Extrañísima película rodada en 16 mm que deambula por los géneros a sus anchas dejando entre ver, asimismo, muchas y variadas influencias (mismamente el “Videodrome” de Cronenberg). Concebida de manera independiente, “Star Time” tiene demasiadas ínfulas y un talento más bien discreto tras las
cámaras, motivo este por el que diría que cualquier logro estético (a base de poner en un fondo oscuro muchos televisores encendidos) es pura casualidad.
Así, tenemos una historia extravagante que se desarrolla de forma rara, tétrica y abstracta, que al final resulta ser así por una cuestión meramente presupuestaria, es decir, que la película es oscura porque no había mucha pasta e iluminan con lo poco que tienen, y a grandes rasgos es aburrida porque se resuelve con una sucesión de secuencias en las que los protagonistas hablan. La nota de color la pone algún que otro chorreoncito de sangre, poca, la justa para no ofender.
Las bases de datos catalogan “Star Time” como un slasher, pero no se dejen engañar, ya que esto, aun adscribiéndose al cine de género, no deja de ser un producto arthouse destinado a festivales de cine sesudos —de hecho, su carrera festivalera arranca y termina en la edición de Sundance de 1993—.
Un individuo con algún tipo de trastorno mental decide suicidarse justo el día en que su serie de televisión favorita es cancelada de la parrilla. No puede vivir sin la serie.
Justo cuando se va a tirar desde un puente, aparece un individuo que con la intención de disuadirlo, le sugiere suicidarse juntos y, así, de algún modo consigue que nuestro protagonista no se tire por el puente.
Por otro lado tenemos a la asistente social de nuestro hombre que ha recibido una cinta de video en la que este le anuncia su intención de suicidarse, por lo que se acercará al muchacho para ver que demonios pasa. Sin embargo, a este le ha sorbido el seso el extraño tipo que le salvó del suicidio y le ha instado a que, máscara y hacha mediante, asesine a unas cuantas personas mientras se piensa si quiere seguir viviendo o no.
En resumidas cuentas: un panfleto pseudo-intelecutualoide cuya finalidad es atacar a la sociedad de consumo y, en particular, al medio televisivo. Por lo demás —y salvo por esa ambientación enrarecida que puede llegar a llamar la atención del espectador los primeros 15 minutos de visionado, luego, se le ve el plumero—, un rollo macabeo que no se aguanta ni él mismo.
“Star Time” es el debut en el largometraje de Alexander Cassini, que después hizo una comedia infantil aún más inquietante y extraña que esta, “El genio de la lampara” (que veré un día de estos), para luego irse a dirigir episodios sueltos de series de tres al cuarto. Después de eso, el individuo es historia. Lo mismo, al igual que el personaje protagonista de “Star Time”, ha perdido la chaveta…
Por otro lado, en el reparto tenemos a un clon de Elvis Presley llamado Michael St. Gerard (y cuyo mayor logro actoral es precisamente aprovechar su parecido con el Rey del Rock para interpretarlo brevemente en películas como “Gran bola de fuego” o “El color del odio”), John P. Ryan (“El tren del infierno”, “Elegidos para la gloria”) y, curiosamente, una presencia que se me hacía rara de ver en esta película, la de Maureen Teefy, a la que hemos visto en mogollón de películas como “Fama”, “Grease 2” o “Supergirl”. No solo su carrera estaba en plena decadencia en 1992, año de producción de la película, sino que además por aquél entonces andaba ella casada con el bueno del director. Y la coló en un protagónico.
“Star Time” es bastante coñazo, pero se le puede dedicar un visionado porque es más rara que un perro verde. Una curiosidad oscura como una perra del infierno.