¿¿Qué ocurriría si cogiéramos a un cowboy de la vieja escuela, un auténtico buen chico, heroico, noble y puro, típico de las rancias películas del oeste producidas en los años cuarenta, y lo trasladáramos a un entorno más "realista" y salvaje, menos romántico, de tan significativa época y género?? Justo, es con ese contraste con el que juega, durante los agradecidos 82 minutos que dura la función, el guionista y también director, Hugh Wilson, quien experimentaba su momento de mayor esplendor tras haber estrenado un año antes el super-hit "Loca academia de policía". Supongo que, por ello, la "major" de turno confió en él para que hiciera lo que le saliera del choto. Y lo hizo. Pero fracasó. De ahí que su carrera, a pesar de algún título intermedio medianamente llamativo ("La ratera", "Tess y su guardaespaldas"...), no volviese a relucir igual. Murió en 2018. Descanse en paz.
Rex O'Herlihan se define a sí mismo como el vaquero cantante. Viste de pulcro blanco. Es prodigiosamente rápido con el revólver (eso sí, jamás mata, su especialidad consiste en disparar a las manos de sus contrincantes). Canta como los pájaros y, por supuesto, es bondadoso y guapo. Las mujeres se pirran por él. ¡AH! y rechaza cualquier clase de bebida alcohólica, lo suyo es la leche. Literalmente. Además, tiene otra cualidad, se sabe de memoria todos los clichés adscritos al western. Todas las fórmulas narrativas y recurrentes por lo que, como dice él, puede ver el futuro. Así las cosas, aplicará sus talentos para ayudar a unos granjeros que viven atormentados por el villano de turno y sus lerdos secuaces.
"Esos locos cuatreros" llamó bastante la atención en nuestras tierras porque, justo, fue aquí donde se rodó. No resulta muy complicado deducir que el escenario exterior elegido fue el de tantos y tantos espagueti westerns, Almería y sus alrededores (para los interiores se recurrió a los "Estudios Bronston" sitados en Madrid). De ahí que la revista "Fotogramas" (conocida también como "Fotogrumos") visitara el plató y se sacara de la manga un completo reportaje que tuve el inconmensurable detalle de escanear y compartir con todos ustedes, por si gustan aquí disponen de la primera página, y aquí de la segunda y última. Es lógico pues que, a lo largo del film, pululen muchos rostros autóctonos, como los de Fernando Rey encarnando a otro de los villanos (considerando su culto bagaje previo, debió fliparlo colores al soltar todas esas frases tan absurdas), Emilio Linder, Charly Bravo y muchos otros que sabrán reconocer aquellos más puestos que yo. También ello se extiende al personal detrás de las cámaras, con José Luis Alcaine dedicándose a la dirección fotográfica, Gil Parrondo a la artística, Julián Mateos a los decorados o Francisco Lara Polop como... er... "production manager", que no se qué cojones implica ello. De productor asociado tenemos a Hervé Hachuel, ¿franchute? de lustrosa carrera todavía activa afincado en nuestras tierras y perfectamente reivindicable (hizo algo de ruido en 1986 dirigiendo "Banter" y en 1991 con "Besos en la oscuridad", producción de un Roger Corman experimentando con las españas como posible país colaborador, aunque la cosa no prosperó).
Por supuesto, y sin salirnos de nuestras fronteras, el título patrio no tiene ninguna relación con el original. La película nació como "Rustlers' Rhapsody" (el que la muy posterior "The Ballad of Buster Scruggs" de los hermanos Coen guarde algunos puntos de conexión en su título, y su arranque parodiando la misma temática con varios elementos parecidos, pensaba que era delirio mío... no obstante, no soy el único que se ha dado cuenta), pero por entonces, como bien sabemos, los distribuidores españoles vivían convencidos de que cualquier comedia con tintes más o menos modernos se vendería mejor si llevaba la palabra loco o loca en el título -precisamente gracias al super éxito con la academia de maderos del mismo Hugh Wilson, lo que justifica especialmente su utilización en el caso que nos ocupa-, táctica de la que existen mil ejemplos y se llegó a estirar cual chicle.
Efectivamente, "Esos locos cuatreros" es ochentera de pies a cabeza. Ya no se hacen "de risas" como esta. Combina un tipo de humor más terrenal con gotas de "slapstick" (no falta el trompazo directo a la entrepierna) y algo de agradecido "spoof" (aunque sin llegar a los dulces excesos de unos ZAZ), sobre todo por la ristra de gags de puro meta-cine, como la ya reseñada continua alusión a los tópicos narrativos del western (incluida una graciosa cita a aquellos de producción italiana) No obstante, y a diferencia de mucha de la comedia de entonces, el nivel de mal gusto es bajo. Muy bajo. Casi parece diseñada para ser consumida por toda clase de audiencias. De ahí que la violencia esté muy suavizada y los clásicos chistes de drogas (las raíces que come el prota y le ponen contento) u homofóbicos tan propios del momento tengan presencia, pero sin abrumar. A colación de esto último, se juega muchísimo con la idea de que Rex O'Herlihan no sea lo suficientemente macho y dude de su hombría. Justamente, una de las ocurrencias más inspiradas consiste en que, tras asumir los villanos que no hay manera humana de acabar con él, buscan a otro cowboy cantante e igualmente buen chico para hacerle frente, lo que iniciará un conflicto a la hora del inevitable duelo: Perderá aquel cuyo curriculum sea menos moralmente intachable. Si encima nos buscamos al mismísimo hijo del mismísimo John Wayne para encarnar a dicha némesis, pues todos contentos.
