una larguísima lengua. Me ponía los pelos de punta.
En el factor reproches, la recordaba más sangrienta y apenas hay gore.
Poco más que decir. Deliciosa banda sonora de Richard Band, como de costumbre. Charles Band produciendo y en su mejor momento. Actores de serie z que nunca despuntaron demasiado como Peter Liapis, al que pudimos ver también en "Wishmaster" y repitió en la extraña y salida de madre "Ghoulies IV" de Jim Wynorski, o Scott Thompson, quien venía de "Loca academia de policía". Ted ("Terrorvision") Nicolaou en el montaje y Luca Bercovici dirigiendo. Llegó a encargarse de un par de pelis más no tan destacables y escribió algún guión para, finalmente, centrar su carrera en la actuación, que es a lo que se dedicaba generalmente.
Una delicia.