lunes, 12 de octubre de 2015

WARLOCK, EL BRUJO

Steve Miner dirige un guión de David Twohy que le saca buen partido  a “Terminator” porque, con las variaciones pertinentes, se trata del mismo argumento: Un brujo que anda haciendo putaditas y cosas de brujo en el siglo 17 (no se como se escribe en números romanos) viaja en el tiempo hasta nuestros días (en este caso nuestros días son los ochenta) y se pone a hacer cosas de brujo mientras trata de encontrar unas páginas que están desperdigadas y con las que podrá destruir el universo. Por otro lado, también llegará a nuestros días un “Cazabrujos” que con la ayuda de una muchacha contemporánea, interactuará intentando detener a Warlock mientras este les esquiva.
“Warlock, el brujo” es una de esas películas con cierto tirón popular (y hasta algo de culto) que, sea por el motivo que sea, yo a estas alturas todavía no había visto. Una vez visionada por primera vez, para mí, resulta ser condenadamente entretenida, y a su vez, un ejemplo de cómo mantener el ritmo en una película. Con el paso de los años, las películas ochenteras tienden a  resentirse, “Warlock, el brujo” aguanta el tipo perfectamente, y si la ves de primeras y sin saber de que época es, tendríamos dificultades para saber de que año data esta cinta, y si nos dicen que es de 2000, puede hasta colar. Solo “puede” porque los efectos pobretones de hilos y Chromas, cantan por soleares a ochenterismo.
Sea como fuere, la película funciona perfectamente. Una combinación de fantasía y terror que, a pesar de que al final se queda a medio camino de cada género quedándose muy aséptica en uno, y excesiva en el otro, funciona a la perfección porque al fin y al cabo está todo muy bien combinado.
Aunque se rodó en 1989, la película no vio la luz hasta bien entrado 1991, porque, con esta ya terminada, su productora, la “New World”, quebró, con lo que se quedó sin estrenar hasta que , más modesta,  “Trimark” se hizo con los derechos de explotación y la estrenó, convirtiéndose en un pequeño éxito y en una cinta de culto. En nuestro país, apenas congregó a 150.000 espectadores de la época en los cines, pero si que funcionó, siendo un bombazo, en los videoclubes, convirtiéndose esta en un clásico del cine alquilado.
De hecho, generó dos secuelas “Warlock: the Argameddon” de 1992, también con Julian Sands de protagonista –como en esta- y dirigida por el simpático Anthony Hickox, y “Warlock III”, bastante tardía, de 1999, sin Julian Sands que sería sustituido como Warlock por Bruce Payne (¿), y que en nuestro país al menos (y en los USA en el caso de la tercera) saldrían directas para el mercado del vídeo.
Junto a Sands (Visto en “Mi obsesión por Helena” o “Leaving Las Vegas”) tenemos en el reparto a gente de la calaña de Lori Singer (sobretodo, reconocible por su papel en la serie “Fama” y luego ya por cosas como “Footloose” o “El hombre del zapato rojo” para luego no hacer nada más destacable), Richard Grant (con muuuuchos papeles secundarios en su carrera, por ejemplo, “Spice World” (Je¡)) o Mary Woronov .
A Steve Miner ustedes ya le conocen de sobra, quiero creer; además de la dos y la tres de Viernes 13, también dirigió “Harvard: Movida Americana”, “Eternamente Joven” y hasta “Mi padre ¡que ligue!” entre otras cosas que descubrirán sin pinchan al enlace al que lleva su nombre.
Para terminar, decir como anécdota que “Warlock, el brujo” es una de esas películas que en los USA les cuelgan el San Benito de “peligrosas” porque algún loco comete algún asesinato tras verla; en este caso, dos niños despellejaron a otro para, al igual que Warlock, poder volar consumiendo su grasa. Cosas que pasan.
Muy maja.