martes, 16 de julio de 2013

EL SECRETO DE LOS 24 ESCALONES

Independientemente de lo mierda que es el cine español, que lo es como todos ustedes saben, procuro no ir a verlo, porque me parece una vergüenza que paguemos con nuestros impuestos  esas películas, que tengamos que amoquinar por la entrada de algo que, como pagamos, nos pertenece y en definitiva, que chupen tanto del bote esta panda de hijos de puta, y añadan todos los tópicos aplicables a ese tema.
Por suerte, el cine español está teniendo en estos días su merecido. Nadie va al cine, ergo, no genera dinero, ergo, se acabó la aberración.
Y espero que, en caso de renovarse la mini-industria, tire por otros derroteros, o al menos, que el que haga una peli la haga con su propio dinero, y no con mis retenciones del IRPF.
Pero, de vez en cuando, y según que cosa, me descargo alguna peliculita española vía mula (porque pagar en taquilla, ni de coña). Aclararé, que cuando hablo de cine español, me refiero solamente al hecho desde finales de los ochenta hasta la actualidad, porque en contra, adoro el cine español,  en todos sus géneros, si son películas anteriores a estas fechas.
Pero de vez en cuando aparece algo que desde que ves el cartel (el de esta es para darle de comer a parte) sabes que va a ser más malo de lo normal, lo que se traduce en  risas y diversión… o no. Una de este mismo estilo, es “Ouija”, que dentro de lo malo, es curiosa. Esta, no lo es.
Las manos a la cabeza me llevé cuando vi  que el director de esta inyección de Sida era Santiago Lapeira. ¿Qué quien es el Lapeira este? Ya le insulté cuando reseñé su anterior película “E.S.O”. Pero si pudiera, ahora mismo, le asesinaría.
¿Por qué dirige este tipo?, ¿qué chanchullos se trae con el ministerio de “cultura”?. No es normal que un individuo haga unas películas tan mierderas, que sean un fracaso de taquilla, y que encima siga haciendo más…
Esto es lo peor, de lo peor, de lo peor… de no verlo vaya, e insisto, no le busquen las risas a esto, ni de eso hay. Porque cuando reivindico las películas malas y aburridas, es porque a pesar del bodrio que me estoy tragando, estas tienen encanto o algo así. Esta ni eso. Entre verla y que me sodomicen, creo que es más atractivo que le enculen a uno. Siendo heterosexual, claro, que los gays lo prefieren igualmente…
Para más inri, en “El secreto de los 24 escalones”, los ignorantes productores (entre los que forman parte los de “Canónigo films”, que se tienen ganada mi estima porque en su día facturaron cosas que me encantan como “Rojo Sangre” o “Hot Milk”… ahora ya les he perdido un poco esa estima, porque respeto no les tuve nunca), se cuidan de contratar a uno de estos chavalillos que, según las pelis que hacen (porque Mario Casas triunfa cuando hace películas para niñatas, cuando hace basura infame tipo “Carne de Neón”, se pega la misma hostia que se pega cualquier película en la que no salga Maribel Verdú, porque no van las viejas a verla) que convierten en oro todo lo que tocan. En este caso uno que, guapete, a penas se le entiende cuando habla y tiene una pinta de poligonero garrulillo que tira de espaldas; Máxi Iglesias. Obviamente, esa recaudación no pudo ser, a pesar de su presencia. O quizás, su presencia sea solo un señuelo que nos haga pensar que le utilizan como reclamo, para despistarnos de los verdaderos motivos de la existencia de esta película, que seguramente sean bastante corruptos. O no, porque realmete, el Iglesias es un actor del todo mediocre.
Un inciso. Conozco actores que nunca han llegado a nada en esto del cine, que se cagan en la madre que parió a todos estos jovencitos, e incluso en la de los ya consagrados, alegando que es que son todos muy malos. Yo los escucho, y digo “Cuanta razón tienen”. Y tras ver algunos de sus trabajos, enchufes a parte, llego a la conclusión de que si no logran nada, es porque ellos son aún PEORES.
Volvamos a la película.
Un grupo de chavales, que pese a su aspecto aseado parecen sucios y a pesar de ser estudiantes parecen retrasados mentales, acuden  de vacaciones a un pueblo montañés de no se qué pollas. Allí, tras ver como otro subnormal, esta vez entradito en años, muere mientras dice cosas en latín,  otro demente les comenta que tiene el pergamino que les conducirá a los 24 escalones, así que los guapitos, sin motivo, pillan el papelote y se van a buscarlos. Otros pavos que rulan por ahí (e incluso, un negro), quieren matarlos y quitarles el papelote. ¿Por qué? Porque coleccionan papelotes.
Nada. Conversaciones estúpidas sin gracia alguna sobre ligoteo, idas y venidas, los actores doblados por dobladores profesionales, ningún ritmo, nada de espectáculo (que su cartel, aunque cutre y salchichero, sí nos vende espectáculo y templarios…), dolor de ojos, vergüenza ajena, y tentativas de darle al stop en vez de al fast forward.
Es tan mala, que ni siquiera puedo explicar lo aberrante que es. Pero es que, además, tampoco es tan aberrante como para indignarme…. es nada. Así que, “El Secreto de los 24 escalones” pasaría formar parte de una nueva categoría, que sería “Las películas nada”. Con "E.S.O", me cebé injustamente, dejándome llevar por el entusiasmo, cuando esa basura es lo mismo: Nada.
En cuanto a Lapeira, un director que debería ganarse mi simpatía simplemente porque cultiva el género, por favor, que alguien le mate. O por lo menos, que deje de recibir subvenciones… claro, que a lo mejor sus películas son lo de menos, porque solo sirven para blanquear algún tipo de dinero.
Que asco de país. Que asco de cine. Que asco.