sábado, 28 de septiembre de 2024

EL ARCA DEL DIOS DEL SOL

Hace un par de semanas hablábamos de David Warbeck, y aquí lo tenemos de nuevo, perfectamente integrado en el exploitation made in italy. Justo, si a algo hemos dedicado letras y más letras en este blog ha sido al oportunismo cinematográfico, el plagio -italoparlante o no-, los mockbusters -cuando eran "divertidos"-, etc, etc, etc. Siempre resulta de lo más dicharachero y disfrutoso. Pero si nos dejamos de risitas nerviosas y actitudes arrogantes y/o soberbias, y lo miramos con frialdad, intentando ser analíticos, la verdad es que cuesta comprender cómo una serie de señores invirtieron dinero, tiempo, trabajo, recursos y demás zarandajas logísticas en facturar algo que ellos mismos sabían robaba de otras películas y, además, del modo más rastrero. No sé, puestos a dejarse el coño confeccionando un largometraje, ¿no tiene más sentido proceder con algo TUYO? tampoco hablo de rollo autoral, hablo de un producto comercial pero en el que desarrolles un tema, historia o maneras de tu paternidad, sin mimetizar a nadie. Y no me vendan la moto del homenaje / guiño fanatista, de aquel que procede por admiración hacia el éxito de turno, porque eso no existía en la época dorada de la explotación y a sus artífices les molaban más los billetes verdes que el cine (y en caso de ser el amor hacia este el motor, por cuestiones generacionales su fanatismo apuntaría a títulos clásicos de décadas previas).
La incomprensión de todo ello se acrecienta cuando, encima, la película resultante NO se parece tantísimo a la copiada. Incluso gasta sus propias virtudes y algo de dignidad. Por ejemplo, me viene a la mente ese famoso "Alien 2" de Ciro Ippolito (y Biagio Proietti), con conexión nivel CERO respecto al clásico de Ridley Scott. Entonces, ¿por qué titularlo así? Sí, te aseguras ciertas ganancias de cara a la taquilla pero, en realidad, le estás restando méritos a algo que podría tener entidad propia (se podría esgrimir que a sus responsables les importaba tan poco ese posible reconocimiento autoral, como el cabreo del público al considerarse engañado, siempre y cuando el montante chorreara generosamente).
Todo este rollo me vino a la mente durante los créditos iniciales de "El arca del dios del sol" (era eso, o sufrir la horripilante canción que los acompaña) uno de los dos exploits perpetrados por Antonio Margheriti a la sombra de "En busca del arca perdida". Y especifico "En busca del arca perdida" porque es un dato que incluso despierta en mí cierta fascinación: Por entonces, el icono que con los años supuso "Indiana Jones" todavía no se había desarrollado. Eso ocurriría, sobre todo, a partir de su segunda película en 1984. Antes, y especialmente con 1981 todavía cerquita, lo suyo consistía en imitar el gran éxito de Hollywood, y ese era "En busca del arca perdida", una de aventuras con regusto clásico a base de tesoros ocultos en tumbas repletas de trampas, parajes exóticos y un prota guaperas que no importaba mucho si se llamaba "Indiana" o Ramón o Bonifacio, y tampoco si llevaba sombrero de ala, látigo o macuto.
Ya, ya, todo este pajillismo lo solté cuando, justo, publiqué los fotocromos "Los aventureros del tesoro perdido", primera de las dos aportaciones de don Margheriti, "regista" clásico del cine popular italiano, quien supo ver perfectamente la deuda de la creación de Spielberg / Lucas con "James Bond", de ahí que "El arca del dios del sol" chupe también un poco de este y, literalmente, le mencione en un diálogo.
Aquí el prota es un ladrón de guante blanco al que contratan para localizar un tesoro legendario que se supone dispone de poderes mágicos (aunque nunca lleguemos a verlos en acción) y, en el trayecto, deberá enfrentarse a una especie de secta de turcos tarados dispuestos a arrebatárselo.
Todo ello a las maneras de como se lo montaban los fetuccini en 1984, pero relativamente bien. "El arca del dios del sol" (que cuenta con una maravillosa caratula de vídeo, algo tramposilla -la jodida arca es casi idéntica a la que buscaba el "Dr.Jones"-, capaz de disparar la imaginación del teenager que era yo cuando la sujetaba entre mis cayosas y temblorosas manos. Se la dejamos enterita al final, cortesía de Mr.Enorm) es soportable. Tiene su ritmo decente. Sus escenas de acción más o menos llevaderas (destacando el uso y abuso de maquetas para las persecuciones de automóviles, táctica esta que se la ponía morcillona a Margheriti. Y con razón, la cosa está bastante bien), peleas un poco torpes pero simpáticas, y toda la parte propiamente rollo "arca perdida", a base de templo maldito, lava, oro, momias y trampichuelas. Destacar, como curiosidad, la escena en la que el prota y su socio se meten en unas alcantarillas infestadas de ratas, materia que veríamos unos años después en, justo, el tercer "Indiana Jones" (la diferencia es que, en esta, evitan maltratar a las criaturas, mientras que a los italianos les importa un pimiento).
El reparto es perfecto. El sueño húmedo de cualquier devoto de la explotación transalpina. Mister Warbeck, con ese jeto de héroe de comic, dando vida al ladrón aventurero y haciendo gala de sus notables limitaciones interpretativas, a base de muchas cucamonas. Le sigue un inmenso Ricardo Palacios, replicando un poco el rol de John Rhys-Davies en la epopeya Spielbergiana, y otro par de legendarios, John Steiner y Luciano Pigozzi / Alan Collins. Cierra el círculo la supuesta novia del héroe, Susie Sudlow en su única película, que, como dato característico y máximo gracejo, se pasa el puto largometraje entero perfectamente maquillada, sin importar la situación (sea de buena mañana recién despierta, sea en medio del caos aventurero...).
Un agradable divertimento beneficiado, muuuuy beneficiado, por el efecto nostalgia.