viernes, 26 de mayo de 2017

¡MARCHANDO!

Ryan Reynolds, muy popular últimamente en sus roles de superhéroe tiene, sin embargo, un pasado no muy lejano muy ligado a las “SexComedies” donde encajaba como un guante. Llegó a interpretar a un obeso  en “Solo Amigos” apareció en “Van Wilder: Animal Party” o “2 Colgaos Muy Fumaos” todas ellas comedias sexuales que por poco le condenan a estrella pasajera del género como les pasò a tantos otros. Máxime la película que nos ocupa “¡Marchando!”, que como toda buena muestra del género, costó cuatro duros y recaudó siete veces su presupuesto. 3 millones de inversión, 18 de recaudación en todo el mundo, incluyendo ahí, los escuetos 91.000 espectadores que hizo la película en nuestro país.
Otra estrella de hoy en día, comparte similar pasado y creditos en “¡Marchando!” con Reynolds, Justin “Bocagrande” Long.
Se trata de una de las “Sex Comeys” más descaradas y garrulas de la época en un tiempo en que el género está en auge gracias, como saben, a “American Pie” y que recibió una calificación para adultos, a pesar de que, muy al contrario que sus coetáneas, no contiene ni un solo desnudo femenino que sirva para vender entradas a costa de calentar al personal; sin embrago, y con el ánimo de ofender,  si que vemos unos  testículos asomar por una bragueta (supuestamente, los de Luis Guzmán), o un pubis femenino completamente poblado y lleno de suciedad, que gracias a dios canta por soleares su procedencia protésica. Asimismo, el ver en plano como su propietaria se quita pelotillas del mismo es material cómico de primera categoría, y maravilloso pésimo gusto. Porque efectivamente, lo mejor de “!Marchando¡” es que es muy, muy graciosa.
Cuenta un día en la jornada laboral de un grupo de camareros en el interior del restaurante en el que trabajan. Y no hay más argumento que ese, tan solo una sucesión de gags uno detrás de otro aprovechando las instalaciones de dicho entorno. Aunque hay un par de pequeñas subtramas –uno de los camareros se plantea el largarse de un trabajo en el que se encuentra estancado y sin futuro, o la relación sexual tórrida entre una de las camareras y uno de los cocineros- la principal giraría en torno a un juegecito que se trae el personal masculino del establecimiento, en el que cada empleado, tendrá que ingeniárselas para mostrar sus genitales a cualquiera de sus compañeros cuando estos menos se lo esperen. Si accidentalmente, uno de ellos mira, el dueño de los genitales tiene completo derecho a darle patadas al mirón y acusarle de maricón. La combinación de formas de cómo mostrarla, es absolutamente desternillante.
Verdaderamente, se trata de una comedia muy divertida y repleta de incorrección política y  escatología.
La idea de “¡Marchando”! se gesta  en los noventa en la cabeza del camarero Rob McKittrick, quien trabajando en una franquicia de restaurantes, y siendo un fan absoluto de “Clerks” y “Movida del 76”, preparado para ser un perdedor toda su vida, cuando llegaba a casa tras las duras jornadas laborales, se escribe el guión de la película basándose en su propia experiencia y en los personajes que se encontró en el camino tras muchos años sirviendo mesas, con el fin de realizarla de manera independiente y por cuatro duros.
Uno de los clientes del restaurante, resultó ser un pequeño productor de la zona, quién logró reunir 20.000 dólares con los que, juntos, pensaban rodar la película.
Sin embargo, el guion de “¡Marchando!” fue bendecido por la suerte desde el principio. McKittrick, envió el guion a muchísimos estudios en Hollywood, por probar, y le hicieron caso. Hasta llegó a recibir las atenciones de Universal, quienes tras leerlo, no obstante, dijeron que se trataba de un guion horrible. Sin embargo, se tomaron la molestia de leerlo, lo que en Hollywood ya es mucho, y más cuando la única referencia que tienen de un director, es que es camarero.
Finalmente, y tras un par de devaneos entre productoras de la más variada índole, y tras conseguir un buen agente, McKittrick vende el guion a Artisan Enterteinment, quienes muestran bastante interés por el material escrito.
El guion, a pesar de esto, se queda guardadito en un cajón hasta que Artisan decide venderlo por su parte y Lions Gate muestra interés por el mismo. Esto hará que McKrittrick espera años hasta que su proyecto vea la luz, pero, imprevisiblemente tras las manos por las que ha pasado, es Lion Gates quién le permite debutar como director en el cine, poniendo a su disposición tres millones de dólares que, básicamente, se emplean en contratar un reparto de primera categoría. Dentro de este reparto, Justing Long, y AnnaFaris, habían trabajado como camareros durante años antes de convertirse en actores, por lo que encajaron a la perfección en sus papeles. Por otro lado, Luis Guzmán, que interpreta a un antihigiénico camarero, también tenía nociones de cocina, mientras que Andy Milonakis era un intenso consumidor de comida Mexicana que de tanto ir a esos restaurantes, había trabado amistad con todo tipo de camareros, así que conocía el ambientillo. Todos los actores contratados parecían diseñados para hacerle film.
Cuenta McKittick, que el rodaje fue tan divertido como la película en sí misma, y eso en el resultado final se nota. El espectador se percata de que los actores se lo están pasando muy bien, y en consecuencia, se contagian de su diversión, si también hay que tener en cuenta que tan solo es una película de chistes sobre pollas que nunca pasara a la posteridad. Ni falta que le hace.
Estrenada en 2005, con los años se ha granjeado un culto considerable en Estados Unidos, por lo que la película cuenta con una secuela del año 2009 que se concibió para su explotación en el mercado del vídeo, bajo el título de “Still Waiting” y que aún con un nuevo guion de McKittrick, ya no cuenta con este en las labores de dirección –le sustituye Jeff Balis, productor de la primera cinta- ni con las de Ryan Reynolds como actor, aunque si que cuenta con la mayoría del reparto original.
Curiosamente, ni Rob McKittrick ni Jeff Balis han vuelto a dirigir una sola película después de estas, pero ambos, se ganan la vida con el cine en diferentes oficios, lo que no es poco ni malo. Y menos, cuando tienes unos orígenes tan humildes como los del primero, y por los que existe esta estupenda película.
Muy divertida y recomendable.