viernes, 27 de diciembre de 2019

UKAMAU Y KÉ

Una de las cosas que me resultan apasionantes del Hip-Hop es como esta cultura se mete en cualquier rincón del mundo, hasta en el más recóndito. Nadie sería capaz de pensar que pudieran existir raperos en la serranía de Sudamérica, en los Andes. También es fascinante como cada cual toma este movimiento como le viene en gana y acaba haciendo de él una cosa totalmente individualista que, en esencia, se aleja millones de kilómetros de la esencia original. Aunque en el fondo tiene la coherencia de que el rap es la música universal, en el sentido de que se hace música con lo que hay, y sin necesidad de ser músicos o tener nociones musicales.
Al margen, más fascinante resulta el hecho de que en estos lugares apartados del mundo se haga un cine subterráneo y emergente (mucho hemos hablado ya del cine regional peruano o de la comedia dominicana, en las antípodas una cinematografía de otra) y, más todavía, que el HD y el 4K llegue a esos parajes y se facturen películas —en este caso un documental— con acabados muy decentes.
Entonces, como resultado de todo esto aquí tenemos “Ukamau y ké”, documental dirigido por Andrés Ramirez, un rapero ecuatoriano que decidió contarnos la vida del boliviano, oriundo de la región de La Paz, Abrahám Bojórquez. Bojórquez es uno de los pioneros del rap andino y, probablemente, una de las pocas personas que se atrevió a rapear en dialecto aimara. Este rapero, cuyo grupo Ukamau y ké sirve para dar título al  documental del que ahora hablamos, con su rap arcaico y ejecutado torpemente (consecuencia más de la situación geográfica de su artífice que de la posible falta de talento ¿Cuáles serían las referencias de Bojórquez allá en la montaña? ¿Qué rap escuchaba?), innovó en Bolivia y en Ecuador gracias a un discurso consciente y politizado. Un activismo a través de la música que convirtió a este rapero en un gurú en su comarca.
Claro que, como toda leyenda del rap que se precie, Bojórquez fue asesinado en extrañas circunstancias, no se sabe si en consecuencia de su activismo o por un asalto de tantos que ocurren en aquellos parajes. Bien, pues el documental especula sobre este asesinato de manera somera, porque lo que de verdad intenta es mostrarnos la vida de un muchacho que cumplió su sueño (un sueño de tercera categoría ya que, como comprenderán, en los Andes bolivianos, no hay lugar para el dinero y los lujos). Las circunstancias en las que murió no están muy claras y tampoco parece que por aquella zona se le de mucha importancia a uno o dos asesinatos más al día.
Así, a base de entrevistas a personas cercanas al rapero, y material casero perteneciente al propio Ramírez, más lo que recopilase por el camino, se construye este curioso documental, fluido, interesante por exótico y hasta en algún momento emotivo que, como propuesta emergente, me parece de lo más refrescante en la medida que nos ofrece un mundo que es totalmente desconocido para el europeo medio como es el del  rap andino y el nivel de compromiso de esta gente con según que causas. Porque con “Ukamau y ké” aprendes y descubres, que no es poco, yo creo que merece la pena echar un vistazo al documental. También está entretenido y, vaya, que está curiosa la cosa.