Como fan del cine de Kung Fu tradicional, muchas veces me planteo quien es mi artista marcial favorito, y cual mi película. Y a pesar de que es un género en el que nunca dejo de descubrir películas, la cabra siempre acaba tirando al monte. Me quedo con Sammo Hung y con “Le llamaban Dragón gordo”, que a pesar de estar rodada al estilo tradicional, está ambientada en la época contemporánea, en este caso 1978.
Y vista ahora por enésima vez, me ha gustado incluso más. Podríamos decir que por temática, no daríamos palos de ciego al adscribirla al “Brucexplotation”, pero sería una rara avis, porque también es una película que arremete contra todas esas imitaciones baratas, y luego lo explicaré.
Sammo, interpreta a un pueblerino fan a muerte de Bruce Lee. Y efectivamente, en las coreografías lucha como Bruce lee (o mejor) e imita al mito en todos los gestos y ademanes que le hicieron famoso. Sammo, deja su pueblo para irse a Hong Kong a ayudar en el restaurante de su tío (trama esta repetida hasta la saciedad), y una vez en la ciudad, este no para de meterse en líos. Por un lado tenemos a unos mafiosos que se dedican a las falsificaciones, que quieren contratar al camarero del restaurante del tío de Sammo, que es un gran pintor, para que haga unas copias de cuadros. Ante la negativa de este, le harán la vida imposible, y Sammo Hung intentará resolver los problemas como mejor se le da, que es con el “Kung Fu Chinuá”.
Hasta que un coleccionista de arte llega con sus tres guardaespaldas, un blanco experto en Kick Boxing, un chino, y un negro americano (que en realidad es un chino con peluca Afro, patillazas y tiznado de betún) experto en Karate, que le complicarán las cosas un poco más al gordo.
Sammo Hung, es poco más que un genio: Gordo como un tonel y con una agilidad asombrosa, actor, artista marcial, director, coreógrafo, productor… lo hace todo. Y todo lo hace bien como demostró en las dos o tres películas que rodó prescindiendo de las artes marciales, o en esta, también de su autoría. Incluso introduce otros géneros dentro del cine de Kung Fu, como puedan ser la comedia (esta), el drama (“Protección a un ser menor”), el terror (“Encuentros en el más allá”) etc…
Y “Le llamaban Dragón gordo” es una comedia de Kung Fu de lo más divertida, con sabor al kung fu tradicional, pero con unas situaciones de enredo y un tipo de comedia, llena de confusiones y malentendidos, que recuerdan ligeramente a las películas de Mariano Ozores. Y no nos olvidemos del chanante título original “Enter the fat dragon” en alusión directa a “Operación Dragón” (“Enter the dragon”).
Y ahora explicaré porque es una “Brucexplotation” que arremete contra el “Brucexplotation”: A parte de que Samo imita a Bruce, hay una magnifica escena en la película en la que el gordo es contratado como extra en una película de un clon de Bruce Lee. Sammo acude entusiasmado, porque podrá ver como se defiende uno de los clones, cuando comprueba in situ, que el actor no se parece en nada a Bruce Lee, y que pelea de pena. Se lo hace saber, y la escena acabará como el Rosario de la aurora… Pero es como una advertencia. Parece que Sammo quiere decirnos “!Hey, no veáis estas películas que son una mierda, yo traigo la calidad y el estilo de Lee, pero de verdad¡”. No lo dudamos, pero creo que tanto Sammo como el “Brucexplotation”, pueden convivir juntos sin problema.
La película se estrenó en cines en nuestro país, nada raro pues en la época, sobretodo en los cines de barrio, que las platéas se llenaban con las películas de Kung-fu.
Pero sobretodo recuerdo la edición en vídeo de la distribuidora “Video Disco”, la cual yo poseía en Beta, y la cual quemé hasta la extenuación.
Para poder disfrutarla hoy, ni siquiera en la red existe una copia completa en condiciones, aunque ha salido en dvd por la distribuidora “Kung- Fu Fever”, que tampoco es que se prodigue mucho en tiendas, porque no he sido capaz de encontrar ese dvd durante dos o tres años. Ahora, lo tengo en mi colección gracias a una persona maravillosa que si que la encontró.
Una de las mejores comedias de Kung Fu de todos los tiempos, y digan lo que digan, la mejor película del bueno de Samo Hung.