sábado, 28 de junio de 2025

BLOOD ON MELIES´MOON

El entrañable
Luigi Cozzi lleva décadas a la sombra de Dario Argento. No sé muy bien cómo se lo debe tomar, supongo y espero que bien, pero así es como es. Su última película con cara y ojos, rodada en 1989, "Il gatto nero", ya era un refrito del "universo argentiano". Curiosamente, coincide con el año que el director de "Suspiria" abrió las puertas de su celebérrima tienda "Profondo Rosso", donde Cozzi ejerce como de encargado. A aquella película le siguieron varios documentales, casi todos en torno a Argento y dirigidos por su amigo, pupilo y empleado. Así que, como quien dice, Luigi acumulaba más de 25 añazos sin dirigir ficción alguna (y propia). Entonces, ocurrió. El pequeño italiano sufrió la picadura de un bichito terrible, uno que ya había infectado previamente a un puñado de cineastas en horas bajas: el peliculismo digital. O la manera respetable de llamar a "grabar en vídeo". Aquel nuevo juguete le permitía crear sin invertir demasiado dinero, tirando de una vídeo-cámara común y un ordenador para la pos-producción, evitando rendir cuentas a productores mafiosos o mecenas inquisitivos. Luigi iba a poder hacer su nueva película desde la absoluta libertad, cosa esta que, como se había visto previamente, y se vería después, no siempre es algo bueno. El proyecto terminó titulado "Blood on Méliès´Moon", una carta de amor al cine en su forma más primigenia.
Confieso que, en cuanto tuve conocimiento de su existencia, me volví loco. Sonaba a puro delirio gozoso. Era consciente de que estos cineastas más bien limitados perdían el pedal en cuanto arramblaban herramientas digitales. Y, aún así, algo me decía que "Sangre en la luna de Méliè" (traducción del título al castellano) contaba con un "no se qué" distinto. Como consecuencia, me obsesioné. Llegué a soñar con la jodida película e interesarme por la filmografía de uno de los directores que aparecen efectuando un cameo (Luigi Pastore, del que me zampé una cosa horrible titulada "Violent Shit: The Movie" que, encima, se pretendía puesta al día de aquel cáncer audiovisual perpetrado por el insufrible Andreas Schnaas en su momento... ya, la combinación de factores produce escalofríos, ¿verdad?). Aunque, quizás, la anécdota más llamativa se produjo cuando, visitando Roma en plan turista el 2016, inevitablemente acudí a la tienda "Profondo Rosso", donde pregunté a Luigi Cozzi in person por "Blood on Méliès´Moon" (gracias a lo cual el hombre puso interés en nuestra hasta entonces fría charleta. Adjunto una imagen del encuentro). Ya regresado a la patria, me planteé comprarla vía "Amazon"... suerte que no lo hice.
La trama de la vídeo-movie resulta harto confusa. Vamos a ver si logro explicarla. Digamos que los distintos universos paralelos que nos rodean andan desmadrados. Se ha abierto una puerta interdimensional y la tierra va a ser totalmente destruida a menos que el director de "Star Crash, Choque de galaxias" intervenga. Ya, ya, cuesta entender por qué él nada menos, pero al final queda más o menos justificado. En cualquier caso, por ahí ronda un asesino enmascarado cargándose a la peña que le ayuda en sus pesquisas y... da igual. Solo les diré que "Blood on Méliès´Moon" es, literalmente, un PAJOTE INMENSO (dura dos horas y cinco minutos, nada menos. Uno de los muchos peligros propios de esa "libertad digital" antes aludida) que se hace Luigi Cozzi. Y, cuidao, no me parece mal. Para nada.
Él es el protagonista absoluto de la película, mostrándonos sus capacidades histrónicas y su afición por las muecas. Se marca un puñado de auto-felaciones (cita varias de sus obras, imágenes incluidas), se ríe un poco de sí mismo (es especialmente gracioso cuando toca el hecho de que le comparen con Ed Wood, cosa que le provoca pesadillas, literalmente) y, por supuesto, homenajea, guiña, recrea, plagia y roba toda suerte de films ajenos y añejos de los que, se entiende, es fan. No solo eso, además tira de agenda telefónica para solicitar cameo a todos sus colegas y, claro, algunos de ellos valen su peso en oro. Tal vez el más llamativo sea el de Lamberto Bava. Y ello da pie a tratar las, a mi parecer, genuinas virtudes de "Blood on Méliès´Moon".
