viernes, 17 de noviembre de 2023

DIMENTICARE PALERMO

“Dimenticare Palermo” es una película italiana de 1990 confeccionada para ser llevada a la pantalla por un director de prestigio como era Francesco Rosi, basada en la novela homónima de Edmonde Charles – Roux, con un libreto coescrito entre el propio Rosi y Gore Vidal, que cuenta con una banda sonora excepcional firmada por Ennio Morricone, y con un reparto internacional representado por los nombres de Philippe Noiret, Vittorio Gassman y Mimi Rogers.  Por eso no deja de chocar que un film como este, destinado a ganar premios, a obtener cierto estatus y a ser estrenado en medio mundo, esté protagonizado nada menos que por ¡James Belushi! ¿Qué hace Belushi en una película de estas?
Sin embargo, de “Dimenticare Palermo” no se sabe prácticamente nada. Se le ha dado poco bombo y no destaca nunca en las filmografías seleccionadas de Francesco Rosi. El motivo, lógicamente, es que, en co-producción con Francia, la productora se había gastado una suma escandalosa de dinero en rodarla. Se trataba de una película de alto postín y… no la vio absolutamente nadie. En España no se estrenó nunca y tan siquiera salio directa a vídeo. A día de hoy permanece inédita.
Podríamos pensar, a bote pronto, que meter a James Belushi en “Dimenticare Palermo” sería un error. Lo mismo que hacer un reboot de “El Padrino” encabezado por Adam Sandler y, quizás, ese sea el motivo del fracaso. Pero no. Resulta que lo mejor de la película es el propio Belushi, quien se está tomando su papel en serio —quizás consciente de la oportunidad que se le abría si esta producción europea funcionaba—, está comedido y en su sitio, nada forzado, en lo que podría haber sido uno de los mejores roles de su carrera... de no ser porque la historia misma no deja mucho espacio para su lucimiento actoral.
“Dimenticare Palermo” cuenta la historia de Carmine Bonavia, un candidato a alcalde de la ciudad de Nueva York de ascendencia italiana, que no parte como favorito en las elecciones. Con el fin de salir electo, y aprovechando que la ciudad está asediada por la droga, el hombre basa la campaña electoral en su legalización regulada. Durante el trajín, Bonavia se casa y fija como destino de su viaje de novios la madre patria, es decir, Palermo. Al llegar allí, será víctima de extorsión, engaños y amenazas por parte de la mafia, que tiene como único fin que el aspirante a alcalde retire su propuesta.
La película consiguió sendas nominaciones a la mejor fotografía y mejor escenografía en los premios Claqueta de oro que otorgaba la revista italiana “Ciak”, aunque no consiguió nada. Y eso que la fotografía es de primerísimo primer orden.
Sin embargo —y a eso achaco yo el fracaso y posterior silenciamiento de “Dimenticare Palermo”—, Francesco Rosi no capea bien con el material literario del que parte y hace una película absolutamente soporífera en la que, básicamente, tenemos a Jim Belushi y Mimi Rogers dándose paseitos y hablando de política por Nueva York durante la primera hora, para, en la segunda, trasladar la acción a Palermo y, allí, darse más paseitos mientras continúan hablando de política. A Belushi también le de algo de tiempo para irse a ver a Vittorio Gassman, una suerte de príncipe que vive confinado huyendo de la mafia, y hablar también de política con él, dos veces. Y finito.
No existe en el mundo película más sosa y aburrida que esta. Carece de suspense o de drama. Nada de lo que ocurre nos importa un pimiento y parece que a nuestros protagonistas tampoco. Con lo que el resultado es una hora cuarenta de actores americanos y europeos haciendo nada. Y ese es el verdadero motivo del fracaso. Lo insípida y plana que es.
No obstante, se trata de una de las películas de corte prestigiosos más singulares y fallidas de la historia, así que, aunque solo sea por eso, suma puntos como cinta rara misteriosa y desperada, y le dedicamos un visionado, y hacemos el esfuerzo de atender (e intentar entender) el italiano, a pelo y sin subtítulos, que es la única manera en la que se puede ver. Por suerte, el italiano se entiende bastante bien, aunque el verdadero problema no está en la barrera idiomática.
La recomiendo, aunque solo sea para que vean un gran ejemplo de tedio y desidia cinematográfica. Y un cúmulo de malas elecciones.