lunes, 15 de octubre de 2018

DOS MEJOR QUE UNO

“Dos mejor que uno”, basada en la novela de José Luis Olaizola “El señor del huerto”,  quizás suponga una de las últimas películas adscritas a la denominada “tercera vía del cine español”, categoría esta a la que la película está adscrita, y que aglutinaba todos aquellos trabajos que deambulaban entre el cine popular y el cine intelectual con un fuerte componente socio político y económico en su haber. Esta tendencia fue perdiendo terreno en el momento en que la comedia madrileña irrumpió con fuerza en nuestras pantallas, sin duda más frívola y moderna, aunque deudora  asimismo de esta corriente.
Por otra parte, “Dos mejor que uno” lanza un mensaje fraternal y abiertamente comunista, no exento de buenas intenciones, que junto a un reparto compuesto por actores de dos generaciones, y una historia amena y modesta, nada pretenciosa, se convierte en una refrescante propuesta. Cine español ochentero del que tenía su propia entidad y al que, contra todo pronóstico, los años no han hecho más que beneficiarle.
Sin embargo, se trata de una película que al deambular un poco por tierra de nadie, pasó inadvertida en su paso por cines, permaneciendo prácticamente inadvertida durante todos estos años dando señales de vída únicamente en dispersos pases televisivos. 52.000 espectadores fueron los que pasaron por salas. Poca cosa.
Cuenta la historia de dos amigos de la infancia, uno prudente y apocado, otro completamente histriónico, que son presentados sin que conozcamos mucho de sus pasados —salvo por un par de flashbacks a su niñez que nos ponen un poco en situación— pero mientras que uno no da palo y vive más o menos como un vagabundo, el otro, encargado de vigilar un solar destartalado y viviendo en una chabola, decide, con permiso del dueño del solar, plantar un huerto con el handicap que supone el plantar un huerto en pleno casco urbano y en un descampado en el que no hay agua corriente. Pronto, un montón de amigos y vecinos trabajarán codo con codo con el fin de llevar esa plantación a buen puerto. El problema es que una oficina banquera colindante, quiere hacerse con ese solar para edificar, cueste lo que cueste.
La nota romántica la pone el triangulo amoroso formado por los protagonistas, enamorados de la misma mujer, que para más inri, está casada con uno de ellos.
Un film muy agradable y dinámico cuyo mensaje positivo no deja al espectador que se desanime, pese a que, paradójicamente, el final es para nada esperanzador.
El reparto está lleno de estupendos actores; por un lado tenemos a José Sacristan (rey indiscutible de la tercera vía), Antonio Resines, Jesús Bonilla o Miguel Rellan, representando aquella etapa contemporánea a la vez que comparten plano con los veteranos Agustín González, Rafael Alonso, Rafaela Aparicio o Saza.
El director, Ángel Llorente, debutaba con este largometraje tras haber escrito los guiones de “Volver a empezar” o “El Hueso”. Su carrera como guionista y director no fue lo suficientemente fructífera y no nos dio tiempo a ver como hubiera evolucionado este señor, porque nueve años después de rodar el que es formalmente su último trabajo,  Ángel Llorente fallecía con poco más de 51 años. Una lástima.