Clásico del "sexploit" sesentero camuflado, en cierto modo, de película educativa para así esquivar la censura, que por un lado pretende mostrar al mundo algo tan extraño como podía resultar entonces las relaciones sexuales no normativas entre mujeres y, por otro, hacerlo de la manera más explícita y sensacionalista posible.
Producida por el inefable George Weiss, uno de los gerifaltes de cine de explotación y serie Z más relevantes de los años 50 y 60 —cuyas artimañas se encargó de mostrar al mundo convencional Tim Burton en su master piece “Ed Wood”—, mentor y padre espiritual del matrimonio formado por Michael y Roberta Findlay y popular por producir nada menos que “Glen or Glenda” entre otras cintas del considerado peor director de la historia, “Chained Girls” se sirve del falso documental (y la falsa cámara oculta) para mostrar el decadente y oscuro mundo del lesbianismo, pintando esta tendencia sexual poco menos que como una enfermedad mental. Su intención es aleccionar al respetable sobre lo perniciosas que pueden llegar a ser las prácticas sexuales entre mujeres, comparándolas con las ya de por sí aberrantes prácticas homosexuales entre caballeros, y situándolas un peldaño por encima en el escalafón de lo aberrante. Según el fuero de “Chained Girls”, si lo de los maricas clama al cielo, lo de las lesbianas es ya directamente obra del mismísimo diablo.
Por supuesto, con esta ideología conservadora por bandera, en realidad la película no tiene ninguna moralidad y cualquier acusación no sirve más que para filmar toda suerte de situaciones sexuales entre señoritas, con fragmentos que rozan la ciencia ficción como aquellos en los que un grupo de lesbianas viola a otra pobrecilla que se está iniciando en esta inclinación sexual. Todo ello visto hoy resulta muy naif, inocente y tontorrón, consiguiendo, al menos por la parte que me toca, una buena ristra de risotadas. Pero en plenos años 60 este era material bien duro. La voz en off se encarga de explicarnos lo que estamos viendo, o de exponer una suerte de estadísticas —afirmando cosas como que el 90% de las lesbianas mayores de 40 practica el sexo más veces a la semana que las lesbianas de 20— que más que escandalizarnos provocan nuestra hilaridad.
La película sería exhibida en cines de tercera regional donde la visionarían el público de pajilleros habitual de estos subproductos, para pronto ser olvidada y, ya en los 90, rescatada en formato doméstico para los coleccionistas y cinéfilos inquietos por parte de "Something Weird Video".
“Chained Girls” es una de tantas películas que se estrenaron en su momento del mismo rollo, pero tiene especial gracia, porque se recrea en actitudes totalmente inventadas que muestra como reales. Y puesto que el visionado apenas dura una hora, no se hace cuesta arriba.
El director, Joseph P. Mawra, tiene una escueta filmografía, con films al servicio de Weiss, en los que prácticamente no se sale de los parámetros marcados por “Chained Girls”, dejando para la posteridad clásicos como “White Slaves in Chinatown” o algunos títulos de la célebre saga de films sobre bailarinas "burlesque" “Olga”. Vista una vistas todas.