lunes, 12 de noviembre de 2018

LA CASA DE LAS CHIVAS

“La casa de las chivas” tiene su origen en una obra teatral de finales de los sesenta escrita por Jaime Salom, que fue lo suficientemente exitosa como para que se decidiera adaptar este libreto al cine. Para ello, el productor José Antonio Pérez Giner monta un tinglado para que León Klimovsky se lo dirija.
Obviamente, yo de teatro no se nada, así que mi interés hacia esta película no radica en la obra para la cual esta historia fue concebida. Además, basta echar un vistazo
por Internet para comprobar que quienes conocen la obra de teatro no la tienen en alta estima precisamente. Tampoco se leen bondades acerca de la película.
Tampoco suscitaba mi interés una temprana película sobre la guerra civil dirigida por el manazas de Klimovsky, director este por el que tampoco siento especial interés, a no ser por alguna de sus obras más de derribo. Sin embargo, andaba yo tiempo detrás de “La casa de las chivas” porque se trata de uno de los tres o cuatro guiones que Carlos Pumares, señor este al que admiro por variopintos motivos, escribió para la gran pantalla y que durante su vida como director y conductor del espacio radiofónico “Polvo de estrellas”, que durante los 80 y 90 propició que fuera al colegio medio dormido cada mañana, no dejaba de mencionar de manera despectiva. Según él, los guiones que escribió para cine, al igual que el resultado final de esas películas, eran una mierda. Y de ahí mi interés por esos títulos, por otro lado, ignotos y de difícil localización.
Aunque en esta ocasión, Pumares no firma el libreto en solitario, lo hace nada menos que en compañía de José Luis Garci y  Manuel Villegas López. Y claro, tres plumas me parecen demasiadas para diferenciar la autoría de cada uno; por lo que podemos decir que el guión de “La casa de las chivas” lo escribió el viento. O en todo caso, los méritos han de recaer en el autor original de la obra teatral, Jaime Salom.
Y asegurando al espectador que estamos ante una película basada en hechos reales, tenemos aquí un folletin ambientado —con muy pocas pesetas para ese menester— en la guerra civil, en el cual unos soldados, presumiblemente republicanos, se alojan en una casa familiar que tienen requisada. En la casa, regentada por un padre y sus dos hijas, la mayor de ellas, presta sus servicios sexuales a los soldados a cambio de víveres y provisiones a la par que surge la amistad entre la meretriz y los soldados.
Un buen día, llega un nuevo soldado a esa casa que demuestra tener muy poquito interés en las atenciones sexuales con las cuales se le puede colmar, sembrando la discordia en la casa ya que la menor de las hermanas, se enamora de él. Los problemas están servidos. Incluso le acusan de maricón. Pero ¿por qué  este soldado no es como los demás en cuestiones culturales y sexuales? Pues porque es un aspirante a cura.
Muy mala prensa tiene “La casa de las chivas”, que ha sido tildada de sosa e insustancial, cuando no, directamente de mala película. Y la única verdad es que yo entré en un principio en el universo de estas hijas de la Chiva —que según los personajes debió ser en vida un  mal bicho— y me dejé llevar por un dramón de agárrate y no te meneés, con soldados salidos y dos mujeres con más ansia de macho que de cualquier otra cosa, mostradas, en su despecho, tal y como son las mujeres despechadas; frías, calculadoras y malas. Claro que los individuos de esta película son mostrados tal y como somos los machos; tontos y capaces de cualquier cosa con tal de mojar el churro con quién sea. Ergo, quienes mejor parados salen en esta historia, son los curas.
No está mal esta “La casa de las Chivas”. Me gusta su cadencia, su triste desarrollar y la sensación de estar viendo algo resuelto con mucho ingenio al notarse las carencias presupuestarias, y que esto no afecte a lo que es la ambientación. Y que está entretenida, que es lo único que ha de ser una película.
Huelga decir que el elenco actoral compuesto del grandísimo Simón Andreu, Ricardo Merino, Charo Soriano, María Kosty, Rafael Hernández… todos estupendos.
Venga, la recomiendo.