sábado, 21 de junio de 2025

SAURIANS

Actualmente estamos más que acostumbrados a ver el nombre de Mark Polonia como director en solitario. Sin embargo, durante muchos años no fue así. Entre los ochenta y entrados los dos mil, él y su hermano John (y, ocasionalmente, otros individuos que pasaban por allí) llevaron a término un buen puñado de películas amateurs (y aquí lo digo con todas las letras y en su sentido menos peyorativo) adscritas a varias vertientes del fantástico... salvo en 1994, cuando, por alguna razón desconocida, Mark se responsabilizó "autoralmente" de una, "Saurians", donde ejerció de director, guionista, protagonista y vaya usted a saber cuantas cosas más. En aquella ocasión, John se limitó a "producir ejecutivamente". Ya es raro. Tal vez se habían picado. O no compartían devoción por el proyecto. A saber.
Bien, a los hermanos Polonia se les reconoce graciosamente por una serie de características, siendo su aspecto ultra-"nerd" una de ellas. Esos cuerpos escuálidos, esas gafotas, esos peinados a base de hachazo, esos horribles bigotillos cuyo fin consiste en ocultar unos dientes saltones y su manía de vestir como para ir a la misa de los domingos... eran genuinos en su condición y por eso los aprecio, aunque no negaré, y reconoceré, que, sí, en ocasiones dan ganas de ejercer el rol de abusón y soltarles una colleja. Su aspecto y maneras invitan. Tal vez ello explicaría la existencia de tanto reseñador, blogger (¿todavía quedamos?), youtuber y, en definitiva, supuesto experto en "cine malo" que se ceba con ellos de esa manera tan hostil, fea y desenfocada de la que suelen hacer gala. Y no hablo únicamente de Estados Unidos, también me refiero a nuestro propio país de ignorantes. Dicho de otro modo, los Polonia, su cine y, pal caso, este "Saurians" son un blanco demasiado fácil. Es muy sencillo machacarlo/s porque los elementos ahí dispuestos, sobran. Pero, opino, es un error. Mark y John Polonia eran dos super-fans de las películas que, simplemente, rodaban caseramente las suyas propias aplicando grandes, enormes cantidades de amor y dedicación. Y si lo único disponible eran máscaras de carnaval y juguetes, pues con eso que tiraban, asumiendo -supongo- que el espectador se prestaría al ejercicio. Pero no, la gente no solo carece en general de imaginación, lo hace también de empatía. Y más estos días. Ya, ya, tampoco caigamos ahora en la trampa, los hermanos tenían su lado oportunista y mercantil. No en balde, "Saurians" existe gracias a "Parque Jurásico" (como bien demuestra el jetismo del segundo cartel expuesto). Y su clásico "Splatter Farm" asumía los códigos del SOV de la época, donde predominaba un interés casi exclusivamente centrado en el gore. Basta con ver por donde han ido los derroteros de la carrera de Mark Polonia estos últimos tiempos, sumándose sin vergüenza a las tendencias de su mercado, los amityvilles, los tiburones, los payasos chungos, etc. La diferencia es que lo suyo no es TAN cruento, ni desalmado, como lo de otros mercaderes del cine exploitativo como "The Asylum", "TomCat Films", Roger Corman o cualquiera de su calaña. En los Polonia hay un poco más de cariño hacia la materia. O eso creo yo. Así pues, por mucho que me tiente, y por, como digo, chupado que esté, no voy a destrozar "Saurians". Aunque tampoco a elevarla. Sería una batalla perdida de antemano.
Un par de dinosaurios, atrapados durante milenios en una gruta, saldrán al exterior por efecto de una explosión y comenzarán a papearse al personal. Un grupito de estudiantes de arqueología terminarán metidos en el fregao y perseguidos por un cazador que quiere acabar con las criaturas. Llegado el momento, y como es de ley, estas se enfrentarán entre ellas.
Bien, la película está rodada en Super 8, pero muy gráficamente transferida a vídeo, donde se realizó la pos-producción. Los efectos especiales se dividen entre muy poco stop-motion -lo que requiere tiempo y mucho curro- y bastantes marionetas o dinosaurios de juguete manejados fuera de cuadro -más fácil-. Mark Polonia interpreta al arqueólogo prota y una muchacha no demasiado agraciada (actoral y físicamente... nos cuelan una escena de ducha con ella -nada gráfica-, y uno se pregunta ¿¿pa qué??) le acompaña en sus aventuras. Efectivamente, se trata de la futura doña Polonia, ¿qué chavala sino se prestaría?.
La escena más llamativa es aquella en la que una familia en pleno picnic es atacada por uno de los dinosaurios y reducida a extremidades amputadas y calaveras de goma. Canta como una almeja que Mark aprovechó una excursión familiar para sacarse las imágenes necesarias. Lo mismo que los planos de geysers y tal, presupongo que otra excursión, en este caso al parque de Yellowstone, salvó la papeleta.
Vale, sí, es cierto que la cosa viene empaquetada con un sentido del ritmo nulo, y una progresión inexistente, por lo que "Saurians" se torna un tocho tremendo y ultra-aburrido que tuve que ver en tres sesiones porque es que, en fin, no lograba centrarme. Ese sería su mayor defecto. El resto son "virtudes", todo muy casero, muy "DIY", muy amateur y muy Polonia, como debe ser.
Años después, tristemente fallecido John, Mark coge consciencia de su "leyenda" y comienza a rescatar películas inconclusas para remozarlas y lanzarlas o rodar secuelas tardías. Bien, ese fue el caso de "Saurians", que conoció una segunda parte en 2023, en la que el zineasta -codirigiendo ahora con su hijo Anthony- retomaba al personaje que interpretara casi 30 años atrás. Repetía también el cazador de dinosaurios (aunque se supone que moría en la primera). A la que no se veía era a la muchacha... y no por falta de disponibilidad. Actualmente sigue ejerciendo de Doña Polonia y sigue asomando por las películas de su marido. No sé, tal vez aquel día tenía hora en la pelu, vete a saber, aunque seguro que si logran ustedes reunir fuerzas para consumir "Saurians 2", la echarán de menos.
Merece la pena reseñar 
la presencia tras las cámaras (o LA cámara) en "Saurians 1" de Kevin Lindenmuth, realizador del gremio SOVista que destacó medianamente durante los noventa y echaría el cierre tras ver que, como él mismo reconoció, aquello no daba para vivir. Mientras, el clan Polonia sigue adelante, imparable. Ni la muerte ha podido con ellos. Si eso no es suficiente para respetarles, ya me dirán qué.