Años llevaba ya intentando localizar esta película que en su momento alquilé en un infecto vídeo-club minúsculo de mi barrio al que nunca llegaban las últimas novedades y únicamente disponían de un buen número de ponzoñas. Finalmente, gracias al bendito y maldito internet, he podido recuperarla. Y si en su momento me pareció un tostón horrible, ahora he sabido apreciarla y digo que sí, que es un tostón horrible, pero con cierta gracia.
Y es que en los 70 Sylvester Stallone pasaba más hambre que vergüenza protagonizando títulos de factura prácticamente amateur como la que nos ocupa, rodada en maravillosos 16 mm, o locuras porno soft como la archipopular "El semental italiano". Luego llegó "Rocky" y, con él, el cambio de vida para el actor.
"Días felices", que luego, cuando Stallone se hizo más famoso que el papa, volvió a editarse en VHS por "Columbia" bajo el titulo de "Black Jackets" (el original es "The lord of Flatbush"), es una película genuinamente sin argumento, no lo hay, viene construida a base de skechtes, unos más dramáticos, unos más cómicos, y termina de golpe sin que nos haya contado nada. Esto es todo lo que sabemos: Jóvenes macarras de los suburbios de Nueva York hacen cosas. Y, de repente, el final. O los directores eran unos auténticos zoquetes, o se quedaron sin dinero para terminarla.
Lo primero que me ha llamado la atención es que parece enteramente improvisada. Hay momentos en los que los actores se quedan en blanco, como si estuvieran pensando qué decir. Algo que chocará a más de uno, pero a mí me parece maravilloso.
Pero todo lo bueno y lo malo, en resumidas cuentas da igual, porque esto es un coñazo al que hay que echarle cojones y decir “yo puedo más que tu”, porque si no, no hay manera de verla entera. Es su condición de rareza lo que hace que merezca la pena el esfuerzo.
A destacar un bailecito vacilón que se marca Stallone al principio de la peli, estando en clase y con el fin de provocar a su maestra.
De los inútiles de los directores, Martin Davidson y Stephen Verona, se sabe poca cosa. Davidson rodó una parodia de superhéroes con John Ritter, "Finalmente Héroe", y luego se labró una carrera en televisión. Verona dirigió cuatro cosas menores más y desapareció.
Y es que en los 70 Sylvester Stallone pasaba más hambre que vergüenza protagonizando títulos de factura prácticamente amateur como la que nos ocupa, rodada en maravillosos 16 mm, o locuras porno soft como la archipopular "El semental italiano". Luego llegó "Rocky" y, con él, el cambio de vida para el actor.
"Días felices", que luego, cuando Stallone se hizo más famoso que el papa, volvió a editarse en VHS por "Columbia" bajo el titulo de "Black Jackets" (el original es "The lord of Flatbush"), es una película genuinamente sin argumento, no lo hay, viene construida a base de skechtes, unos más dramáticos, unos más cómicos, y termina de golpe sin que nos haya contado nada. Esto es todo lo que sabemos: Jóvenes macarras de los suburbios de Nueva York hacen cosas. Y, de repente, el final. O los directores eran unos auténticos zoquetes, o se quedaron sin dinero para terminarla.
Lo primero que me ha llamado la atención es que parece enteramente improvisada. Hay momentos en los que los actores se quedan en blanco, como si estuvieran pensando qué decir. Algo que chocará a más de uno, pero a mí me parece maravilloso.
Pero todo lo bueno y lo malo, en resumidas cuentas da igual, porque esto es un coñazo al que hay que echarle cojones y decir “yo puedo más que tu”, porque si no, no hay manera de verla entera. Es su condición de rareza lo que hace que merezca la pena el esfuerzo.
A destacar un bailecito vacilón que se marca Stallone al principio de la peli, estando en clase y con el fin de provocar a su maestra.
De los inútiles de los directores, Martin Davidson y Stephen Verona, se sabe poca cosa. Davidson rodó una parodia de superhéroes con John Ritter, "Finalmente Héroe", y luego se labró una carrera en televisión. Verona dirigió cuatro cosas menores más y desapareció.