lunes, 23 de diciembre de 2019

SIMÓN Y MATEO

“Simón y Mateo” es una de las películas más divertidas de Paul Smith y Michael Coby, ya saben, los clones de Bud Spencer y Terence Hill. Una chabacanería donde las máximas cotas de humor las ponen los chistes sobre cuernos —y cornudos, al más puro estilo garrulo italiano— y donde nuestros dos protagonistas tienen conversaciones absolutamente demenciales. Un guion que hace parecer a sus protagonistas poco menos que deficientes mentales. Así, se nos presenta a un par de ladrones de poca monta que deciden pasarse a echar un rato a la oficina de empleo (no tienen la más mínima intención de trabajar) y allí les ofrecen un trabajo que no podrán rechazar. Tienen que llevar un camión con una carga de sprays anti-mosquito hasta una dirección concreta en Marsella. Durante el periplo descubren que no es la oficina de empleo la que les ha enviado a hacer ese trabajo, ni que lo que transportan son sprays anti-mosquito y pronto se las tendran que ver con un clan mafioso que es el que los ha metido en semejante lío. Ante tal tesitura, y mientras se pelean entre ellos por chorradas, nuestros protagonistas resolverán sus diferencias con los mafiosos a mamporro limpio.
Ambientada en la actualidad del momento (los años 70) y consciente la producción de que lo que vende es una burda imitación de las películas de Bud Spencer y Terence Hill, nada como introducir elementos que la hagan parecerse a “Y si no… nos enfadamos” con unos toquecitos de “También los ángeles comen judías” y ya tenemos el producto servido. La cosa funcionó bien y, antes de que se fuera de madre, les dio tiempo a rodar una secuela para  después, por su propia naturaleza y,  para siempre, desaparecer lo que fue la pareja de clones más descarada de la historia del cine.
Eran tiempos de sesiones dobles, salas de barrio y Drive-in, por lo que la venta de las películas de serie B y Z europeas, estaba a la orden del día. Con esto quiero decir que si bien las películas de Bud Spencer y Terence Hill llegaban de alguna manera a los Estados Unidos, estas de los clones también lo harían. Y se desató la polémica el día que la Venture Films de Edward L. Montoro —que distribuyó en USA las películas de Juan Piquer Simón o el “Tiburón 3” de Castellari— adquirió  “Simón y Mateo” para su distribución en cines americanos. Algo de popularidad debían tener entonces las de Spencer/Hill, sobre todo, sus westerns, por lo que Montoro decidió hacer más notoria la condición de plagio de “Simón y Mateo” haciendo figurar en los créditos a Paul Smith y Michael Coby bajo los nombres de Bob Spencer y Terrence Hall en lo que se llamó en los USA “Convoy Buddies” (cuyo póster hemos elegido para ilustrar esta reseña), cosa esta que cabreó particularmente a Paul Smith quien había firmado un contrato en calidad de estrella principal. En la versión USA, no solo no aparece su nombre, sino que el pseudónimo que se le endosa aparece en segundo lugar después del de Terrence Hall, motivo por el cual Paul Smith denunció a Montoro en un juicio en el que no se sabe a favor de quién falló el jurado.
La película, una co-producción de Italia con España, cuenta con papeles secundarios para Eduardo Fajardo que interpreta al padrone del clan mafioso que hace la vida imposible con el camión a nuestros protagonistas, Francisco Merino o Fernando Bilbao, así como la dirección está a cargo de Giuliano Carnimeo, artesano y responsable de títulos tan populares como “Jaimito, médico del seguro”, “El hombre rata” o “Computrón 22”. Se dice que las películas de Smith y Coby no eran del todo horripilantes gracias al trabajo solvente de los artesanos que las dirigieron. Algo de razón hay en eso.
Como anécdota, decir que estas películas, igual que las de Spencer/Hill, se rodaban sin sonido directo, por lo que se doblaban dejando a Bud y Terence una pareja de dobladores fijos que, para acabar el chiste, también doblaron a Smith y Coby en sus películas. Y más marciano todavía, en España, doblaron a estos actores los mismos que doblaban a Bud Spencer y Terence Hill en sus películas… cosas de aquella época.
Por lo demás, “Simón y Mateo”, que en nuestro país llegó a reunir en salas a casi medio millón de espectadores, es una película agradable y, como ya he dicho en otras ocasiones, a la altura de las de la pareja original Spencer/Hill que tampoco es que estuvieran mucho más dotados para la actuación que Smith/Coby. Si acaso, las coreografías de pelea, si que eran mejores, que estas son una puta mierda.