Tras ver anoche por enésima vez esta película, quedé con una sensación absolutamente nostálgica de “Caray, ¡Que tiempos los de la Empire!” y es que, casi en exclusiva, estas producciones son las que logran sacarme sensaciones tales como sabores, olores y sobretodo terrores. Da igual si algunas de aquellas películas son pestilentes, forman parte de mi vida, mi formación como persona y por lo tanto obras maestras.
A lo que me enfrentaba, era al asqueroso factor “resistencia del paso del tiempo” que tanto temo, eso que hace que cierta peli con la que lo flipabas en la infancia, vista ahora, resulte ser poco menos que una patata hervida… Bien, las pelis Empire están por encima de eso. Es tanta la nostalgia y el buen rollo que al final desprenden, que no afectan en absoluto un visionado actual. Y, ¿saben porque es? Por la fotografía. Es una apreciación. Tienen un tono, una textura que las hace atemporales. Yo al menos lo percibo así.
Ya saben de qué va GHOULIES. El hijo de un hechicero es salvado de un ritual de magia negra, hasta que años más tarde hereda la casa de su progenitor y con ella todos los libros de magia negra que hay en ella. Se fascina con el contenido y da rienda suelta a toda esa magia, trayéndose del infierno a su padre, a dos enanos y, como no, a los Ghoulies. El festín está servido.
Dejando a un lado la peli de la que esta es consecuencia (GREMLINS), sin duda, GHOULIES es la mejor película de bichejos de cuantas se han hecho. No es que los muñecotes sean un alarde de movilidad, pero tampoco son peluches sin vida como los de HOBGOBLINS, pero si tienen una cualidad que los hace destacar por encima de los otros bichejos: Son criaturas del infierno que fueron concebidas con el fin de provocar el terror. Y echando un vista retrospectiva, ¡vaya si lo conseguían! Recuerdo que a mí GHOULIES es una película que me aterrorizaba, quizás no tanto los bichejos pero si ese resucitamiento del padre del prota, ese ambiente espiritista y sobretodo la escena en que una jamona seduce a uno de los cachondos que acuden a los rituales del colgado del prota, para pronto estrangularle con una larguísima lengua. Aquella escena me ponía los pelos de punta.
En el factor, gore si que la recordaba más sangrienta; apenas hay gore.
Poco más que decir. Deliciosa banda de Richard Band, como de costumbre, Charles Band en la producción y en su mejor momento, actores de serie z que nunca despuntaron demasiado como Peter Liapis, al que pudimos ver también en WISHMASTER y que repitió en la extraña y salida de madre GHOULIES 4 de Jim Wynorski o Scott Thompson que venía de LOCA ACADEMIA DE POLICIA, Ted (TERRORVISION) Nicolau en el montaje, y en la dirección Luca Bercovici que dirigió un par de pelis mas no tan destacables y escribió algún guión para centrar su carrera en la actuación que es a lo que se dedicaba.
Una delicia.
A lo que me enfrentaba, era al asqueroso factor “resistencia del paso del tiempo” que tanto temo, eso que hace que cierta peli con la que lo flipabas en la infancia, vista ahora, resulte ser poco menos que una patata hervida… Bien, las pelis Empire están por encima de eso. Es tanta la nostalgia y el buen rollo que al final desprenden, que no afectan en absoluto un visionado actual. Y, ¿saben porque es? Por la fotografía. Es una apreciación. Tienen un tono, una textura que las hace atemporales. Yo al menos lo percibo así.
Ya saben de qué va GHOULIES. El hijo de un hechicero es salvado de un ritual de magia negra, hasta que años más tarde hereda la casa de su progenitor y con ella todos los libros de magia negra que hay en ella. Se fascina con el contenido y da rienda suelta a toda esa magia, trayéndose del infierno a su padre, a dos enanos y, como no, a los Ghoulies. El festín está servido.
Dejando a un lado la peli de la que esta es consecuencia (GREMLINS), sin duda, GHOULIES es la mejor película de bichejos de cuantas se han hecho. No es que los muñecotes sean un alarde de movilidad, pero tampoco son peluches sin vida como los de HOBGOBLINS, pero si tienen una cualidad que los hace destacar por encima de los otros bichejos: Son criaturas del infierno que fueron concebidas con el fin de provocar el terror. Y echando un vista retrospectiva, ¡vaya si lo conseguían! Recuerdo que a mí GHOULIES es una película que me aterrorizaba, quizás no tanto los bichejos pero si ese resucitamiento del padre del prota, ese ambiente espiritista y sobretodo la escena en que una jamona seduce a uno de los cachondos que acuden a los rituales del colgado del prota, para pronto estrangularle con una larguísima lengua. Aquella escena me ponía los pelos de punta.
En el factor, gore si que la recordaba más sangrienta; apenas hay gore.
Poco más que decir. Deliciosa banda de Richard Band, como de costumbre, Charles Band en la producción y en su mejor momento, actores de serie z que nunca despuntaron demasiado como Peter Liapis, al que pudimos ver también en WISHMASTER y que repitió en la extraña y salida de madre GHOULIES 4 de Jim Wynorski o Scott Thompson que venía de LOCA ACADEMIA DE POLICIA, Ted (TERRORVISION) Nicolau en el montaje, y en la dirección Luca Bercovici que dirigió un par de pelis mas no tan destacables y escribió algún guión para centrar su carrera en la actuación que es a lo que se dedicaba.
Una delicia.