viernes, 11 de octubre de 2013

LA NIÑA DE LA MOCHILA AZUL

Ya les he hablado de Pedrito Fernández con anterioridad. Y qué decir, que a los que andan ya cerca de los cuarenta años de edad, si no les suena este nombre, les sonará la ranchera que se oía cuando éramos tiernos infantes “La de la mochila azul”… si, si, la de ojitos dormilones.
Una canción de Pedrito Fernández que traspasó sus fronteras mejicanas y se convirtió en éxito, incluso en nuestro país. Así que pronto, la película que nos ocupa, “La niña de la mochila azul”, gozó de la misma suerte…sobretodo entre los niños a los que nuestros padres nos llevaron a ver esto al cine.
Obviamente, yo la vi en su momento en el cine Benares, y a partir de entonces, nunca más supe de ella hasta hace relativamente poco, gracias, como no, a Internet.
Se trata de una de las películas de mi vida. Lógicamente, la nostalgia hace mucha mella en este caso, ya que debe ser la segunda o tercera que vi en una sala (la primera fue “Grease”), así que se pueden hacer una idea de la ilusión que me causó localizarla. La única referencia que tenía de ella en la actualidad, es la archiconocida canción, de la que tampoco me se la letra (que cuenta el final… o casi) y que era una película muy triste. Me acuerdo de cómo todos los niños llorábamos en el cine con esta película ¡en serio! Y sin embargo en “E.T. el extraterrestre”, no recuerdo tanta llorera.
Pues mas vale que, al localizarla, la hubiera grabado en un DVD, y la hubiera guardado con las demás películas, porque menudo coñazo...
Yo entiendo que por la ingenuidad de la época, y la tierna edad de los infantes que la disfrutamos, la película causara  sensación, pero vista hoy… no solo es lenta y mamarracha, por no decir que hay sobredósis de vergüenza ajena de pura ñoñería, si no que, además, los momentos lacrimógenos, no lo son ni por un segundo. Vamos, ¡que se muere la niña y no da puta pena!, hablando en plata… y disculpen por ese spoiler.
Cuenta la historia de Amy, una huerfanita que vive al amparo de su tío, ex-marinero y alcohólico, y que en el cole se ríen todos de ella porque va despeluchada, sucia y harapienta. Sin embargo tiene un novio muy inteligente, que la quiere mucho y que le canta serenatas, que es Pedrito Fernández. Y la película se desarrolla entre travesuras de medio mendigos (otro niño que sale que roba cosas en el súper, metiéndolas en la mochila azul del título) y ñoñerías varias, hasta que la tragedia hace el resto.
Una bobada… pero que bonito fue poner la película treinta y tres años después de verla por primera vez.
Fue un mayúsculo éxito, lo que propició una secuela, que al menos en España pasó bastante inadvertida, y una serie de televisión en 2004. Un remake en forma de serie, vaya.
Dirige Rubén Galindo, uno de los clásicos de México con saga de hijos cineastas como pasara con los Cardona.