martes, 8 de noviembre de 2011

JEKYLL Y HYDE... HASTA QUE LA RISA LES SEPARE

De chaval me encantaba esta peli. Recuerdo que incluso la alquilé con un grupo de amigos y la vimos todos juntos, pasándolo en grande (menos uno, que se ofendió con un inocente gag en el que un cochecito de bebé cae al suelo). Desde entonces no había vuelto a verla... y ayer noche, antes de hacerlo, la curiosidad se mezclaba con el temor. Ya saben cómo va esto.
No hay mucho que contar de la trama, ya que al mismo tiempo que adapta en tono cómico la famosa obra de Robert Louis Stevenson (ojo a su "aparición especial", probablemente lo mejor de toda la peli), imita otra versión coñera de aquella, "El profesor chiflado" de Jerry Lewis. En este caso Jekyll es un cirujano estupendísimo que un día abandona su especialidad para investigar sobre las drogas. De este modo, y con ayuda de algún que otro accidente, inventa una farlopa (muy de moda en aquellos tiempos, 1982) que al esnifarla te convierte en un golfo de tomo y lomo, sexualmente hiperactivo y con un aspecto lejanamente punkero, algo también muy acorde a la época y que es explotado en una secuencia en la que el Sr.Hyde se mete en un club lleno de crestudos bailando al son de una canción rockera/nuevaolera cantada con "actitud" por la moza de sus intereses. De hecho, en otra secuencia el buen doctor lleva una chupa llena de chapitas, y del cuello le cuelga una gillette, lo que sumado a sus pelos de punta incrementan el asunto. Todo ello extrañamente mezclado con ciertos ribetes discotequeros. Vamos, que los guionistas tenían una paja monu y mental.
"Jekyll y Hyde... hasta que la risa les separe" es un raro caso de comedia juvenil/gamberra mezclada con puro "spoof". Hacía no tanto que "Aterriza como puedas" había triunfado en taquilla, y para promocionarla se usaba el slogan de "Los desastres de estos hospitales son tan divertidos como las catástrofes aereas de "Aterriza como puedas"". Ni caso... ¿o si?, porque a fin de cuentas las secuencias puramente "spoof" se desarrollan estrictamente en el hospital. El resto, es comedia más standard y pretendidamente ofensiva (que no llega) a base de muchos chistes picantes (el mejor es el del "objeto foráneo"). El director demuestra muy poca imaginación a la hora de rodar, limitando algunas secuencias a largos planos generales y demasiadas pausas que se cargan el ritmo. Aquí el que de verdad se luce (y se cansa) es el prota, Mark Blankfield, marcándose una lección de histrionismo actoril y físico que te agota nomás verlo. ¡AH!, fricada: la voz que le meten en el doblaje español a Hyde es la misma que le metían al prota de "Hysterical" cuando andaba poseído.
En la producción nos encontramos a un novatillo Joel Silver, que acabaría siendo el cerebro en la sombra de los grandes títulos de la acción ochentera. En el reparto, pues muchas caras más o menos conocidas, destacando por curiosas las de Cassandra Peterson (futura "Elvira" y, ¡ojo!, que enseña pezón), Tim Thomerson (futuro astro de la serie Z), Barret Oliver (el niño repelente de "D.A.R.Y.L."), el enano negro Tony Cox (¿pero este señor ha hecho algo más que no sean comedias desmadradas?) y el eterno secundario de ojitos minúsculos Art La Fleur.
En definitiva, no es tanto como la recordaba, pero tampoco creo que pueda llamarla caca. Sin ser especialmente efectiva en su cometido de hacer reír, y desprendiendo a veces
 un tontismo excesivo, la verdad es que "Jekyll y Hyde... hasta que la risa les separe" se puede ver y no aburre demasiado. Simpática por los pelos.