Regresan, un año después, los excéntricos millonarios “Swinger”
más famosos del cine, en una secuela que explota el filón y el rastro que dejó la innovadora cinta de
Just Jaeckin, “Emmanuelle”, siendo esta segunda parte nada más que un producto
mercantil rodado sin ganas, sin pasión y, sobre todo, sin el sentido de la
estética de su predecesora, aunque, paradójicamente, se trata de una de las
secuelas favoritas de los estudiosos.
No es que “Emmanuelle” tuviera un brillante guion o un
argumento sobrecogedor, pero si que fue un hito que revolucionó el mercado del
cine erótico amén de convertirse en un título icónico de la historia del cine y
todo ellos por méritos propios. Sin embargo, “Emmanuelle 2: La antivirgen”, se
queda con la idea de base, esto es, un matrimonio liberal que, sin problemas económicos,
se entregan al placer, juntos o por separado, en exóticos parajes asiáticos. Y
nada más. A esa premisa le secundan una buena sucesión de escenitas eróticas,
tríos, numeritos lésbicos y demás, donde lo más exótico que podemos ver es a
Emmanuelle montándoselo con un tío lleno de tatuajes. Por lo demás se trata de
una película vacía, sosa, y de descuidada fotografía —aunque su intención sea
emular, como buenamente se pueda, a la original—, cuyo resultado es igual de
malo o incluso peor, que cualquiera de los exploits que fueron apareciendo posteriormente,
que dicho sea de paso, aguantan mejor el chaparrón de los años que las secuelas
oficiales. Aquí no hay nada de cámaras cubiertas por velos, no hay una sugestiva banda sonora y lo que es
mucho peor, se ha quedado tan anticuada que
ni tan siquiera pone cachondo a uno/a, cosa que su antecesora todavía
consigue.
Por otro lado, en una escena en la que nuestro matrimonio
disfruta de una serie de masajes ejecutados por bellas y menudas señoritas de
exóticas razas mezcladas, vemos que una de ellas es nada menos que Laura
Gemser. Gemser, sería poco después, y en consecuencia a su aparición en esta
cinta, la no menos mítica Emanuelle negra que tantas y tantas películas,
descabelladas, subidas de tono, locas y divertidas protagonizó, que son el
legado de derribo que dejó el tremendo éxito del “Emmanuelle” original.
“Emmanuelle 2: La antivirgen” no es la peor de las secuelas
oficiales, pero sí que estaría muy cerca de serlo y sería un preludio de lo que
vendría en el futuro con una decadente Sylvia
Kristel muy deteriorada por las drogas y actuando con el piloto
automático, convirtiéndose en otras películas, en poco más que un caricato que
muestra las tetas, como se vería en alguna que otra producción de la Cannon
donde se muestran evidencias de esto que digo.
Poco más que decir. Sólo para completístas.
Dirige la función el enigmático Francis Giacobetti, que no
volvería a dirigir película alguna, pero que produjo, para su escarnio, la
cuarta parte de la franquicia.