Comedia de Kung fu clásico de serie Z con elementos fantásticos en su haber, que rodada con cuatro pesetas, pero a una velocidad de vértigo, supera, y con creces, a la mayoría de productos de similar índole facturados con algo más de pasta. Una lección de ritmo cinematográfico y un entretenimiento fuera de todo precedente.
Mientras que un fantasma le da la brasa a un hechicero de magia negra para que le devuelva a la vida dentro de un cuerpo mas o menos fresco, Pang es entrenado a modo de caballo por su padre, para que este esté preparado ya que en cualquier momento, un enemigo de la familia puede venir a matarlos.
El hechicero y el fantasma, son tan torpes, que en sus intentonas de devolver a la vida al fantasma, resucitan a ese enemigo natural de la familia de Pang. Tras la muerte del padre de Pang, estos deciden que ese cuerpo es el adecuado para que el fantasma vuelva a la vida, con tan mala pata que, tras un malentendido, no solo no lo consiguen, si no que además el padre de Pang se vuelve zombi, pero no un zombi al uso; Este corre, hace Kung Fu, razona e incluso insulta. La diversión, está asegurada.
Protagonizada por Billy Chong, una de las estrellas de Hong Kong menos conocidas y al que pudimos ver junto a Yuen Hsiao Tien en LA SOMBRA DE LA GARRA DE CRISTAL, y dirigida por Yi-Hung Hua, nos encontramos con una trama de enredo mezclada (y muy bien mezclada) con toda la mitología China acerca de la magia negra y el Vudú Y un Kung-Fu imposible, donde lo que destaca, por encima de todo, son los gags. Increíblemente graciosa resulta toda la parte en la que el hechicero, para no ser visto por el zombi, tiene que ocultarse tras un sombrero de hojas. También es especialmente divertida la relación entre Pang y su padre; uno que quiere inculcarle sus enseñanzas a su hijo a toda costa, y el otro que nada más que está deseando que este se muera para ser al fin libre y hacer lo que le salga de los cojones.
Todo el rollo Zombie, también es original y divertido, así como la galería de personajes, a cada cual más ruin y carroñero.
F/X rudimentarios, algunos rozando el ridículo, pero en definitiva resultones, completan una película en la que el exceso de ritmo, es su principal virtud: Aquí no hay un Dios que se aburra.
Por otro lado, hay una secuencia en la que un accidental futuro monje de Shaolín, ve a un perrillo y le llama. Este le acaricia, y afirma lo mucho que le gustan los perros. En el siguiente plano, el muy hijo de puta aparece cocinando. De muy mal gusto. Digo esto condicionado por mi educación perrista y occidental, pero A) no deja de ser un gag gracioso y B) no deja de ser algo que ya sabemos: que los Chinos comen perro. Por si acaso, no vayan a restaurantes Chinos… pero no dejen de ver la película, es una de las cosas raras más divertidas que nos ha llegado desde el lejano Oriente de los años ochenta. Salvando las distancias, claro está, con obras maestras de similar catadura como BLACK MAGIC, ENCUENTROS EN EL MÁS ALLÁ, o MR. VAMPIRE.