viernes, 10 de mayo de 2019

SWAMP APE

Hollyward es una empresa —es un decir— bajo la cual se auspician las películas de Geoff Ward. Ward es un exculturista que, absoluto adorador del body building, un buen día decide hacerse actor con el único fin de lucir palmito; no solo es un cachas, también es un guaperas. Así, y empezando la casa por debajo, comienza a patearse los clubes de comedia de Florida, dejando en los escenarios su impronta en forma de monólogos de humor.
Obviamente, sus capacidades actorales son limitadas, por lo que comienza a aparecer en películas de bajísimo presupuesto para su explotación en vídeo. La más destacada de sus intervenciones sería en la muy pobretona, aunque oficial, “Despedida de soltero 2” en un papel minúsculo. Sin embargo, durante la pasada década, la proliferación de la serie Z más chabacana y de baratillo abrió los brazos ante Ward dándole papeles en algunas de sus películas. Productoras más pequeñas que “The Asylum”, productos filmados en vídeo y  de procedencia conscientemente chunga, le incluían en sus castings apareciendo en títulos que incluso se hicieron populares allende los mares como, por ejemplo, “El ataque del tiburón de dos cabezas” de Chris Ray (el hijo de Fred Olen Ray) o en la proto gay “1313: Hercules Unbound!” perteneciente a una saga perpetrada por David DeCoteau. En definitiva: se trata de un actorcillo de tercera regional.
Pronto vio que hacer una película como en las que él intervenía no era muy difícil, por lo que en 2017 se lanza a producir, escribir y protagonizar su propio film con un presupuesto de 20.000 dólares. Este tipo de películas de bajísimo presupuesto, están a medio camino entre lo amateur y lo semi-profesional, por lo que suelen ser todas un truñazo de considerables dimensiones y todas ellas carentes de personalidad; esta “Swamp Ape” la dirige Geoff Ward, pero podría pasar por una de las del Mark Polonia de los últimos años.
Resulta que los USA, lugar este que está cuajado de leyendas urbanas, no contentos con el mito de Bigfoot tienen también, y perteneciente a los pantanos de Florida, el Swamp Ape o Skunk Ape, una especie de hombre mono que pulula por esa zona y que es reconocible por el hedor a mierda que desprende. Por lo demás, tiene el mimo comportamiento que un Bigfoot. Y basándose en esa leyenda, Geoff Ward se monta su propia película sobre este mono de las charcas en la que un grupo de estudiantes y su profesor se adentran en los pantanos de Florida con el fin de hacer una investigación de la zona cuando son asaltados por este simio que irá acabando con ellos de manera hiper-violenta. Toneladas de jarabe de arce, algunas tetas y lo mejor de todo: Un señor disfrazado de mono al que se le nota hasta la careta.
Una soberana tontería que no es que sea auto consciente de su condición de zetosa, es que se recrea en ella y, en lugar de intentar camuflar sus carencias, las intensifica con el fin de provocar al espectador unas risas. A buen seguro que el simio podría haber estado algo mejor —porque si tienen pasta para sangre, han de tener para algo de maquillaje y látex digno— pero se opta por un disfraz de mierda y una careta que deja asomar parte del rostro humano del actor que hay debajo. Un desbarajuste en intenciones. Sin embargo, y aquí está lo chocante, por lo demás la película se toma en serio a sí misma, no hay ni una gota de humor y entonces, al estar todo en ella tan intencionado, pero no tirar de humor ni por un momento, el espectador se queda perplejo porque una de dos: “Swamp Ape”, o es la obra de un payaso redomado o de un deficiente mental. Viendo la pinta de Geoff Ward, en ningún momento podemos descartar que sea ambas cosas. Como fuere, la película es una contradicción en sí misma. Es como si en su condición de auto parodia se desprendiese, paradójicamente, de todos los elementos paródicos. Una cosa rara.
Por lo demás, aburrimiento y sensación de, a estas alturas, haber perdido la capacidad de disfrutar de este tipo de películas tan rematadamente, no ya incompetentes, si no inútiles. Lo único bueno de la cinta, es que como solo dura una hora, justo cuando de la mala hostia estás a punto de cagarte en la puta madre que parió a quién sea, va y se acaba.
No tengo ni idea de si Ward habrá hecho algo de dinero con esta película, pero lo que si es cierto es que, colgada por él mismo en youtube, ya ha superado las 50.000 descargas, lo que, visto lo visto, no se si es un mogollón de visionados, o muy poquitos.