Recuerdo perfectamente cuando "Esos locos cuatreros" fue lanzada en su día. De ver el trailer en la tele, el mencionado artículo en "Fotogramas" y luego su presencia por video-clubs. Pero jamás llegué a consumirla. Jamás. Tal vez porque no sea yo muy de western. O porque, sabiendo que España andaba metida, me daba pereza, suponiéndola cutre y deprimente. Gracias a los servicios de streaming gratuitos me estrené hace escasos días. ¿Y? Pues no les voy a engañar, me entretuvo bastante, divirtió comedidamente y dejó un poso agradable. Solté alguna risa salerosa... pero únicamente a ratos. Tampoco es, ni mucho menos, una comedia brillante y desternillante. En ese apartado flojea. Y la mezcla de humor super-tonto con humor super-absurdo eventualmente desconcierta. Cuando no resulta gracioso, el delirio en busca del efecto cómico se torna, simple y llanamente, surrealismo casi inquietante. En fin, no sabría decir... pero hasta eso hace de ella algo medianamente visible.
El reparto principal (equipo hispanoparlante aparte) no podía ser más llamativo. Un joven y guapo Tom Berenger. El gran G.W. Bailey como borrachín del pueblo. Así de primeras puede que no les suene, pero si digo que dio vida al "Teniente Harris" en las academias, seguro que saben de quien hablo. Justo, su segunda entrega se rodó a la par que el film reseñado, de ahí la presencia casi anecdótica del actor en aquella. Marilu Henner, la pechugona -cualidad muy explotada a lo largo de su carrera- protagonista femenina de la serie "Taxi" y que venía de asomar sus encantos en otro "spoof" fallido comercialmente hablando pero -en mi opinión- superior, "Johnny Peligroso". El super televisivo Andy Griffith (volvería a verse inmerso en la comedia paródica once años después con "Espía como puedas"). Y, hablando de ello, no perderse la escueta pero antológica intervención de Jim Carter en plan pistolero malcarado... ¿quién? el inmortal y bigotudo "Déjà Vu" de ese clásico imperecedero del "spoof" titulado "Top Secret". Lo complementan Sela Ward, Brant von Hoffman (otro habitual cadete de la academia loca y el cine de Hugh Wilson), Christopher Malcolm (tiene una carrera fascinante, aunque los más enfermos le reconocerán como uno de los pilotos rebeldes de "El imperio contraataca") o Billy J. Mitchell (el manager de "Nick Rivers" en... sí, tu otra vez, "Top Secret").
Lo crean o no, entre los productores yankis de "Esos locos cuatreros" localizamos nada menos que a Walter Hill... ¿cómo se quedan?.
El reparto principal (equipo hispanoparlante aparte) no podía ser más llamativo. Un joven y guapo Tom Berenger. El gran G.W. Bailey como borrachín del pueblo. Así de primeras puede que no les suene, pero si digo que dio vida al "Teniente Harris" en las academias, seguro que saben de quien hablo. Justo, su segunda entrega se rodó a la par que el film reseñado, de ahí la presencia casi anecdótica del actor en aquella. Marilu Henner, la pechugona -cualidad muy explotada a lo largo de su carrera- protagonista femenina de la serie "Taxi" y que venía de asomar sus encantos en otro "spoof" fallido comercialmente hablando pero -en mi opinión- superior, "Johnny Peligroso". El super televisivo Andy Griffith (volvería a verse inmerso en la comedia paródica once años después con "Espía como puedas"). Y, hablando de ello, no perderse la escueta pero antológica intervención de Jim Carter en plan pistolero malcarado... ¿quién? el inmortal y bigotudo "Déjà Vu" de ese clásico imperecedero del "spoof" titulado "Top Secret". Lo complementan Sela Ward, Brant von Hoffman (otro habitual cadete de la academia loca y el cine de Hugh Wilson), Christopher Malcolm (tiene una carrera fascinante, aunque los más enfermos le reconocerán como uno de los pilotos rebeldes de "El imperio contraataca") o Billy J. Mitchell (el manager de "Nick Rivers" en... sí, tu otra vez, "Top Secret").
Lo crean o no, entre los productores yankis de "Esos locos cuatreros" localizamos nada menos que a Walter Hill... ¿cómo se quedan?.