"Blood Feast" fue la primera película gore tal y como las conocemos hoy. Y la primera de ese tipo realizada por Herschell Gordon Lewis. Luego haría más, pero tenderían a parapetarse en el humor. Voluntario, claro, porque de involuntario hay para dar y regalar en la filmografía del legendario cineasta. Dicho de otro modo, de haberse aplicado más talento en la realización de "Blood Feast" -y algo más de dinero- podría haber sido una película muy dura e impactante en su gráfica violencia. Luego, con los años, llegaron los homenajes y los semi-remakes, pero todos hacían gala de ese mismo humor, de comedia, como "Bloodsucking Pharaohs in Pittsburgh", "Fonda Sangrienta" o "2001 Maníacos". ¿Qué pasaría si alguien decidiera tomársela en serio? actualizar sus imágenes extremas y su historia sobre un psycho-killer demente que trocea muchachas aplicando efectos especiales de alta calidad y sin soltar chistecillos durante el proceso. ¿Y si ése alguien viniera del llamado ultra-gore alemán? Desde luego muchos pensarían que es el candidato IDEAL para modernizar el cine de H.G.Lewis con la misma cruda honestidad y finalidad, recreándose en el gore bruto de modo enfermizamente detallado por el mero placer de hacerlo, desacomplejadamente pornográfico y sin auto-censura. Si al pack añades un reparto prinicipal tan curioso como el guaperas teen de los 80 Robert Rusler (al que has podido ver en "La mujer explosiva", "Pesadilla en Elm Street 2", "Los centinelas" o "Vamp"), Caroline Williams, superviviente femenina de "Masacre en Texas 2", y la morritos calientes Sophie Monk, entonces estamos ante lo que se dice un proyecto altamente prometedor, que es lo que parecía este remake oficial -y gélidamente serio- del clásico de Gordon Lewis.
Y es que, encima, resulta que la peli se reserva algunas buenas ideas, leves variaciones bastante ingeniosas con respecto al film de 1963, como aquella según la cual la devoción hacia la diosa Ishtar del protagonista viene motivada por probables alucinaciones consecuencia de abandonar cierta medicación. Vamos, que el cuento de sacrificar inocentes con saña en nombre de la deidad sumeriana es una empanada que el tipo tiene en su cabeza. Todo ello rodado con profesionalidad, de manera sobria, unas dósis de drama para incrementar el tono serio de la movida y efectos especiales del también realizador Ryan Nicholson. Hasta ahí bien, el problema viene cuando tras mucho bla, bla asistimos al primer crimen... en el que se supone veremos una castración y.... ¿qué?, ¡¿fuera de cámara?!, ¿sin mostrarme hasta el mínimo crudo detalle de la misma?!. Espera, algo no funciona. ¿Estaré viendo una versión censurada?. Tras informarme descubro que esa es la íntegra y que, sí, por muy sorprendente que sea, el "Blood Feast" de 2016 va extremedamente escaso en lo referente a truculencia. Que sí, que no lo digo de broma, una puesta al día del clásico del cine gore.... al que le falta este último elemento. De hecho, encontraremos más gore en productos tan estandarizados como "Hostel" o alguna de las secuelas de "Saw". Así se lo digo. ¿Qué sentido tiene? Y más viniendo de Marcel Walz, un realizador independiente germano que, en mayor o menor medida, hasta ahora se había especializado en ese cine -grabado vídeo mediante- generoso en cuanto a horror y hemoglobina. De entre todas sus obras previas destaca "Seed 2", la secuela de una de las ultra-violentas películas que Uwe Boll rodó desde el resentimiento por toda la caña que le estaban dando. Vale, puede que Walz no sea Andreas Schnaas o alguno de esos pirados, pero con él implicado en la producción de "Blood Feast 2016", algo más de chicha podrías esperar. Sin embargo, da la sensación de que el tipo, consciente de que esta peli disponía de una envergadura levemente superior a lo habitual en su filmografía (ni que fuese por tratarse del remake de un film popular y por la intervención de algunos actores de cierto curriculum), decidió que fuese su trampolín al mainstream, apostando por una "dirección de actores" más currada (parece que algunos de ellos crean estar en una candidata a los Oscars), más drama y una rebaja notable del elemento violencia para hacer el resultado final mucho más "aceptable". Y ojo, que me parece muy respetable... pero coño, ¡¡no lo hagas con un remake del "Blood Feast" de Herschell Gordon Lewis!!, porque todo eso es justamente lo que menos necesita.
Total, que el film termina resultando extremadamente aburrido. Pesado. Desavorío. Y las pocas escenas sangrientas no aportan nada llamativo, novedoso o espectacular. Una auténtica decepción o, peor, una oportunidad salvajemente desaprovechada.
Como era de esperar, va incluido un papelillo para The Godfather of Gore himself.