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Dejadme que, para terminar, destaque dos cosas del libro que me marcaron especialmente. Una, que Marilyn Monroe, además de quitar el hipo, tenía un don casi mágico para el arte del sexo oral, de ahí que todos los poderosos se la rifaran (ella misma confesaría, pasado un tiempo, que sus primeros años en la meca del cine los pasó de rodillas. Tampoco podemos olvidarnos de la famosa frase que soltó tras lograr su primer contrato: "Ésta ha sido la última polla que chupo", ¡olé!). Dos, un párrafo referido a un tema que me obsesiona e irrita profundamente, la estúpida manía que tienen muchos en despachar películas por considerarlas "poco realistas"... dice así: "Para los viejos soñadores que construyeron Hollywood, el atractivo del cine, en cambio, radicó siempre en una absoluta falta de realidad. "Cuando necesito transmitir un mensaje, envío un telegrama", repetía en frase inmortal Samuel Goldwyn, magnate de la MGM. No menos contundente se mostraba el genial director Alfred Hitchcock: "El cine -decía- no es una porción de vida, sino un trozo de pastel". Frases antológicas estas con las que comulgamos.