Esta no deja de ser una película amateur. Y son las partes en las que Cozzi, directamente, recicla material propio de un vídeo casero las más disfrutables y honestas. Citaba el cameo de Bava Hijo, bien, ese material se grabó aprovechando un comida en comuna. Así, vemos momentos de pura realidad, con todos los comensales charlando, riendo y hablando de los comestibles preparados por el propio director de "Demons". Es tal el disfrute, que Cozzi saca la cámara del trípode y, sin querer, incluye este dentro del cuadro. Ahí, gráficamente dispuesto, cosa que me parece maravillosa. Luego, tenemos un puñado de imágenes de viajes turísticos del colega, como la visita que efectúa a México o a un París bien presente en la "trama". Por supuesto, también Dario Argento se deja ver, lo justo y sin mojarse demasiado. Puede que el hombre lleve años atinando más bien poco, pero no es tonto y sabe que, mucho o poco, debe mantener impoluto el poco prestigio que le queda. Por eso, únicamente le vemos durante una sesión de firmas de su autobiografía en la misma "Profondo Rosso". Lo de actuar lo reserva solo para ocasiones especiales bajo el mandato de directores con "pedigree", caso de ese reciente "Vortex" según Gaspar Noé. La tienda, eso sí, tiene mogollón de presencia en "Blood on Méliès´Moon". Casi continua. Y ya no digamos el cacareado sótano de los horrores, donde se graban muchos momentos de "importancia para la "historia"", incluido el desenlace.
Vale, lo reconozco, la peli en sí es un puto caos, un lío tremendo, un exceso absoluto que no hay por donde pillarlo. Cozzi se muestra totalmente auto-indulgente, haciendo literalmente lo que le da la putísima gana y eso, repito, lo aplaudo... aunque, obvio, el resultado final esté lejos de apasionarme. De hecho, al principio parecía que la cosa iba a molar, por su ritmo acelerado y la cantidad de movidas que se desarrollan en poco tiempo. Sin embargo, al descubrir que únicamente habían transcurrido 45 minutos, comenzaron los sudores fríos y tembleques.
Pero, a pesar de eso, y los bostezos, semi-disfruté de "Blood on Méliès´Moon". Al menos tiene cierta originalidad. Cozzi podría haber grabado una secuela tardía de alguno de sus títulos "con solera" (ya nos entendemos). O confeccionar algo al servicio / gusto de los fans, darles lo que él creía podrían esperar. O caer en lo más trillado y mortecino con un slasher del montón. Pero no, el hombre se curra la peli que él querría ver, y eso es admirable. Y lo respeto. Lástima que se pase tres pueblos con los efectos digitales, los filtros y todas las pijadas y mandangas propias de esta (ya no tan) nueva tecnología. Un caramelo demasiado jugoso del que uno puede correr el riesgo de abusar, hasta el empacho. El asunto se torna aturdidor y agobiante.
Ante tal panorama, el que "Blood on Méliès´Moon" no pertenezca a un género concreto, sino mezcle varios, resulta de lo más lógico. En esencia no deja de ser una peli de fantasía pura, casi para niños -un "La invención de Hugo" versión "trash"-, trufada de mucha ciencia-ficción (y ahí es donde detectamos al Cozzi más Cozzi, con todos los colorines, lucecitas y rayitos que tan cachondo le han puesto siempre), solo que, ocasionalmente, se suman dosis de terror puro, incluso de truculencia. A la manera de Argento, pero en plan zaparruco. Ejemplo: el asesino enmascarado apuñala a sus víctimas mientras de fondo oímos los desvaríos de alguna banda metalera marca "Hacendado", al son de la chorreante hemoglobina.
En fin, voy a ir terminando ya o no acabaré nunca. Como decía, "Blood on Méliès´Moon" anda hasta las trancas de referencias, citas afectuosas y personal de interés, pero no me apetece ponerme a indagar en "Imdb". Háganlo ustedes. Simplemente diré que, desde luego, se hace pesada de cojones y te pierdes al minuto cinco, pero tampoco carece de su encanto, su gracejo, ni que sea por ver a Luigi Cozzi disfrutando como un crío con zapatos nuevos y, también, perder mucho peso de un plano a otro. El cabrón hasta lo justifica en un auto-diálogo... porque, sí, como buen italiano no puede evitar acompañar sus acciones con palabras en las que explica lo que ya estamos viendo.
Tan bien lo pasó, que desde entonces no ha podido evitar seguir explotando lo digital hasta hacerlo sangrar. Las siguientes locuras que perpetró fueron "I piccoli maghi di Oz" y "La battaglia di Roma 1849", es decir, una vuelta de tuerca al famoso libro de L. Frank Baum y una bélica de época recreando sendo hecho histórico. Válgame cristo. Claro que estas han tenido muchísima menos repercusión que "Blood on Méliès´Moon", seguramente por su total desvinculación con el terror y, también, porque la peña escarmentó con aquella y ya no estaba dispuesta a picar de nuevo.