
Unos chavales, todos guapos y hermosos, pasan el día de acción de gracias en un edificio prácticamente vacío y que, dicen, habita el fantasma de una cría. Haciendo el gilipollas, la panda decide invocarla con una sesión de espiritismo (que no de ouija, eso es después) y lo que hacen es despertar al fantasma del tipo que la mató, lo que les traerá algunos problemillas.
Pero para problemillas, el que tiene esta peli, que a los cinco minutos de empezar muestra a uno de sus dos fantasmas con resultados altamente ridículos. Mal vamos. Luego le sigue muuuuuuuuucha rutina, y el segundo fantasma, totalmente desaprovechado, pues aparece y desaparece haciendo gala de un aspecto humano normal y corriente... y así, oiga, no da miedo. Y es una pena, porque si Mark L. Smith hubiese jugado mejor sus cartas (o el productor no le hubiese incordiado, ¿quien sabe?), tenía entre manos material potente para dar escalofríos... y a punto está de lograrlo en más de una ocasión... pero por H o por B, siempre hay algo que lo estropea.
Aún así, según la situación y la compañía, se puede ver y olvidar con notable facilidad.
PD: Por cierto, ¿¿quién coño es Adrian Paul??.