La policía se encuentra en un barco, en el que por motivos
extraños toda su tripulación ha muerto, unas cajas de café en cuyo interior, en
lugar de café, se encuentran unos huevos cuya yema, al tomar contacto con los
humanos, hace que estos revienten por dentro. Pronto el gobierno descubrirá que
estos huevos son de alienígena y también, que el origen de todo esto está en
Colombia. Así que viajan hasta allí, un poli, una alto cargo del gobierno y un
astronauta que estuvo en Marte y que sabe dos o tres cosas sobre el asunto. La
cosa terminará como el rosario de la aurora, con un muñecajo devorador de
humanos, que permanece estático en su sitio.
Dirigida por el ayudante de Dario Argento, Luigi Cozzi, cuya
filmografía más selecta está firmada bajo el pseudónimo de Lewis Coates, este
caballero cuando no estaba haciendo películas de “Hercules” para lucimiento de
Lou Ferrigno, lo que hacía era expoliar
conceptos de éxitos americanos –o eso pensamos… porque la realidad, es que solo
“Contaminación: Alien invade la tierra” y “Star Crash: Choque de galaxias” son
plagios, de “Alien” y “La Guerra de las galaxias”, respectivamente- y de ahí su
fama. Pero lo chocante de su carrera no es esto, si no que, siendo Italiano, y
de la tradición de directores de la que proviene, Cozzi, tiene una filmografía
demasiado escueta. No obstante, y siendo un manazas funcional, su “buen” hacer
detrás de la cámara, le sitúa un par de peldaños por encima de otros
“Artesanos”, que es como se les llama a los inútiles, de coetáneos tales como
Lenzi o Fulci, de los que si digo lo que pienso, puedo temer por mi integridad,
ya que una horda de fans retarderds de estos italianos, pueden firmar mi
sentencia de muerte con tan solo pronunciar el nombre de sus dioses en bano.
Y es que “Contaminación: Alien invade la tierra” es
ligeramente superior a cualquier clásico Italiano de aquella época. Como ya he
dicho, al menos está entretenida y el paso del tiempo no la ha deteriorado
tanto como a otras de aquellas mierdas.
Eso sí, cutreces no le faltan. La más destacable es la
maqueta, más o menos bien construida, que simula una gruta del planeta Marte.
En ella, hay unas decenas de los huevos protagonistas; bien, todo va de puta
madre, hasta que en un momento, un foco ilumina esa maqueta, dejando claro que
los huevos no son tales, sino ¡¡aceitunas!! ¡Resuelven la papeleta de los cientos
de huevos de Alien, colocando en la maqueta aceitunas, algunas de ellas,
incluso, con el rabito!
Sin embargo, todo lo referente a gore está más que bien
servido. No solo la cámara se recrea sabiamente en mostrarlo, sino que este,
obra del maestro de los efectos especiales
Giovanni Corridori (“Tenebre”, “La espada Salvaje de Krotar” por citar
algunos de sus trabajos, y que acabó trabajando para Hollywood”) está tan
terriblemente bien hecho, que da cierta grima. Un trabajo bárbato.
La película, no es un plagio propiamente dicho de la de
Ridley Scott, es decir, que no copia o simula las desventuras de Ripley y su
séquito a bordo de una nave parecida al Nostromo. Solamente toma prestado el
concepto huevil, para en torno a esto, contarnos una historia que nada tiene
que ver con la de la película expoliada; a parte de los huevos, las reventadas
de estomago y el climax final, que recrea en su justa medida la ambientación de
la nave de “Alien, el octavo pasajero”, absolutamente nada tiene que ver con
ella… claro que de cara al incauto público, si esto puede pasar por secuela
directa, mejor que mejor.
No obstante diré que mientras la genuina “Alien”, la incuestionable
obra maestra, me parece un absoluto coñazo, ya les digo que este plagio me
parece una película simpatiquísima, que efectivamente, me gusta mucho más que
la original. O al menos, tiene más ritmo. Aunque no me tomen por imbécil; se
cuales son los valores cinematográficos de cada una de ellas. Y en definitiva,
“Contaminación: Alien invade la tierra” es una basura de las que hacen época,
pero una basura bien digna y divertida, por lo que ya pasa a ser buena.
En el reparto tenemos a Ian Mc Culloch, presente en cosas
tan icónicas del fantástico italiano como puedan ser “Nueva York bajo el terror
de los Zombi” o “Zombi Holocausto”, la gabacha
Louise Marleau y el tan Italiano que es incapaz de parecer Americano,
solo por lo mucho que gesticula, Marino Masé, todo terreno habitual de los
“Polizescos” que también coqueteó con la comedia (“Otra loca academia de Policía”)
o el terror (“Bestia Asesina”) y acabó actuando en “El Padrino III”.
Absolutamente entrañable, y a su modo, y en lo suyo,
imprescindible.