jueves, 2 de agosto de 2012

EL DICTADOR

Para rodar las películas de Sacha Baron Cohen, de las que soy declarado fan, se suele contratar al director especializado en comedia Larry Charles. Excepto en “Ali G. anda suelto”, que por otro lado es la más floja de sus películas.
No se muy bien cual será la función de Charles a la hora de enfrentarse a una película del cómico. Tras “Borat” y “Bruno”, llegué a la conclusión de que sin duda, el motivo de que “Ali. G…” fuera una peste y las otras fueran tan buenas, era posiblemente por su presencia tras las cámaras. Tras ver “El Dictador”, siendo también de su autoría, está claro que no.
Las pelis de Baron Cohen, necesitan de un director para que figure en los créditos, pero no son productos que necesiten de más dirección que la que Baron Cohen no pueda dar. Quizás la presencia del director se reduzca a la planificación… yo no lo se. Así que olvidémonos de la figura del director, porque el problema no radica en el. “El Dictador, es tan tonta y simple como “Ali G. anda suelto”, solo que Baron Cohen, con su estatus de provocador que tan buenos resultados le ha dado, riza el rizo –en un alarde ya obvio, e incluso repetitivo y exagerado- en cuanto a los chistes de mal gusto. Esta vez se ampara bajo el personaje de dictador de un recóndito parís de por ahí, para soltar todos esos chistes que nadie se atreve a contar. Así, con sus gags, se pasa de racista, de misógino, hace mofas sobre la pederastia, juguetea con la necrofilia, y todo lo que os podáis imaginar, y quizás de manera más expresa que en sus anteriores películas, porque ya se sabe triunfador absoluto. No me malinterpreten, celebré en la sala de cine estos chistes como el que más, algunos incluso me parecen brillantes, y si no fuera por ellos, la película se quedaría en nada. Es decir, “El Dictador”, son sus chistes.
Ahora, como película, a diferencia que “Borat” o “Bruno”, deja bastante que desear. Y es que Baron Cohen, intentando hacer una comedia al uso, no funciona si no es por la sal gruesa. Es en la cámara oculta y en el falso documental donde es un autentico astro.
Bien, el argumento es simple; Un dictador acude a USA llamado por la ONU, para que de explicaciones de su manera de gobernar. Una vez allí le hacen una encerrona para matarle, y que un doble le suplante e instaure la democracia en su país. Al no salir bien la cosa, el dictador, intentará volver por todos los medios a la ONU, para instaurar la dictadura de nuevo. Entre tanto le pasan las cosas típicas de aquél que no está en su terreno de juego.
Secundado por Ben Kingsley, al que se le agradece ver en una pantomima de estás, Ana Faris, totalmente fea por culpa de la caracterización, y todo sea dicho de paso, por la cirugía estética, y con cameos de Megan Fox, Chris Elliot o Edward Norton, no estamos ante una de las películas de nuestras vidas… pero eso si, nos descojonamos viéndola.