
Siendo muy coral, la película cuenta la historia de distintas trabajadoras del bingo que, entre cartón y cartón, ligan con viejos, y fuera del trabajo viven su propio drama. Una deja el pueblo para realizarse, otra tiene una turbulenta relación con su novio, otra mantiene al marido porque este está en paro, y otra siente debilidad sexual por los “languis” y los “estropeaos”.
Deambulando entre el drama y la comedia, "Las chicas del bingo" resulta ser una película de lo más amena y entretenida, que pasa en un suspiro. Ochentera hasta la médula y, en ocasiones, y en consecuencia, ridícula, es de lo más llamativo encontrarse una escasez considerable de destape y escenas de sexo, máxime considerando época en la que se rodó y tratando como trata el mundo crápula. Dentro de la crudeza de lo que cuenta, casi podría ir destinada a toda la familia.
Por la pantalla rulan secundarios de lujo que hacen a las chicas del bingo la vida más fácil, o más difícil: Manolo Zarzo, Agustín González, Rafael Hernández, Emilio Linder o José Bodalo, complementan el granado reparto, junto a los arriba mentados, María Kosty, María José Cantudo, y Silvia Aguilar.
El director del invento es Julián Esteban, que aunque como director no se prodigó mucho, sí que es guionista, bajo el seudónimo de Julius Valery, de "El lago de los muertos vivientes" según -dicen- Jean Rollin y "Sexo Caníbal" de, justo, el director original de aquella antes de pirarse a último segundo, Jess Franco.