Simplificando: “Puta y amada” es una de esas películas que
se han dado en llamar “Low-cost”, que es un término que se usa para camuflar
que haces una película en vídeo de manera barata, llamándola de una manera
fardona. En “Puta y amada” lo único que veo es un grupo de personas muy feas
que visten raro, que hablan de Godard
todo el rato, que nombran a Albert Serra, van al cine Zumzeig de Barcelona y
que se enrollan entre ellos con una facilidad pasmosa, grupos techno-pop que se
cantan enteras sus canciones entre infantiles y deprimentes y a la antes
conocida como Tamara, ahora Yurena, haciendo un papelito porque no hay nada más
esnob, posmoderno y cool que darle a Tamara un papelito en tu película. Todo
esto con unas actuaciones que, amparándose en la búsqueda del realismo,
resultan ser horripilantes.
Y el caso es que da la sensación de que esta gente tan fea
viste raro para que el espectador vea lo diferentes que son, hablan de Godard
para que veamos las influencias del director sin que en ningún momento al
espectador le importe ese detalle, nombran a Albert Serra porque son tan
poseurs como él, van al Zumzeig porque las películas que ven los personajes son
tan pedantes que no las proyectan en el Maremagnum, se enrollan entre ellos
porque se supone que esas son las cosas que pasan en la vida cotidiana, los
grupos techno-pop se cantan sus canciones enteras para rellenar metraje y así
de paso el espectador conoce los gustos musicales del director, rebuscados y
elitistas y, Tamara, sale en forma de reivindicación, y no para mofarse de ella
como haría el resto de la gente normal, porque 'ser normal', es aquello con lo que el director de esta
cinta, parece estar regañado.
En definitiva “Puta y amada” es una modernez tan
pretenciosa, que casi parece una parodia. Detrás de esta película se esconde un
saco de complejos e inseguridades —del director— que son camuflados a base
de mostrarnos con especial hincapié lo especiales que son los artífices de
esta película, lo especiales que son los personajes, pero, eso sí, protagonizando una historia sencilla, casi minimalista.
Hablan en ella de Godard y de la búsqueda de la
naturalidad, pero todo en esta película es artificial y forzado. También con la
excusa de esa búsqueda de la naturalidad, se economiza no solo en presupuesto,
sino en recursos, porque por miedo a demostrar, quizás, una posible falta de talento, la película se
resuelve de la forma más cobarde, que es grabando planos generales y dejando
que los actores improvisen, justificando esta forma (fácil) de dirigir como un ejercicio de estilo.
En definitiva, viendo “Puta y amada” he pasado vergüenza
ajena.
Por supuesto, su discurso de agarrarse a un cine no
convencional, resulta contradictorio cuando el director en su biografía de Filmin lo primero que resalta es
su graduación en comunicación audiovisual por la UPF. Casi parece un grito desesperado por
demostrar querer lo contrario: encajar a toda costa en el cine convencional.
Puede que esta reseña, además de completamente honesta, sea
hiriente. Pero no me importa porque al director, Marc Ferrer, tampoco le falta un grupo de
amigos y colegas que le están endiosando y dorando la píldora, tiene a algunos
medios atentos a sus siguientes pasos y, en general, lo que hace provoca las
benevolencias del grupo de personas que tiene a su alrededor y a los popes de
los festivales a los que se presenta. Pero cuando dice que sus películas son
seleccionadas en Sitges, un festival de cine de género que en teoría debe
aburrirle soberanamente, no dice que en la sección en la que se le programsaa, es 'Brigadoon'. Y en la constante búsqueda de la realidad, no le viene
mal tampoco una bofetada de ella. “Puta y amada” es una película muerta…. Pero
a los modernos les gusta.
En otro orden de cosas, diré también que la película me la he zampado entera y sin
pestañear, porque al fin de al cabo, ver una marcianada de este calibre siempre
me resulta fascinante. Y ¡Que coño! Está hasta entretenida. Me veré las otras
que ha hecho el tal Marc Ferrer. Puede que, como las de Albert Serra, acaben gustándome
sus películas, aunque no sea precisamente por los motivos que a ellos les
gustaría. Y, también, es posible que “Puta y amada” sea todas estas cosas malas
que he dicho en la reseña con tan mala hostia, pero también es cierto que no me
ha dejado indiferente, y sobre todo, se trata de cine de vanguardia puro y duro.
Ahí lo dejo.