Nada como otro oscuro slasher de la segunda mitad de los 80 (cuando el genero estaba ya agonizante y a casi nadie parecía interesarle) para sobrevivir a la monótona tarde de un Domingo.
Un grupo de campistas (¡¿si?!, ¡no me digas!... este es un concepto que amo/odio con pasión) se van de finde a las mismas montañas en las que un especie de vikingo reencarnado y disfrazado de oso (!!) ronda el lugar matando a todo dios... sin importar mucho por qué, cómo y de parte de quien.
A un asesino tan poco atractivo, y tan tonto, hay que añadir poco más... deliciosa rutina, adictivo look granuloso, muy pocas tetas (de hecho dos, y más bien nada voluminosas) y mucha pintura roja, pero poco látex. Y es que el asesino se vale de una arma tan sosa y que da tan poco juego como, eso, una garra de oso. El ritmo es criminalmente lento, aunque a ratos lo anima algún leve desliz digno de las más generosas risotadas como la pelea que mantienen el falso oso y otro de verdad... a este segundo nos pasamos toda la peli viéndolo, y todavía no se muy bien a santo de qué. De hecho, si me paro a pensar, no se puede decir que la lógica sea un punto fuerte de "Berserker" (por cierto, ¡que gran cartel!).
Sin embargo, y para no ser tan negativo, destacaré dos cosas: La banda sonora, minimalista pero efectiva en su cometido, y la ambientación nocturna de los bosques, con focos de luz nada naturales pero que, al estar envueltos en niebla, le dan un toque inquietante.
En el reparto únicamente destaca ese eterno secundario del cine de género, George "Buck" Flower. El director, Jefferson Richard (quien para la ocasión se quita una f del nombre), no tiene precisamente un curriculum muy lustroso en ese campo, pero como productor (o variantes) la cosa mejora: "Maniac Cop", "Sundown", "Km 666" y las secuelas videocluberas de "Sé lo que hicistéis el último verano" y "Leyenda Urbana".
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